Hace algunas semanas, el presidente de Morena, Mario Delgado, desde el estado de México anunció la tan esperada renovación de su partido para militantes y simpatizantes, noticia que corrió por todo el país, y que para unos representa un rayo de esperanza y para otros, la inclusión amenazante de diversas corrientes ideológicas y políticas, que también, hay que decirlo, les significa el final de un modus vivendi que través de ciertas posiciones cupulares, sostenían por medio del poder y las prerrogativas.
Definitivamente, para el purismo de Morena esta noticia no ha caído nada bien, ya que el Purísimo-Fundador sostenía como teoría principal que el que llegaba primero tendría “Derecho de Picaporte”; es decir, los militantes fundadores gozarían de acceso a las posiciones partidistas, candidaturas, y/o espacios en Gobierno Federal o Estatal, como si se tratara de un esquema de escalafón, dejando de lado las capacidades políticas y de liderazgo de sus demás compañeros.
Esta postura ha sido defendida por estos grupos férreamente desde que llegó al poder el presidente López Obrador, lo cual, en un inicio, desató una interesante discusión al interior del partido, pero que poco a poco se ha ido acentuando a lo largo de estos cuatro años de gobierno, convirtiéndose ya en motivo de divisiones y pugnas internas muy intensas, transformando discursos de puros vs. impuros, como si se tratara de una pelea entre inmaculados contra pecadores, rayando retóricas y líneas discursivas en religiosidad.
La pesadilla de estos grupos que impulsaban una política interna estatutaria de “No Inclusión” o de “Derecho Reservado”, se hará realidad este 31 de julio con la reafiliación masiva de militantes y afiliación de simpatizantes provenientes de distintas expresiones políticas, incluyendo las más odiadas: Las del PAN y el PRI, por lo que, si estos personajes pensaron que podrían fungir como una especie de “porteros” o “cadeneros” para dar acceso a quién “sí” y quién “no” tendrán que optar por ser un poco más tolerantes o definitivamente fundar su propio partido de Fundadores.
Por lo pronto, mientras pase una cosa o la otra, el partido de la Regeneración Nacional se verá lleno de puntos de vista divergentes que harán más interesante y enriquecedora la discusión con la nueva militancia; al Purísimo-Fundador no le quedará de otra más que acogerse en las palabras de un viejo conocido, el gran Heberto Castillo, quien decía: “No importa de dónde venimos, Lo importante es hacia donde vamos”, palabras muy aplicables a esta nueva realidad de Morena, que dicho sea de paso, desde el principio se conformó con la visión de ser incluyente y que Morena no es de nadie: Morena es de todos, y así lo ha expresado en muchas ocasiones el mismo fundador por excelencia y hoy presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador.
Entender la nueva etapa del partido en el poder no será nada fácil para muchos al interior, pero será imperioso darse a la tarea de hacerlo porque el sentido de competencia y las capacidades de personajes que antes no estaban y ahora estarán, pondrán el toque de exigencia en las carreras por los espacios políticos, ya sea por elección o por designación, por lo que me atrevo a asegurar que muchas caras nuevas veremos rumbo al 2024; la clave estará en poner altura de miras y concentrarse en lo que hacemos bien nosotros, y no en lo que hacen mal los demás; más temprano que tarde, los señalamientos y las descalificaciones internas ya no surtirán el mismo efecto. La madurez política que está comenzando a obtener la población de nuestro país, requerirá de un nivel de política superior y políticos que la practiquen.
El renovado Morena también tendrá que tomar en cuenta la finalización de la coyuntura de polarización e impulsar perfiles políticos con la particularidad de la “reconciliación” con todos los sectores.
Con la apertura de la carrera por la sucesión presidencial del 2024 no se puede vacilar, ya que la oposición, en aras de alcanzar nuevamente los privilegios, se puede reconfigurar y reagrupar. Morena tendrá que salir más fuerte y más organizado; está reorganización interna le viene muy bien, siempre y cuando no tenga sesgos, se respete la voluntad de su militancia y se venza la tentación de favorecer a distintos grupos que se encuentran al acecho del dirigente nacional entregando “peticiones” para los “amigos”. También será de vital importancia qué Morena transparente sus procesos de selección internos, y no sólo me refiero a las encuestas, que por supuesto tendrán que ser muy claras y traslúcidas; en este proceso de renovación también es importante transparentar y no permitir que las estructuras con las que ya cuenta el partido e incluso el propio gobierno federal, jueguen a favor de algún aspirante a dirigir al partido.
Las estructuras territoriales como la de los famosos “COTS” que lidera Alejandro Peña, incluso las de Bienestar en algunos casos, amenazan con favorecer a distintos “aspirantes a modo”, aprovechando que esas estructuras se encuentran pagadas por el partido y el gobierno federal; se ha denunciado en distintos estados que ya se encuentran llamando a la organización para la afiliación y el acarreo de votantes y así colocar a la mayoría de congresistas al interior del partido.
Esperemos que Morena y su dirigente nacional, Mario Delgado, establezcan candados para evitar esto, ya que de no hacerlo, se tendría más que entendido que todo fue una simulación y solo se utilizaría este proceso únicamente para sumar adeptos al partido, y no realmente para elegir libremente a sus dirigentes; como lo dijo Marcelo Ebrard el mismo día en el Estado de México, lo que necesita Morena es piso parejo; estamos a días de descubrir si eso existe en el partido del Presidente.
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