Apenas termina cualquier debate y lo primero que salta por parte de los menos favorecidos en las encuestas es el ejército de bots tratando de posicionar un “ganamos el debate” como si con eso se lograra llegar a la conciencia o permear en el ánimo de los votantes que, dicho sea de paso, muchos ni los ven. Así pasó este domingo cuando los aspirantes a gobernar la Ciudad de México tuvieron el primero de los debates programados por el Instituto Electoral de la Ciudad de México; apenas terminó el debate y tarde se le hacía a Santiago Taboada y Salomón Chertorivski para alardear en redes sociales que el ejercicio democrático (aburridísimo pero democrático al fin) les había favorecido.
Si se observa de manera objetiva, poco se puede rescatar de un debate cuyo formato permite más la descalificación que el planteamiento de propuestas. Sin embargo, es cierto que Brugada deja claro que lo que más le conviene a la capital es implementar en todo el territorio el programa de “utopías” como muestra de la justicia social y el desarrollo cultural de los capitalinos que ha sido una de las principales banderas de la izquierda mexicana, especialmente de la CDMX. A ese planteamiento hay que agregar que la propuesta de creación de un sistema público de cuidado, adquiere relevancia en una ciudad como la nuestra cuyo dinamismo ha significado cambios en el sector laboral, social y cultural. Una propuesta de esta naturaleza es sólida por varias razones, por lo tanto, de inmediato encontró en Taboada el desconocimiento del tema (que queda claro dado el perfil del panismo), así como la descalificación del “emecista” Chertorivski.
Mientras para Taboada el debate sólo le sería útil si recurría a la técnica de aventar la piedra y esconder la mano, para Chertoriviski representaba la oportunidad de plantear propuestas claras que quizá le generaran adeptos entre quienes no se identifican con ninguno de los dos bloques principales; el problema es que, a pesar de que algunas de las ideas que planteó el candidato naranja pueden considerarse viables para la ciudad, lo cierto es que carga con la pésima imagen de un partido que en momentos cruciales para la vida política nacional, opta por ir en contra del interés de las mayorías. Así, por más que una propuesta pueda ser atinada, esta queda marcada por la incredulidad y bajo sospecha de demagogia, y vaya que si algo se le da muy bien a Movimiento Ciudadano es la demagogia.
Y de Taboada pues poco hay que señalar, salvo los temas que planta relacionados para resolver la problemática del agua que hoy alcanza crisis sin precedentes y que ciertamente son una de las principales carencias de esta ciudad, pero que en voz de cualquier panista termina siendo una completa incongruencia, pues en los gobiernos de Fox y Calderón se otorgaron como nunca concesiones de agua al por mayor y al mejor postor como hemos denunciado desde hace años las organizaciones campesinas. Así que, salvo un ingenuo pensaría que los hijos predilectos del neoliberalismo serían capaces de resolver la crisis hídrica cuando en su naturaleza se encuentra la rapacidad para acabar con los recursos naturales.
El debate por la CDMX sólo deja un par de cosas en claro: por un lado que la alianza PAN, PRI y lo que sobra del PRD no tiene manera de articular propuestas para la ciudad más allá de la descalificación como sucede con su candidata presidencial; por otro lado, que Movimiento Ciudadano de manera alarmante se desdibuja en esta contienda también como sucede con su candidato presidencial, lo que seguramente llamará la atención de Dante Delgado quien al parecer, no alcanza a vislumbrar que entre los dos bloques se generará una gran ola electoral que arrasará con su partido minimizándolo en lo que es su verdadera apuesta: obtener el mayor número posible de escaños en los congresos.
En ese sentido, no hablemos de un ganador o ganadora del debate para no caer en la subjetividad porque cierto es que son más los reclamos que las propuestas, pero si bien difícilmente se identificaría en esa condición a un ganador, lo que si se puede identificar de manera objetiva es que el gran perdedor de este ejercicio es el que se quedó en medio, tanto en la política nacional como en el debate chilango.
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