Ni norman ni piñan a nadie

Con tan hermosa y larga cauda que va quedando conforme el sexenio se acerca a su fin; con tantas buenas nuevas, tanta inauguración, tanta entrega de obra, tanto compromiso que el señor presidente va cumpliendo… Con tan pocos días que quedan, que nos quedan, para que Andrés Manuel López Obrador se vaya merecidísimamente a descansar a Palenque, con tanto buen porvenir que se atisba con la llegada de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, pues uno quisiera hablarles de otras cosas y sobre todo con otro tono… Pero ahí tienen ustedes que apenas el domingo 8 de septiembre de 2024, ya bien entrada la tarde, cuando la Reforma al Poder Judicial se discutía en el Senado de la República y estaba a punto, a sólo unos minutos, de ser aprobada por las comisiones unidas de Puntos Constitucionales y Estudios Legislativos, y eso, como seguramente ustedes saben, después de haber sido aprobada en la Cámara de Diputados, a la ministra Norma Piña —en el nombre lleva la penitencia, nuestra penitencia— se  le ocurrió poner “sobre la mesa propuestas concretas”. Yo no sé ustedes, pero yo no comparto su noción de oportunidad y pertinencia. La señora, por decir lo menos, lo obvio, es inoportuna e impertinente. 

Aunque después de verla y escucharla hablar a uno le cueste trabajo creerlo, resulta necesario recordar que la abogada Norma Lucía Piña Hernández ocupa el cargo de Ministra Presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de modo tal que la señora encabeza el Poder Judicial de este país. Es indiscutible que su posición la hace relevante, así que me veo precisado a comentar la intervención dominguera de la doctorante Piña. Eso sí, prometo brevedad…

La impertinente e inoportuna aparición de la ministra en el ágora nacional no fue directa sino mediatizada. No habló ante personas de carne y hueso, sino frente a cámaras. En su videomensaje, Piña aparece acompañada de tres de sus diez compañeros ministros, es decir, la gran mayoría no la respaldaron con su presencia… O dicho de otra manera: en tan desusada intervención, vimos, contándola a ella misma, a sólo el 36% de los ministros de la Suprema, una minoría. Con Piña vimos a Juan Luis González Alcántara Carrancá, a Jorge Mario Pardo Rebolledo y a Luis María Aguilar Morales. Además, también sentados y viendo a cámaras, de la Judicatura Federal estuvieron tres consejeros, de lo que se desprende que otros tres consejeros de la Judicatura no acompañaron a Piña.

Piña Hernández dice que sale ahora a presentar sus “propuestas concretas”, cito, “a partir del compromiso que asumí ante la ciudadanía y las autoridades nacionales”. Ojo: ante, no con. No asumió un compromiso con la ciudadanía y esas poco definidas “autoridades nacionales”. Afirma que lo hizo ante ellas. Y ante, recordemos, es una preposición que significa frente a, en presencia de, en comparación… Entonces me pregunto, ¿ustedes se enteraron de qué compromiso asumió la señora Piña? ¿Qué compromiso y con qué autoridades nacionales? Porque a la vista de todo lo sucedido, no parece que haya sido con las autoridades nacionales que son y representan los Poderes Ejecutivo y Legislativo. Aquí sí ante: ante nosotros no vemos un compromiso de la ministra con las autoridades nacionales surgidas de los procesos democráticos.

El domingo fue igual: mientras la ministra Norma Piña aseguraba en su video que “debemos escucharnos entre poderes”, las señoras y señores senadores de la República, ellos sí elegidos mediante el voto, discutían la Reforma al Poder Judicial…, así que resulta difícil creer que ella los estuviera escuchando. Por ejemplo, ¿habrá escuchado la ministra los posicionamientos de los senadores del PRI, ese instituto político lidereado por su amigo y aliado Alito Moreno? ¿Se habrá enterado de la defensa que hizo el senador Marko Cortés del PAN de sus acuerdos con el PRI para elegir entre ambas dirigencias a notarios públicos y ministros en Coahuila a cambio de candidaturas? 

Con todo, la ministra sostiene que hace un llamado “respetuoso pero firme” a los legisladores y a las autoridades de los sistemas de seguridad y justicia. ¿Un llamado a qué? Textualmente dijo: “hago un llamado a que podemos cambiar las cosas”. Lamentablemente, Dudo que la ambigüedad se deba únicamente a deficiencias en la redacción del comunicado.

En la parte cardinal de su arenga, textualmente dijo la ministra: “La demolición del Poder Judicial no es la vía como se pretende”. Hasta ahí. No corto nada. “La demolición del Poder Judicial no es la vía como se pretende”. ¡Qué galimatías! ¿No es la vía a qué? ¿Cuál vía? ¿Quién pretende? ¿Demolición, cuál demolición? ¿O afirma que con la Reforma presentada por el Ejecutivo se pretende la demolición del Poder Judicial? ¿O que, como se pretende hacerlo, no es la vía para demoler el Poder Judicial? Ni siquiera creo que estemos frente una anfibología; sencillamente el aserto está muy mal redactado.

Enseguida, la Presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no sé bien si dándose cuenta que lo hace, acepta que la reforma al Poder Judicial no sólo es necesaria y urgente, sino también profunda, drástica. De nuevo, textualmente, la señora dice: “Si tenemos el valor y la voluntad real, hoy mismo podríamos dar pasos firmes para hacer los cambios profundos y necesarios para construir la paz, la justicia y la reparación que México tanto necesita”.  De acuerdo aquí sí con la doctorante Piña: es necesario hacer cambios profundos para construir un sistema eficiente de justicia, porque el que tenemos no sirve. Eso sí, uno debe preguntarse por qué no hicieron antes esos cambios desde el mismo Poder Judicial, ¿les faltaría “valor y voluntad real”? En fin, ya no importa, porque la soberanía popular afortunadamente expresó que la gran mayoría tiene hoy el valor y la voluntad real de realizar cambios profundos. Eso es el Plan C.

El video de la ministra Piña dura cinco minutos. Y en conjunto, con todo respeto también, con el mismo que ella califica de “narrativa fácil” las críticas que se hacen a jueces y ministros, digo que es impresionante la enorme vacuidad que llena a la señora Norma Piña. Cada que sale a declarar para tratar de detener el trabajo del Poder Legislativo muestra que no tiene ningún argumento, ni siquiera argucias. Sólo profiere lugares comunes que poco o nada tienen que ver con la discusión; en realidad toda su postura se reduce a no me quiten de aquí y no me quiten los privilegios de los que gozo.

En fin, todo indica que, por decirlo bonito, aún no han logrado darse cuenta de lo que está ocurriendo. La senadora Citlali Hernández lo expresó el domingo mismo mucho mejor: “no entienden el momento histórico que estamos viviendo”. Y desde esa falta de comprensión, pues ni norman ni piñan a nadie.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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