Las rémoras del antiguo régimen parapetados -principalmente en el poder judicial-, en este caso el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación siguen actuando en función de sus filias y fobias, de sus intereses políticos, económicos y de grupo, y en la lógica de una serie de motivaciones incluso ideológicas que nada tienen que ver con la impartición de justicia.
El TEPJF ha llegado al extremo -en sí mismo caricaturesco- de prohibir y censurar el uso de la imagen del “Amlito” para futuras coyunturas político- electorales, pues la Sala Superior de este órgano sentenció que “existe una base constitucional para determinar que el uso de Amlito es ilegal, debido a que el presidente López Obrador es un servidor público que no está contendiendo electoralmente, por lo que se viola el principio constitucional de equidad en la contienda”. ¡Pero sí AMLO no es ni será candidato ya!
De esa magnitud es el temor al pueblo organizado que se apresta a luchar por la continuidad y profundización de la Cuarta Transformación de México en las elecciones presidenciales de 2024. El mensaje del TEPJF es que van pretenden volver a erigirse como un dique para la voluntad popular y anuncia -desde ya- la judicialización del proceso de sucesión presidencial.
Esta es una postura que, sin recatos, busca favorecer a los conservadores, y sus alfiles en el tablero político, como son el PRI y el PAN, tan acostumbrados históricamente a ganar en la mesa y con estrategias leguleyas, arrebatando lo que el pueblo no les otorga. Se configura un escenario donde las autoridades electorales (TEPJF e INE) se preparan para torcer la ley como forma de golpeteo político, con ello pagarían el favor de la vieja clase política que defendió los privilegios de estas elites agazapadas en la falaz “defensa de la democracia”.
No es casual, y no deja de incomodar a los magistrados del TEPJF -que deberían de estar ocupados en cosas más importantes para los altos sueldos que reciben-, que el Amlito se difundió masivamente de mano en mano ¡hace 17 años!, durante las intensas jornadas de resistencia civil pacífica contra el fraude electoral de 2006, cuando el propio tribunal se negó a abrir todos los paquetes electorales y contar voto por voto los resultados de la contienda presidencial, como exigía el vigoroso y ascendente clamor popular.
El Amlito es un símbolo de la resistencia civil, no solo es la imagen sonriente de nuestro presidente, sino el recuerdo y vigencia de innumerables luchas políticas y sociales -que quienes siguen detentando el poder judicial combatieron- y que hoy siguen empecinados en borrar.
No olvidamos a la gran publicista y activista Bertha “la Chaneca” Maldonado -quien murió en 2020-, considerada “la campeona de la frase pegajosa y breve”, quien en 2006 ideó la frase “Sonríe, vamos a ganar”, junto al Amlito que dibujó el reconocido caricaturista José Hernández durante la campaña presidencial Andrés Manuel López Obrador, y que se convirtió en baluarte de la resistencia cuando se consumó la usurpación del gobierno por parte de Felipe Calderón y la mafia del INE y del TEPJF. Con el Amlito, sin duda el monero Hernández sintetizó el sentido de alegría, convicciones democráticas y firmeza que preservó un movimiento que a pesar de las adversidades y la represión siempre conservó su carácter pacífico.
Es una aberración que los magistrados del TEPJF piensen que van a detener el curso de la historia a punta de virulentas sentencias. El efecto de su desafortunada decisión ha sido otra vez un boomerang, frente al decreto el pueblo organizado inundó las redes sociales de Amlitos, compartiendo la figura en diferentes formatos, en perfiles y publicaciones en textos, videos, memes y fotos en todos lados de la aldea digital. Asimismo, volvieron a circular playeras, gorras, souvenirs, llaveros, pasteles, lonas, carteles, peluches, camisas, chalecos, hebillas, vasos, tasas, cobijas, cortinas y todo tipo de productos, y en Mercado Libre rompió ventas el Amlito, “compañero de hombro”. Porque algo que nunca comprenderán los poderosos cabilderos de las viejas élites, es que el Amlito y el obradorismo es una corriente de pensamiento político para la acción, anclada en el México profundo.
Esta historia continuará y están por escribirse nuevas e inéditas jornadas, no sólo en 2024 sino también en los años subsecuentes, dónde el Amlito y todo lo que representa esta imagen sonriente de un pueblo desafiante y organizado, bajo las reflexiones del humanismo mexicano, estaremos bien despiertos y listos para defender lo logrado y conquistar nuevos frutos de justicia para los desprotegidos.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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