¿Valió la pena?

No estoy llorando, se me metió un AMLITO EN MIS OJITOS. Bueno sí, escribo este artículo con lágrimas en mis ojitos. 

Mañana viernes 1 de diciembre se cumplen exactamente 5 años de su arribo a la presidencia. 5 años de haber llegado a la máxima magistratura…presidente de la nación (aunque suene a canción) y empieza la cuenta regresiva para él y para millones y millones de ciudadanos; los que lo odian, los que lo aman… y los que lo seguimos desde hace muchos lustros, que hemos caminado si no cerca de él, sí siguiendo su filosofía, siguiendo sus enseñanzas y confiando en él.

Aún recuerdo ese 1 de diciembre del 2018, un día brillante, con un cielo azul, azul, realmente azul y hermoso, de verdad brillante y lleno de luz. Ese día, al ver cómo se veía el cielo sentí, como nunca lo había sentido al inicio de un periodo sexenal, que el destino de la nación estaba en buenas manos. Cada toma de protesta con cada expresidente, ni me interesaba ni me importaba pues sabíamos, con certeza y muy en lo profundo, aún hasta los que lo niegan, cómo habían llegado a esa importante, importantísima posición y, franca y verdaderamente sabíamos que era más de lo mismo: incertidumbre, manipulación, desaparición de ingresos a las arcas del estado, desapariciones forzadas, matanzas, devaluación, solicitudes de préstamos a los organismos internacionales y luego, deuda, deuda y más deuda, con todo lo que implicaba llegar así, estar así, vivir así, con devaluación, con préstamos…con unas inmensas deudas y sabiendo que dejaban un país cada vez más destrozado, cada vez más sangrado, más devastado y cada vez más hundido.

Pero, cuando aquel 1 de diciembre llegó él, millones, porque fueron, fuimos MILLONES, supimos, los que siempre creímos en él, que México empezaría a tomar otro rumbo, con esa incertidumbre del futuro para muchos, desconocido para todos, con la gran la diferencia es que ahora sabíamos, siempre lo supimos, que había certeza en ese voto depositado y con la confianza de saber que era, que nuestro voto siempre fue para él, para su proyecto de nación y para el cambio verdadero que necesitaba nuestro México.

Parece lejano ese día y a la vez está muy cercano. A la distancia, fue tan corto el tiempo y ahora, ahora sí, empieza la cuenta regresiva para él y para todos. 

Lleva más de 50 años en la lucha, en la friega, conociendo, como él dice, el México profundo, UN MÉXICO PROFUNDO que pocos lo conocen como él y, pocos comprenden la trascendencia y la profundidad (valga la redundancia) de esta frase, pero más que la trascendencia, las problemáticas, las deficiencias, conoce las necesidades del pueblo.

En lo personal, supe de su existencia cuando ocurrió lo del bloqueo de los pozos petroleros en “su agua, en su tierra”, como le llama a su terruño. Acá en la capital sonó muy fuerte aquello de que había incendiado pozos petroleros y que le había causado pérdidas millonarias al Estado, la realidad fue que estuvo en varios bloqueos que mantenían un grupo de chontales tabasqueños, de indígenas que demandaban indemnizaciones para sus más de 40 mil compañeros campesinos y pescadores por los daños que el Pemex de ese entonces les había causado a sus comunidades, ése Pemex manejado en aquel tiempo por esos gobiernos saqueadores; y fue en uno de esos plantones, (algo que acostumbró mucho) en el que recibió aquel famoso garrotazo, pero que, como dijo, “salí de la refriega con la dignidad en alto”. 

Luego, cuando participó en las elecciones de su estado, de Tabasco, donde le hicieron, como siempre pasó, un fraude electoral y volvió a lo suyo, a lo que sabía hacer con la ayuda del pueblo: a manifestarse, a pedir lo que le correspondía a través de la manifestación, todo DE MANERA PACIFICA como siempre lo ha hecho y lo ha dicho, e inició su “Éxodo por la Democracia”.

Llegó a Jefe de Gobierno y bueno, rumbo a las elecciones del siguiente sexenio, fuimos testigos de cómo con mañas del poder del ejecutivo (ya lo confirmó Vicente Fox) y del poder judicial (sí, muchos poderes) fue desaforado (por el poder legislativo) para negarle, en esa ocasión a través de un absurdo juicio, su derecho a competir. Recordamos el ahora histórico discurso del presidente y sus frases icónicas del mismo, iniciando con: “Comparezco con dignidad ante este tribunal por el juicio de desafuero en mi contra. Muy poco voy a argumentar en términos jurídicos sobre la falsedad de este juicio. Tengo la certeza absoluta de que no se me juzga por violar la ley, sino por mi manera de pensar y actuar y por lo que pueda representar, junto con otros mexicanos, para el futuro de nuestra patria”,y terminó con la frase que, hoy más que nunca resuena por todos lados: “Ustedes me van a juzgar, pero no olviden que todavía falta que a ustedes, y a mí, nos juzgue la historia. ¡Viva la dignidad! ¡Viva México!”

 A raíz del fracaso de ese juicio, muchos escuchamos, podría decirse que todo México escuchó en voz de Carlos Segundo el inicio despiadado de aquella infame campaña de: “López Obrador es un peligro para México” (así con negritas porque así de miserable, así de fuerte se escuchó), una campaña inmisericorde, como inmisericorde fue que le arrebataran la presidencia.

Lo vi, lo conocí en persona y lo saludé en alguna ocasión, cuando estaba formando su nuevo movimiento, MORENA e iba por su tercer intento por la presidencia. Estaba afuera de una estación del Metro, en una plaza que está en una de las salidas de esa estación. Lo vi con poca gente, me acerqué, lo abracé y sentí un dolor en mi corazón porque en ese momento, en esos días convocaba a poca gente, nadie le hacía caso, nadie se le acercaba, nadie se quedaba para escuchar su mensaje más que los que lo conocíamos; la guerra sucia, esa guerra infame, atroz, miserable y desmesuradamente sucia caló en muchos capitalinos que hasta ahora, ya habiendo demostrado cuánto trabaja, cuánto luchaba y sigue luchando por dejar un México mejor, aún lo odian, aún lo desprecian gracias al poder mediático, al poder de las mentiras de los manipuladores de la información. En ese momento sentí y me dije, no lo van a dejar llegar, es, como lo dijo él, su última oportunidad, y ya está a un paso de los setenta años, no lo van a dejar, la masacre mediática (hablando metafóricamente) fue descarnada para no dejarlo llegar, para no permitirle llegar por nada del mundo a la presidencia.

Y llegó, y este 1 de diciembre, a 10 meses de terminar su mandato, se va, sí como un GIGANTE y como él dice, “se va para nunca volver, para nunca aparecer en nada”.

Y sí, empieza la cuenta regresiva para este hombre, odiado para muchos, amado para otros pero eso sí, indiferente para nadie.

Ahora me pregunto si valió la pena y como nunca, claro que sé que valió, revalió, recontravalió la pena haberle dado mi voto, mi confianza y haber puesto el destino de mi país en sus manos y pues aunque suene a muy de Andrés Manuel, yo se lo digo a él…lo quiero desaforadamente y “es un honor estar con Obrador”.

VALIÓ TO-TAL-MEN-TE L A PENA.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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