Recuerdo muy bien cuando mis compañeras de trabajo, ya hace varios años, mostraban desagrado cuando en el lugar donde laborábamos iban a transitar del uso de las máquinas de escribir a equipos de cómputo. En ese momento se organizaron e incluso juntaron firmas para evitar que eso pasara, simplemente no querían, cuando les preguntaban sus razones no tenían argumentos; lo mismo ocurrió con el uso del celular y otras herramientas que la modernidad trajo consigo.
En algún momento, creo que todos hemos mostrado resistencia a algo, pese que en casos específicos los cambios sean para bien. Con el tiempo entendí que mis compañeras no querían usar los equipos de cómputo por diferentes razones, entre ellas estaban el miedo a no aprender a usarlos y en consecuencia ser despedidas, temor a descomponerlos, y en casos particulares, no querer salir de la zona de “confort” al representar un nuevo reto.
Bueno, pues con la llegada de la Cuarta Transformación lo mismo ocurre, hay clara y plena resistencia de algunos sectores de la población, sin embargo, hay que destacar que a diferencia de la anécdota que les compartí, la resistencia de hoy no es por no estar a la altura de los cambios, sino por el miedo y enojo de perder privilegios.
Es por muchos sabido que desde que la figura de Andrés Manuel López Obrador empezó a cobrar fuerza, a atraer reflectores, se dió inicio a una campaña de ataques en su contra, una campaña perfectamente articulada que como ingrediente principalmente lleva odio.
Con la llegada de un gobierno humano y cercano al pueblo, muchos vieron en peligro su “modus vivendi”, pues al instaurarse un gobierno que busca acabar con la corrupción se ha tenido que lidiar con ese fenómeno, el de la resistencia al cambio.
Por lo anterior, me atrevo a decir, que por ello, temas como el de inseguridad o desigualdad social, no se van a resolver de la noche a la mañana, hace falta transitar para cambiar de fondo y no solo de forma.
Por ejemplo, cuando escucho a muchos atacar, incluso mofarse de la estrategia de seguridad de “abrazos, no balazos” que, entre otras cosas, busca atender desde las causas que dan origen a los fenómenos delictivos, me cuestiono si se peca de ingenuidad o es complicidad con quienes siembran el terror en el país, y es que ¿Acaso no se entiende que, en efecto, hay resistencia por parte de los grupos delincuenciales?
¿Quién en su sano juicio piensa que por arte de magia alguien que recibe miles o millones de pesos por desempeñar determinada actividad, ilegal, va a detener su operación por mandato oficial? Lógicamente no, es evidente que habrá resistencia, por eso la estrategia tiene lógica, se tiene con claridad que emprender una guerra no tendrá consecuencias positivas para nadie, y por ello, aunque sea más tardado, se debe atender lo que da origen a los problemas que hoy nos aquejan.
En ese sentido, si con la llegada de este gobierno se afectaron intereses de toda índole es lógico que habrá resistencia, o a caso ese empresario que lograba contratos a modo se va a quedar con los brazos cruzados viendo como le quitan lo que, ilegalmente, consiguió.
O el empresario, que prácticamente explotaba a sus trabajadores con jornadas inhumanas de trabajo y sueldos miserables, va a quedar conforme ahora que el salario mínimo va en aumento, además de que se están buscando mejores condiciones de trabajo, así como erradicar prácticas como la subcontratación.
Aquella clase política que aparte de sueldos excesivos e insultantes, sacaba beneficios extras valiéndose de la posición en la que se encontraba o de amistades incrustadas en áreas clave de gobierno, como por ejemplo compra de terrenos a bajo costo para con el tiempo construir grandes desarrollos inmobiliarios.
Lo mismo pasa en el sector salud, donde unos pocos se hicieron millonarios lucrando con la salud de los mexicanos, pues se compraba a sobreprecio a los farmacéuticos, eso solo por poner un ejemplo de muchos de hay y de muchos que seguramente sabremos con el tiempo. Es evidente que quienes recibían millones de dinero por esa actividad no están conformes con los cambios que representan al nuevo gobierno.
Un caso especial es el de los medios de comunicación, que en casos privilegiados recibían miles de millones de pesos del erario público, tan solo por dar información sobre pedido o por ocultar acontecimientos relevantes para los mexicanos; precisamente, ellos representan una resistencia muy poderosa, pues al dejar de percibir jugosas cantidades y uno que otro favor, han formado un gran bloque que busca ensalzar cualquiera error que pudieran cometer los de la 4T, o en su defecto, los más atrevidos, están optando por la distribución de información falsa.
Otro caso, es el de las organizaciones y asociaciones que antes se servían con la “cuchara grande”, pues al bajar recursos públicos destinados a programas sociales tenían dos maneras de sacar provecho, una directa al quedarse parte o la totalidad del recurso que bajaban de las entidades públicas y, otra más al tener cautivos grupos de personas con determinadas necesidades para capitalizar intereses de grupo, principalmente, de índole política. Es así como muchos llegaron a ocupar espacios en el gobierno o en el congreso.
Lo mismo ocurre en todo asunto que tenga que ver con la vida pública del país, ejemplos hay muchos, está muy claro que hay resistencia, resistencia al cambio, no porque las cosas se estén haciendo mal, que seguramente son perfectibles, sino porque se eliminaron de golpe una serie de privilegios y se busca eliminar muchos otros más. Recuerde lo de la pensión que perdieron los expresidentes.
Es por ello que lo que para algunos pudiera ser tarea fácil, resulta que se torna más compleja cuando hay esfuerzos en contra, o usted dígame si no es difícil remar un bote en alguna dirección, teniendo a personajes de ese mismo bote remando en dirección contraria.
Ejemplo de ello son los llamados partidos y grupos de oposición, que más que hacer un contrapeso buscan remar en contra de toda propuesta del actual Gobierno, no por buscar frenar, como dicen ellos, disparates y malas decisiones, sino para descarrilar el proyecto alternativo de nación y con ello afianzar la idea de que los de morena no saben gobernar; esa misma guerra sucia que nos decía que López Obrador era un peligro para México, es la misma que se sigue implementando, y que seguramente, conforme se acerque el periodo electoral, irá escalando a dimensiones mayores.
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