Son muchos los temas pendientes que todavía faltan por resolver en nuestro país. Como ya sabemos, para revertir el desastre del neoliberalismo, que duró casi 40 años, no basta un sexenio.
Los proyectos que se han concluido en este gobierno son esenciales para dejar atrás esa larga noche del saqueo, lograr el bienestar colectivo y la tan anhelada justicia social. Sin embargo, este sexenio está terminando muy rápido. Todos sabemos que la administración de Andrés Manuel López Obrador es inmejorable. El nuevo concepto de austeridad republicana por primera vez aplicada al aparato gubernamental y no a la población, además de causar admiración en Europa, ha hecho posible el buen manejo de las finanzas públicas y el saneamiento de la economía nacional.
Todos estos logros por los que luchamos activistas, militantes y organizaciones de izquierda están en un serio peligro, porque la 4T todavía está en pañales. Por ello la preocupación de quién encabezará el siguiente sexenio y cómo se consolidará este proyecto de nación, aún a pesar de la descomposición de Morena y el desgaste y decepción que esta traición ha provocado en las bases y en el grueso de la población que veía como única esperanza al partido, y que está harta de los órganos políticos del viejo régimen.
Al corromperse Morena ¿dónde quedará la credibilidad de sus candidatas y candidatos? ¿Dónde quedará la continuidad después del 2030 si el Obradorismo y su ejemplo quedan como un bello sueño del pasado?
Y es que después de este fin de semana, no se puede negar que Morena está cambiando. Ha sido un deterioro meteórico detonado desde las diferentes presidencias nacionales, a excepción de la de AMLO hasta la fecha. Pero con Mario Delgado, Morena ha caído en los mismos vicios del PRIPANPRD. Clientelismo, amiguismo, influyentismo, mucho acarreo y compra del voto, todo ello con una evidente lejanía de verdaderos procesos democráticos internos (votas y te vas) y de su base social.
El fin de semana pasado se afiliaron casi tres millones de personas pero ¿cuántas lo hicieron por voluntad propia? Por donde quiera salen videos y testimonios de que a la mayoría de la gente la llevaron, le dieron una limosna y le escribieron en un papelito por quien tenía que votar. Esta gente humilde y ajena a lo que representa la militancia partidista no hará campañas ni saldrá a participar en encuestas. Es decir, serán fantasmas, números ficticios, inflados que no sostendrán al partido de manera real.
Ese es el peligro, la continuidad de la 4t según la construyó AMLO aún no está garantizada y corre el peligro de terminar en el 2030. Para poder consolidarse a largo plazo hace falta pensar en la siguiente generación, es decir, un proyecto de varias décadas. Si el partido que creó, fortaleció y llevó AMLO a ser un fenómeno mundial se corrompe como ya se está viendo, lo anterior no será posible. Se necesita la continuidad de un partido como herramienta sólida que respete los ideales y los principios con los que fue creado.
El mismo Presidente de la Nación asegura que “aunque el nuevo gobierno pertenezca al mismo movimiento, ya es una visión distinta y más si –toco madera– hay un retroceso, si regresa la corrupción, si regresa el régimen de privilegios, si el gobierno vuelve a ser un comité al servicio de una minoría y se le da la espalda al pueblo, entonces ya no habría estos programas”, es decir, habría el peligro de perder lo ganado.
Y es que la misma militancia y el pueblo de México pueden castigar esta traición, de tal manera que se den condiciones de cambio en la correlación de partidos en la Cámara de Diputados a partir del 2024. Es decir, que Morena puede perder su condición de mayoría que hasta ahora (no sin obstáculos) le ha permitido aprobar las iniciativas del Ejecutivo.
Hace año y medio en Oaxaca, Andrés Manuel externó sus dudas de la estructura política e ideológica que podría tener su sucesor, eventualmente reductora o abiertamente regresiva en temas clave. Criticó las malas prácticas de los partidos, como la búsqueda de cargos a toda costa y sentenció que a quienes apuestan a las trampas, hacen fraude, quieren manipular al pueblo y hablan con demagogia, les va mal. Así que más valdría que la cúpula de Morena le fuera midiendo el agua a los tamales, porque justo lo que están haciendo Mario Delgado, Citlalli Hernández y Bertha Luján, es ir en contra de su fundador y máximo líder moral.
Morena ha perdido la brújula y esto convierte al partido en el primer y mayor obstáculo de la 4T, sobre todo después de este proceso electoral interno tan vergonzoso y amañado. El pueblo sabio está observando, la derecha está regodeándose y aprovechando el momento junto con los medios de comunicación vendidos, lo cual traerá la duda en la gente, por lo que la ciudadanía no le otorgará tan fácilmente de nuevo su voto a Morena. Por tanto la continuidad, la pervivencia del proyecto de la 4T, está en riesgo.
La única esperanza de salvar los principios y estatutos fundacionales de Morena está en la Convención Nacional Morenista que se integra por cientos de auténticos militantes dignos y rebeldes que representan el espíritu congruente del movimiento Obradorista, que avanza por su propia iniciativa y que no dejará de exigir que se cumplan los tres preceptos de: No robar, no mentir, no traicionar.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.