En medio del ruido mediático y la estridencia propia de las redes sociales pasó desapercibido un acontecimiento que bien se ajusta a la valoración de un hito histórico. En la pasada gira al Estado de Sonora, el Presidente de México llegó navegando con algunos de sus más cercanos colaboradores, para visitar la Isla Tiburón en el Golfo de California, la más grande de las islas mexicanas.
Toda la Isla Tiburón corresponde a un área natural protegida de más de 120 mil 800 hectáreas, que fueron restituidas al pueblo seri por medio de un decreto presidencial en 1975. En esta isla, no existen asentamientos humanos porque se ha destinado por decisión de los propios comuneros seris como un santuario para la conservación de especies marinas, plantas y animales que son endémicos del golfo y los desiertos sonorenses.
Pero si la importancia de Isla Tiburón es enorme en términos de conservación ecológica, no es exagerado decir que lo es aún más, como símbolo de los pueblos originarios de México. Para los seris, (la nación comca´ac como ellos mismos se reconocen) esta isla es el lugar cosmológico donde se creó la tierra y nacieron los integrantes de la humanidad representada por los originarios seris. En sus comunidades al lado del mar, se sigue narrando que fue una tortuga la única creatura que pudo descender al fondo del océano para traer la tierra sobre la que nacería la vida.
Cuando los invasores españoles llegaron a este extremo del desierto, obligaron a todos los pueblos que lo habitaban recorriendo su extensión, a congregarse en asentamientos definitivos que permitieran la evangelización religiosa y el control militar sobre la población. Los seris, como los pimas o los apaches, fueron algunos de los pueblos nómadas que primero miraron con desconfianza a los colonizadores, antes de terminar rebelándose al régimen colonial, tomando las armas para replegarse a lo profundo de sus extensos territorios.
La larguísima resistencia de los pueblos del norte en contra de la dominación, primero española pero luego mexicana y estadounidense para muchos de ellos representó la aniquilación física de sus integrantes o la pérdida definitiva de sus lenguas con las que nombraba un territorio vastísimo que por siglos aprendieron a recorrer palmo a palmo y aprovechar para los suyos.
En esta oscura historia, el caso del pueblo seri es particular porque ellos supieron encontrar refugio precisamente en la isla, en la que se afirmaba estaba su origen. Años de persecución y enfermedades los obligaron a replegarse primero a la costa y luego para atravesar el canal que divide la costa sonorense de Isla Tiburón. Durante los siglos XVIII y XIX, las autoridades coloniales, pero luego las autoridades de la república, dirigieron abiertas campañas de exterminio de toda la población seri, justificando en las incursiones de los pueblos nómadas a los nuevos asentamientos y ranchos ganaderos de colonos que cada vez más penetraban en su territorio.
Fue durante el porfiriato que el gobernador de Sonora dirigió la última campaña para ocupar militarmente Isla Tiburón en el marco de la persecución a los yaquis del sur. Por medio de la represión fue cediendo la resistencia seri que tuvieron que aprender a sobrevivir saliendo a trabajar, hasta que durante el gobierno de Lázaro Cárdenas se promovió la actividad pesquera dándoles apoyos técnicos como -lanchas-, para organizar cooperativas pesqueras.
La nación comca´ac persistió gracias a que supieron apropiarse de esta actividad productiva, al mismo tiempo, que reivindicaban sus prácticas y expresiones culturales propias que los distinguían del resto de los pueblos de Sonora.
Pero no fue hasta octubre de 2019 que un Presidente de la República volvió a visitar su territorio para que surgiera el compromiso de visitar el lugar más sagrado: Isla Tiburón.
En una reunión previa en la comunidad de Desemboque, una de sus mujeres autoridades le dijo a López Obrador que los seris ya no vivían persecución, pero sí pobreza y racismo. A estas demandas puntuales se ha respondido con la implementación de un Plan de Justicia que ha sido consensado con sus propias autoridades comca´ac; incluyendo cuestiones esenciales que no han sido atendidas en décadas como obras carreteras, de electrificación y redes de agua potable; así como apoyos para la pesca.
En otros contextos, estas respuestas parecerían básicas, pero no entre los pueblos originarios que habían vivido el olvido institucional y el desprecio de amplios sectores de la población que reniegan de las raíces que compartimos. El actual Gobierno de México ha asumido su responsabilidad histórica con la implementación de 17 planes de justicia integral para atender diferentes demandas largamente postergadas, como también hace ahora con los seris.
Porque mientras siga siendo un pendiente del poder legislativo, la incorporación del derecho a la autonomía de los pueblos originarios en nuestra Constitución; estos programas implementados desde el poder ejecutivo como acciones prioritarias, inauguran una nueva relación de confianza mutua entre el Estado mexicano y los pueblos que son el cimiento espiritual de la nación pluricultural que es México.
El honor de visitar Isla Tiburón para un Presidente de México, es un signo de los tiempos de transformación que estamos compartiendo y que la reacción jamás entenderá.
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