AMLO, Salvador Allende y septiembre

El próximo 15 de septiembre viviremos un punto de inflexión entre la nostalgia por las vivencias recorridas desde la emergencia del movimiento obradorista en los años noventa y la apertura de un nuevo camino de posibilidades para la histórica Cuarta Transformación, que es el signo de nuestro tiempo.

Septiembre está marcado por una agenda de simbolismos profundos en México y América Latina. Cobran relevancia en nuestros días las lecciones de aquel 11 de septiembre de 1973 en Chile, donde hace 50 años fue derrocado perdiendo la vida el presidente Salvador Allende, -precursor de una revolución pacífica que en aquel país también había llegado por la vía electoral-, y que fue tan incómoda por su perspectiva popular (Allende nacionalizó el cobre como un recurso natural a favor de la Nación), para el imperialismo yanqui y la oligarquía local que tuvo como desenlace una interrupción violenta fraguada por militares traidores a su pueblo, para posteriormente imponer la Dictadura de Augusto Pinochet.

Previamente la derecha impulsada por el intervencionismo estadounidense había construido las condiciones para el golpe de Estado: ante la amenaza del “comunismo” se verificó el calentamiento de calles por mujeres de clases altas que pedían la toma del poder por el ejército, también, usaron a transportistas para generar un paro nacional que implicó desabasto de productos básicos, y detonar la reacción anidada en las universidades que se desplegó contra la reforma educativa de Allende, a través de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica que llamó a defender “la libertad educacional” contra el “instrumento de concientización política del marxismo”, lo que enfrentó a los jóvenes contra otros jóvenes de las juventudes socialistas que apoyaban el nuevo proyecto denominado “Educación Nacional Unificada”. Todo ello sirvió para que clases altas y medias altas solaparan el temerario Golpe, ante la incipiente organización popular que no logró contener la avalancha de ataques desatada en diversos frentes, y presentados tramposamente por los medios de comunicación de la época como una “cruzada contra el comunismo”.

En México, los días de septiembre han sido emblemáticos desde aquel Grito libertario que dio paso a la insurgencia encabeza por Miguel Hidalgo el 15 de septiembre de 1810; que logró -tras extensos años de levantamientos y revueltas-, la emancipación de la Corona Española y el consecuente nacimiento de una Nación Independiente. Ha escrito Paco Taibo: “No se trató de una asonada, de un golpe militar, una conjura palaciega. En los orígenes, el movimiento independiente fue una terrible y cruenta guerra social, que abrió la puerta a una devastadora guerra, la revolución que duró once años.”

El 15 de septiembre de 2010, en el Bicentenario de la gesta de Miguel Hidalgo y también de otro Allende (Ignacio), en la mística Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, la ciudad gemela de Tenochtitlan, en el contexto de los tiempos oscuros del sangriento calderonismo, Andrés Manuel López Obrador advirtio: “Venimos a recordar que no fueron los acaudalados los que siguieron a Hidalgo y a Morelos en su rebelión contra la tiranía. Fueron los pobres, los desposeídos, los indígenas y los peones acasillados… El pueblo tomó conciencia y supo que era más fuerte que quienes se creían amos y señores, que podía liberarse y derrotar a quienes lo oprimían”.

En la esperanzadora época en que las élites corruptas han sido desalojadas del gobierno federal, y se han atrincherado cada vez más con mayor cinismo en el poder judicial, los días de septiembre nos convocan a tener altura de miras, preservar la unidad del movimiento, y resguardar la perspectiva obradorista que ha logrado tener una visión no inmediatista, sino histórica, enfocando los alcances hacia los siguientes diez o veinte años, porque el mundo es un pañuelo y la memoria -sino la cultivamos- se vuelve muy escasa.

Andrés Manuel López Obrador estará presente en Chile el 11 de septiembre de 2023, en uno de los contados viajes que realizará al exterior del país durante su gestión presidencial, estará ahí para honrar al hombre que perdió la vida por amor a su Patria ante una oligarquía cobarde y entreguista, y que antes de partir aquel aciago 11 de septiembre sentenció: “Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.

Nosotros estaremos con AMLO el 15 de septiembre en el Zócalo de México, la gran alameda del porvenir, entonces, habrá que mirar más allá del 2024, lograr la hazaña de la unidad popular por la profundización de la Transformación radical a favor de los pobres y desprotegidos; con la sabiduría de un movimiento que ha logrado remontar siempre a traidores y ambiciosos vulgares, pues las lecciones de Salvador Allende, de los pueblos hermanos en lucha contra oligarquías corrompidas, nos han mostrado que el único faro de luz es la concientización y organización auténtica del pueblo.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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