A inicios de esta semana, Expansión/política publicó en línea una nota ejemplar…, quiero decir, una nota que ejemplifica la deshonestidad y la chabacana malicia con la que la mayoría de los medios de comunicación tradicionales se desvive desde hace años por minar la credibilidad del primer gobierno federal de la 4T:
“Con mal desempeño en índices de salud, México se aleja del objetivo Dinamarca”
Tal es el encabezado, y ¡júrenlo!, con ese mensaje se quedará la mayoría de los ojos que a vuelo de pájaro lo vean pasar en un newsletter, lo lean en un post en redes sociales o incluso alcancen a topárselo en el sitio web de la revista. Como suele suceder, poca gente va a leerlo; como me temo, la mayoría de quienes lo lean únicamente lo hará para apuntalar sus prejuicios ideológicos y nutrir sus fobias.
La nota, por supuesto, no pasa de ser otro pelo del mismo gato melenudo, feo, arisco y mañoso: un intento más de asestarle una puñalada trapera al presidente de la República. “Con mal desempeño en índices de salud, México se aleja del objetivo Dinamarca”. La interpretación predominante entre la comunidad de lectores de Expansión/política es fácil de prever: Claro, López está loco: México jamás alcanzará a ser como Dinamarca. De poco valdría contestarles —como ya me tocó explicarle a un compañero de trabajo— que el presidente jamás dijo que pretende que México sea como Dinamarca…
- — ¡Es más, en un montón de renglones no nos convendría, sería un retroceso!
- — Uy, no, ¡brincos diéramos!
- — Por ejemplo, Dinamarca, oficialmente Kongeriget Danmark, es decir, Reino de Dinamarca, ¡es una monarquía! Y México, ¿no sé si te acuerdas?, una república democrática.
- — Bueno…
- — Otra: población. Dinamarca tiene menos de seis millones de habitantes y acá somos unos 130 millones. Y de territorio qué tal: en México caben 45.7 Dinamarcas.
- — Bueno, pero estamos hablando del sistema de salud.
Justo, y regreso a la nota de Expansión. La mención de Dinamarca como “objetivo” es un dardo con ponzoña dirigido al empeño de AMLO de construir para nuestro país un sistema de salud pública, “como el de Dinamarca”. ¡Ah, entonces, seguro los “índices de salud” a los que alude el título de la nota se referirán a los sistemas públicos de salud de ambos países! Pues qué cree, que no principalmente… Enseguida del título, se destaca: “De los países de América Latina miembros de la OCDE, México tiene los resultados más bajos en indicadores de salud, como mortalidad infantil, esperanza de vida y gasto público”. En efecto, todo el texto está armado con base en datos tomados de un documento dado a conocer hace poco por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, organismo internacional paladín del pensamiento neoliberal, y el Banco Mundial: Health at a Glance: Latin America and the Caribbean 2023. Con información referida al año pasado, el análisis se enfoca a dar cuenta de cómo se encuentra la salud de la gente en los países de América Latina y el Caribe. Ojo, la salud de las personas, no los sistemas de salud pública de cada nación. ¿Ven el timo?
- — ¿Y no es lo mismo? -preguntará algún asiduo lector de Expansión/política.
- — Pues no, y si no le queda claro nada más imagine usted que mañana, por arte de magia, toda la población de Dinamarca padeciera los problemas de salud que enfrenta la población de México. ¿Podría el maravilloso sistema de salud pública danés sanar a todos en menos de seis años? Supongamos que atenderlos a todos sí —que lo dudo—, ¿pero curarlos? Antes de contestar, nada más recuerde qué es una enfermedad crónica.
¿Y con qué creen que arranca la nota? Nada menos que con una de las peores herencias estructurales que en buena medida debemos a más de tres décadas de neoliberalismo: “En el país, las enfermedades crónicas como la diabetes y la obesidad registran altos porcentajes…” Sin duda. Es más, México es el país de la OCDE con la tasa de prevalencia de diabetes más alta. Ahora, lo que no se explica es el contexto. Primero, el temporal: este azote no comenzó en 2018, sino que se aceleró claramente con los cambios de patrones alimenticios y en general de consumo aparejados a la globalización y particularmente a la invasión de alimentos ultraprocesados que trajo el tratado de libre comercio con Estados Unidos. Y segundo, el comparativo: la diabetes es un problema importante no sólo en América Latina: Estados Unidos ocupa el cuarto lugar en la tasa respectiva.
Y así como apunta como “malos resultados” el problema de la diabetes y la obesidad, la nota subraya que “México tiene la segunda tasa de mortalidad infantil más elevada de los países de la región que son miembros [de la OCDE], con 13.8 por 1,000 nacidos vivos”. Es decir, de nuevo, un problema histórico, estructural… En el otro extremo de la vida, la muerte, la nota de Expansión señala: “México tiene 75 años de esperanza de vida, cinco menos que el promedio de la OCDE, de 80 años.” Lo cual es cierto, y ha sido cierto desde que se mide, simple y sencillamente porque es uno de los muchos rostros de la desigualdad global. Además, la nota de Expansión no reporta lo que sí acentúa la OCDE: “la esperanza de vida en los cuatro países latinoamericanos de la OCDE (Costa Rica, Chile, México y Perú) subió ligeramente en la pandemia”.
Curiosamente, en un párrafo se respalda el diagnóstico certero que López Obrador ha hecho del sistema de salud pública maltrecho que dejó el prianismo: “México se ha rezagado también en el número de profesionales de la salud disponibles para cada 1,000 habitantes. El país tiene 2.4 médicos y la media de la OCDE es de 3.4. De enfermeras, cuenta con 2.8 mientras los países miembros tienen en promedio 10.3. Incluso, en América Latina y El Caribe hay una media de 3.6 enfermeras”. Claro, la jiribilla está en la conjugación del verbo: sí, “México se ha rezagado”, pero no de 2022 para acá ni de 2018 para acá, así que sería más correcto frasear “México está rezagado”. Si uno parte de este hecho, ¿alguien podría explicarme cómo una misma persona critica esto y al mismo tiempo sostiene que el dichoso Seguro Popular funcionaba? ¡Cómo, digo yo! ¿Sin médicos y enfermeras?
La chapuza está firmada por la reportera Dulce Soto. En el propio medio puede encontrarse una semblanza profesional de la licenciada Soto: ha trabajado para Reforma y Aristegui, y fue formada académicamente en la UNAM (Ciencias de la Comunicación) y el CIDE (diplomado de Periodismo de Investigación), así que dudo que el desatino de su nota pueda explicarse por incapacidad profesional.
- @gcastroibarra
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