Faltan unos meses para que se lleven a cabo las elecciones federales este 2024 y de las dos contendientes a ocupar el más alto cargo del país, la candidata de los partidos de oposición parece creer que después de su gira de la risa y arrodillamiento ante personajes de la derecha en el extranjero, esta contienda electoral la podrá ganar al echarse al público en contra. Los embates del periódico The New York Times y de la enviada de Univisión a la mañanera del presidente, parecen haber sido orquestados por la derecha mexicana en este viaje internacional, en un intento más por denostar la figura popular de López Obrador al tratar de ligarlo a toda costa con el crimen organizado, en esta ocasión en las elecciones del 2018, donde especulan que el entonces candidato recibió fondos de estos grupos delictivos.
No conformes con lo anterior, además, emprendieron una campaña mediática después de que, durante su conferencia, el primer mandatario expuso un número telefónico perteneciente a una periodista del medio estadounidense, al que tenía que llamar para responder un ultimátum. De inmediato los medios afines a los grupos políticos conservadores de México se levantaron fúricos para expresar que Andrés Manuel López Obrador había quebrantado la ley general de protección de datos personales. Pero no fue hasta horas más tarde que se supo, a través de varias publicaciones en la red social X, que el teléfono de dicha periodista, quien había lanzado una serie de preguntas a contestar por medio de una carta a Jesús Ramírez con un tiempo límite, lo había hecho público ella misma en Facebook.
Valdría la pena preguntarnos, en estos tiempos electorales, si merece la misma condena el presidente por un traspié honesto, al haber revelado datos que de todas maneras ya los había dados a conocer la integrante del medio estadounidense, que una candidata de derecha que le ha dado la espalda a la gente de México, se ha reunido con personajes de derecha y ultraderecha extranjeros, para conspirar contra el gobierno de México, con el fin de que, tanto ella como su partido, regresen al poder mediante lo que se conoce hoy en día como un golpe de estado blando, por medio del injerencismo de otros gobiernos y del uso, de manera sistemática, del servicio de cientos de miles de cuentas apócrifas en redes sociales, que pretenden inflar una denuncia contra su rival político al tiempo que intentan levantar de la lona a la derechista.
En este 2024 queda claro que la rival más fuerte de la derecha es la propia derecha que no entiende, como ya hemos mencionado con anterioridad, que la manera de hacer política de hace 20 o 30 años, así como la de informar a través de la manipulación en los medios hegemónicos de antaño, no tienen cabida en esta actualidad y que, pretender engañar a la gente, cuyos recursos para enterarse de las noticias de lo que sucede a nivel nacional e internacional son alternativos a la radio o televisión, es perder tiempo, dinero y sobre todo, votos de elecciones que ya no se pueden robar.
Ni siquiera personajes de ultraderecha en España o representantes de gobiernos extranjeros quisieron darle la cara, a pesar de que comparten la misma visión anacrónica, anquilosada y dinosáurica de ella y los políticos y empresarios que la respaldan, demostrándole que se encuentra sola.
Del lado de la izquierda mexicana toca seguir adelante con el desarrollo en beneficio de los más pobres que comenzó hace casi 6 años, tener presentes las palabras del presidente López Obrador, de caminar al lado de la gente para no repetir historias como la del PRD que lo ha llevado a bailar con la más fea.
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