La cruzada contra los libros de texto gratuitos

A menos de un mes del inicio del próximo ciclo escolar 2023-2024 estamos siendo testigos de una nueva arremetida mediática para descalificar el contenido de los libros de texto gratuito correspondientes al nivel básico del Sistema Educativo Nacional. Para dimensionar uno de los logros más tangibles de la Revolución Mexicana, desde 1960 se reparte año con año en todos los rincones del país los materiales de apoyo para maestros y los diferentes libros para niños y adolescentes que tan solo en un año han llegado a sumar 180 millones de ejemplares entregados.

En esta nueva cruzada confluyen no solamente las viejas organizaciones de la derecha mexicana más recalcitrantes como ha sido la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), que surgió explícitamente el siglo pasado para oponerse al proyecto de educación pública plasmada en el artículo 3° constitucional. Desde entonces, todo lo que les parezca herético a sus integrantes, alejado de sus propios valores conservadores es motivo de condena que los ha llevado a la quema pública de libros como a la que vuelven a convocar.

Ahora han sumado a su estrategia de guerra judicial por medio de amparos, a los grupos económicos y académicos que por décadas usufructuaron el presupuesto público para elaborar e imprimir los materiales escolares sin ningún escrutinio de la sociedad. Porque desde el establecimiento de un gobierno del pueblo, estos poderosísimos grupos editoriales, más los grupos de intereses creados con el membrete de “sociedad civil” han sacado a sus personeros para descalificar el diseño y los contenidos desde las primeras versiones que se elaboraron de estos materiales, tratando de encontrar el mínimo yerro.

El más reciente capítulo de esta embestida contra el derecho a la educación de millones de niñas y niños mexicanos, viene desde la segunda televisora privada, en el mismo momento en que el Gobierno de México, reitera que no se le condonarán todos los millones de pesos de impuestos que adeuda a la hacienda pública.  Aunque sea motivo de burla la amenaza teatral de Javier Alatorre sobre la inoculación en los niños del “virus comunista” por medio de los libros de texto, es necesario comprender el fondo de la disputa política que solo resolverá un pueblo de México cada día más politizado.

Las pobres definiciones que se extienden por las redes sociales, como contenido de memes y chistes repiten que “Capitalismo es comprar cosas” y “Comunismo es cuando no quieres trabajar”. 

Pero son precisamente estas absurdas simplificaciones las que permiten la manipulación de amplios sectores de clase media que han sido adoctrinados por los medios de comunicación. Burdas sentencias que suman y corresponden con los planes y programas de estudio de todos los niveles que promueven los principios neoliberales bajo el disfraz de la ciencia, la excelencia y la competitividad.

Lo que el nuevo modelo educativo mexicano promueve es la lucha contra el mito neoliberal que niega la existencia de la sociedad, para pensar exclusivamente en los individuos. Bajo esa ideología que sirve para legitimar la desregulación del mercado, cada persona es responsable exclusiva de su prosperidad, y por lo tanto de su infortunio. 

Ningún Estado u organización colectiva tiene razón de ser cuando uno asume los principios de la autoayuda o la superación personal como filosofía que lo impulsan a competir con sus semejantes. Cuando los derechos se convierten en mercancías, se legitima la ideología del más fuerte o el más capaz, y se termina por asumir a amplios sectores de la población como desechables. Eso son los verdaderos valores que defienden tanto políticos conservadores, tecnócratas y opinadores de ocasión. 

Porque los verdaderos educadores, de cualquier signo ideológico, saben que la educación siempre es una actividad política, no politiquería, en tanto ayuda a concretar los modelos de sociedad que todos los días entran en disputa. 

El bienestar de niñas y niños no puede pensarse separado de una sociedad plenamente democrática, ni asumirse como la renuncia de la propia cultura que nos ha permitido subsistir como civilización. 

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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