Durante el pasado fin de semana en Toluca, Estado de México, se llevó a cabo un encuentro en el cual el partido MORENA reunió a personajes de alto perfil, con la intención de mostrar apoyo y unidad a los futuros candidatos de dicha entidad para las elecciones que se realizarán el próximo año, pero también como una posible muestra de prospectos del partido de izquierda, al sufragio federal de 2024. Desde entonces, se ha levantado y acrecentado una oleada de especulaciones de propios y extraños, que encumbran a unos y desploman a otros, en su posibilidad de ser ungidos como el próximo mandatario nacional. Si bien nos encontramos a poco más de dos años de dicho evento popular, las manos de algunos políticos comienzan a dejarse ver por lo alto para ser tomados cuenta, mientras que otros prefieren manejarse con prudencia para no permitir que sus aspiraciones se diluyan con el paso del tiempo.
Independientemente de las ideologías que los identifiquen, los distintos personajes de la izquierda mexicana que gobierna el país, deben encontrar la manera de mantenerse en unidad de cara a las futuras elecciones presidenciales. El hecho de encontrar nicho entre algunos pares de la política, a través de redes sociales o tener afición y correspondencia por algunos medios de comunicación, que valga decir, tienen historia con el antiguo régimen de gobierno; no es sinónimo de contar con la simpatía del pueblo.
La gente no busca más la repetición de discursos políticos de palabras rimbombantes y carentes de contenido, que pretendan marear con verborrea mientras se pacta con fuerzas oscuras, alianzas que dejen a los más necesitados al margen de los beneficios que se han construido en este sexenio, y signifiquen una pausa en los beneficios hasta ahora conseguidos; pero tampoco quiere la cerrazón e intolerancia de gobernantes que tengan las mejores intenciones con el pueblo, pero que al momento de tomar una decisión, muestren intransigencia y necedad que lleven a malograr las metas de apoyo institucional a la gente de escasos recursos.
Actores políticos como Ricardo Monreal o Gerardo Fernández Noroña, así como quienes quieran sumarse en pos del máximo cargo de elección popular que se otorga en México, deben optar por dejar de lado los egos que puedan interferir con la prosecución de los resultados en favor de la población obtenidos hasta el momento, aceptar críticas constructivas provenientes de los distintos ámbitos a los que les expone su posición de figura pública y política, unificar las causas y convicciones del pueblo, aunque una parte de éste sea afín a la derecha conservadora y sus aliados medios de comunicación, que han pretendido dividirnos en buenos y malos, y apostar por sumar fuerzas cuando llegue el momento para que la izquierda vuelva a elegir al que sea su representante ante los adversarios en las boletas electorales.
Crear alharaca sin sustancia en televisión y redes, por aspiraciones personales con miras a un puesto, utilizando todos los medios posibles, sin soltar la vanidad y el orgullo, solo llenará de suspicacias el imaginario popular, poniendo en tela de juicio las verdaderas intenciones para hacerse de todo el poder que conlleva un cargo de semejante magnitud, sin pasar por alto que cada vez hay menos gente dispuesta a olvidar las tropelías, pequeñas o grandes, así como coqueteos políticos que huelan a traición de principios que lleven a olvidar su compromiso con el electorado. Nadie quiere un antifaz de izquierda que esconda un rostro con facciones de derecha.
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