Las antípodas, el lugar seguro para estar, respecto de la derecha.
Desde siempre en México ha existido un sector de la clase económica o geográficamente privilegiada, que se divide en dos y se identifica más como parte de la ciudadanía extranjera, que creen haber sido desafortunados por haberles tocado nacer en los confines de nuestro país. Les mueven las ideologías, intereses monetarios y en menor grado las costumbres que huelan europeas o al menos estadunidenses para proteger y preservar su propio estilo de vida. Luego, hay un sector menos privilegiado de compatriotas a quienes gustaría verse a sí mismos como menos mexicanos, que no tienen ni la posición, ni cuentan con los privilegios de los anteriores y ni siquiera con el tono de piel y que, sin embargo, se sienten en una posición tan elevada para denostar y denigrar a su paisano. En ese lugar se encuentran, entre otros, los políticos que se ven a sí mismos, pertenecientes a una élite que se gana a través de los pactos oscuros y la corrupción que les pueda favorecer el sistema legal del país.
El pasado 9 de marzo, la política y aristócrata española Cayetana Álvarez de Toledo, dio un discurso en Puebla como parte de una serie de conferencias dentro del evento “Festival de las Ideas”, promovido por el empresario Ricardo Salinas Pliego, en el cual atizó sin tapujos al gobierno del presidente López Obrador, nombrando una serie de características que, a su parecer, son los defectos de un gobernante populista y de su administración. Luego, reconoció los diversos actos convocados por la derecha mexicana, en concreto las marchas en defensa del INE (y aunque no lo expresó, del poder judicial), como ejemplos de la defensa de la democracia, en contraparte con un gobierno que, a pesar de haber sido electo por una mayoría, por tener una apuesta política contraria a la suya, resultan una dictadura y hasta un narcoestado.
Desde luego, en el emplazamiento que la también marquesa ibérica hizo a los asistentes a su conferencia, olvidó mencionar que la clase política mexicana de la que fue invitada y con quien comparte preferencias ideológicas, hoy se encuentra en el rincón y condenada al basurero de la historia y que es la misma que actuó como represora, robó elecciones y saqueó las arcas públicas; también le faltó mencionar que, son esos políticos los que a través de la historia han conspirado con personajes extranjeros para que sean estos quienes, por medio de la apariencia, de las buenas maneras, de los acentos foráneos y las palabras rebuscadas, sean los auténticos burros de troya (expresión que uso Cayetana para denostar a los líderes populistas), encargados de atraer la atención del mexicano de a pie, para seducirlo con dichos encantos y que no sea capaz de voltear a ver el saqueo de lo que le pertenece.
Hacia el final de su discurso, la conferencista mencionó a la candidata de la oposición y su proyecto, que dijo encontrarse en las antípodas del populismo. La diputada española no es consciente que es la falta de un proyecto sólido de la derecha, la causante de que ella y otros personajes conservadores a nivel global tengan que venir a la hercúlea misión de rescatar un barco que se hunde, llamado Xóchitl Gálvez. Su presencia y la de aquellos que la antecedieron con una disertación de reconquista de lo que no les pertenece, sirve de antesala para dar la bienvenida a aquellos ciudadanos de otros países que lleguen a este con la intención de hacerlo crecer sin robar, de querer que prospere sin enriquecerse de manera desmedida y que fraternice lejos de conductas racistas hacia nuestros connacionales.
Qué bueno que en México nos encontremos en ese punto diametralmente opuesto respecto de Cayetana Álvarez y sus mecenas: las antípodas, tan lejos de una corona como la española y un reinado de corrupción y muerte como el del PRIAN y tan cerca del pueblo, de la gente de a pie y su democracia que no es la del INE de Córdova, ni las leyes de Norma Piña en el Poder Judicial, ni del grupo circense que es Fuerza y Corazón Por México con sus políticos mezquinos, que buscan engañar de nuevo al pueblo con espejitos, con pompa y solemnidad y también y como era de esperar, con nuevas Carlotas y Maximilianos.
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