Una multitudinaria marcha pacífica encabezada por jóvenes en Lima terminó en enfrentamientos con la Policía, dejando al menos un muerto y más de un centenar de heridos. Las protestas, impulsadas por la generación Z, exigen la renuncia del presidente interino José Jerí y el fin de la corrupción política.
Lo que inició como una jornada de protesta pacífica en diversos puntos de Lima culminó en violencia la noche de este miércoles. Miles de jóvenes, artistas y colectivos sociales salieron a las calles para exigir cambios profundos en el Gobierno interino de José Jerí, pero la represión policial frente al Congreso desató choques que se extendieron hasta la madrugada. La Fiscalía confirmó la muerte de Eduardo Ruiz, quien recibió un disparo de arma de fuego, y anunció la apertura de una investigación para esclarecer los hechos.
Tras los disturbios, el mandatario de transición se acercó a la zona donde varios policías resultaron heridos y publicó en la red X que “un grupo reducido pretende alterar la voluntad pacífica de quienes salieron a expresarse”. Sin embargo, el malestar ciudadano persiste. La vacancia de Dina Boluarte y el nombramiento de Jerí no han calmado la crisis política, mientras el nuevo Gabinete, encabezado por Ernesto Álvarez, ha sido criticado por su discurso confrontativo hacia los jóvenes.
La marcha, impulsada principalmente por la generación Z, se extendió por todo el país bajo el símbolo de una calavera sonriente con sombrero de paja, en alusión al anime One Piece. En Lima, los manifestantes llevaron pancartas, flores y representaciones teatrales en demanda del cierre del Congreso, justicia por las víctimas de 2023 y medidas contra la corrupción. A la movilización se sumaron colectivos universitarios, asociaciones feministas, artistas —entre ellos Susana Baca, de 81 años— y agrupaciones regionales.
A pesar del carácter festivo y pacífico de gran parte de la jornada, hacia el anochecer la Policía cerró las vías de salida y lanzó gases lacrimógenos en la avenida Abancay, lo que provocó caos y enfrentamientos. La Defensoría del Pueblo reportó más de cien personas afectadas, entre civiles y agentes, y diez detenciones. La Coordinadora Nacional de Derechos Humanos condenó el uso de gases en espacios cerrados, advirtiendo que “pone en riesgo la vida e integridad de los manifestantes”.
La convocatoria, organizada a través de redes sociales, evocó las protestas de 2020 contra Manuel Merino, cuando dos jóvenes fueron asesinados en circunstancias similares. En esta ocasión, los participantes, muchos menores de 25 años, expresaron su hartazgo con la clase política. “Si los jóvenes de Asia y Latinoamérica se levantaron, nosotros también podemos hacerlo”, declaró Alejandro Revilla, del colectivo Jóvenes Líderes para el Perú. La noche cerró con fuego, represión y un país que vuelve a debatirse entre la indignación y la esperanza.
Con información de Francesca Rulfo para El País.

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