Durante años, el FONDEN fue la caja chica de la desgracia nacional. Cada huracán, cada temblor, cada deslave, cada inundación, traía dolor y enriquecimiento ilícito.
Detrás del espectáculo mediático, el FONDEN se volvió la caja chica del dolor ajeno, obras que nunca se hicieron, contratos inflados, constructoras “amigas”, facturas duplicadas, empresas fantasma, todo con el sello de la “ayuda federal”. Más que Fondo de Desastres Naturales, era el Fondo de Desfalcos Nacionales.
AMLO argumentó que el FONDEN se había convertido en un mecanismo de desvío de recursos, manejado con total discrecionalidad por gobiernos anteriores. Auditorías de la ASF detectaron miles de millones de pesos, sin comprobar.
Ahí estaban los gobiernos de antes, posando entre ruinas con sonrisa de campaña. Felipe Calderón, por ejemplo, aparecía en cada desastre enfundado en chamarra militar, entregando cobijas como si con eso bastara para tapar los desvíos millonarios, y Enrique Peña Nieto, en un arranque de “empatía”, llegó a decirle a los damnificados que hicieran tandas para reconstruir sus casas. Así de solidario el muchacho.
Pero un día, se acabó la farsa gracias al gobierno de AMLO, el FONDEN fue eliminado y los intermediarios perdieron su mina. Hoy los recursos se entregan de manera directa, sin fideicomisos, sin “mochadas” y sin foto presidencial. Tras el huracán Otis, por ejemplo, el dinero fue directo a las familias, a los comercios, a las escuelas, no a los bolsillos de contratistas de “confianza”.
Por supuesto, algunos añoran el viejo sistema, no porque fuera mejor, sino porque ya no hay tajada. Pobres… perdieron la costumbre de lucrar con la tragedia.
Y es que cuando la corrupción era la regla, eliminarla parecía un desastre. Hoy, que el dinero llega a su destino, eso aunque les duela es el verdadero cambio.
Porque el país que alguna vez lucró con la tragedia, empieza por fin a reconstruirse desde su dignidad. Se han cerrado las grietas morales que dejaron años de corrupción y simulación.
Nuestra presidenta Claudia Sheinbaum está mostrando que gobernar y apoyar en estos momentos de crisis, y sin Fonden, es estar presente no en el discurso, sino en la acción.
Les mando un abrazo fraterno

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