TUTUPICHE

9 de febrero de 2024. El presidente llega al Salón Tesorería. “Ánimo”, dice, como siempre, aunque ahora con un ojo inflamado. Su equipo habla de los apoyos al campo que están en las reformas a la Constitución que ha presentado en el último jalón de su gobierno. Sembrando Vida es el programa de reforestación de árboles frutales y maderables más grande del mundo, pero los lectores de diarios y quienes escuchan la radio no lo saben o prefieren ignorarlo; también lo desconocen o prefieren desconocerlo los ecologistas de ocasión y muchos poetas. Casi 39 mil millones de pesos se invertirán en dicho programa este año. Otros programas son Producción para el Bienestar, Fertilizantes, Bienpesca y Precios de Garantía. Se dice en la Mañanera que este año se invertirán miles de millones de pesos en estas y otras reformas que también presentó el gobierno. 20 en total.

“¿Qué tiene en el ojo?”, le preguntan a coro los periodistas.

“Un tutupiche”.

“¿Cómo?”.

“Es una infección que agarré en la última gira, por polvo. En mi tierra se le llama tutupiche. Pero no es nada preocupante, de acuerdo al médico”.

El Diccionario de Americanismos explica que tutupiche viene del maya yucateco chuchup (inflamado) e ich (ojo).

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El reportero habla de las campañas negras. “¿Cómo contrarrestarlas?”, pregunta.

“[Hay que] tener la dicha enorme de poder hablar con la verdad. Ser libres. Esto que estamos haciendo es más importante que presentar una nota diplomática. Siempre sostengo que hay que castigar a los que cometen delitos, pero lo más importante es prevenir… Y lo que tenemos que hacer es seguir denunciando, haciendo uso de nuestros derechos… Todas estas prácticas de manipulación y corrupción, y estigmatizarlas”.

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Tengo amigos poetas que odian a Andrés Manuel; conozco a escritores que no lo toleran. Se mofan y critican el obradorismo y no creen en la Cuarta Transformación; se irritan cuando el “aldeano” le llama tutupiche al orzuelo. Se violentan también por el precio del frijol (¿cuánto costaría si gobernara el PRIAN?); critican la manera en la que Lenia Batres llegó a la Suprema Corte (no se preguntan cómo llegaron los demás ni qué tipo de determinaciones toman); dicen que por culpa de López-Gatell murieron miles, que los libros de texto gratuitos no sirven, y un largo etcétera.

¿Cómo explicarles lo que pasa en México? ¿Cómo hacerles ver que lo que estamos viviendo es un momento histórico, un cambio de régimen (que llevará años)? Lo mejor es que respiren y cuenten hasta un millón, porque lo que se viene va para largo y además será –está siendo– en beneficio de todos, incluso de ellos mismos (aunque no lo oigan ni lo vean [pero, eso sí, lo aprovechan cuando les conviene]). 

“Soy lector de periódicos”, dice uno. Pues comencemos por ahí. Leer cualquier diario en México es caer en la trampa de la mentira. Salvo La Jornada, y no siempre; lo mismo pasa con los noticieros y programas radiofónicos, y qué decir de los de la televisión comercial. Quizá no lo sepan –o no lo crean–, pero los dueños de la mayoría de los diarios en México actuaban en contubernio con los gobiernos anteriores. Ahora están ardidos. Tan solo Peña Nieto les dio 52 mil millones de pesos por concepto de publicidad oficial. El gobierno de AMLO ha reducido este gasto en 70 por ciento. Por eso todos los días, a todas horas, se leen, se ven y se escuchan noticias falsas y sesgadas en contra de la 4T.

Y luego hablamos de los negocios que emprendían los medios en contubernio con el gobierno: el botín de los reclusorios, el de los hospitales…

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En esa conferencia, el presidente habla del saqueo que vivió el país durante más de tres décadas. “¿Cuánto se condonaba de impuestos?… La otra es lo que les decía de los contratos leoninos. ¿Cómo, por nueve hospitales, 160 mil millones de pesos de contrato? Y resulta que hacemos los avalúos… y cuestan 6 mil millones; para 160 mil… eso es un atraco, eso es un robo… esos eran también dueños de medios de información”.

El presidente de México aseguró que Peña y Calderón aumentaron la deuda en promedio alrededor del 8 % del PIB, mientras que en esta administración se espera un incremento de aproximadamente 2.5 %.

¿Cómo explicarle esto a un sordo que no quiere ver, a un ciego que no quiere oír?

14 de septiembre de 2023. El presidente enfatiza: “Nosotros somos el país posiblemente con menos deuda después de la pandemia. No solicitamos deuda adicional. Es cosa de que se analice qué sucedió en Estados Unidos, qué sucedió en España, qué sucedió en cualquier otro país cuando la pandemia; lo primero que hicieron, y hasta lo recomendaban los organismos financieros internacionales, fue contratar deuda. Nosotros no lo hicimos”. Según los datos presentados por Andrés Manuel López Obrador, la deuda se estimaría en 15.1 billones de pesos. Sin embargo, la revista Proceso señala que, “de acuerdo con analistas consultados”, bla-bla-bla. Claro: cualquier “analista consultado” puede decir cualquier cosa.

AMLO había dicho: “El próximo gobierno no necesita endeudarse y no necesita una reforma fiscal, lo que se necesita es que no roben y que también no lleguen o no regresen los que robaban anteriormente. Dejo finanzas sanas”.

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En su libro ¡Gracias!, de reciente aparición, el presidente dice que el infarto que sufrió en diciembre de 2013 obedeció, en buena medida, a la aprobación de la reforma energética impulsada por Enrique Peña Nieto:

“Como era predecible, el pacto de marras (Pacto por México) se convirtió en un instrumento para profundizar en la política entreguista y antipopular. Con ese paraguas se aprobaron las más nefastas reformas: educativa, fiscal y, sobre todo, la más ambicionada: la llamada reforma energética”, recordó.

“Esta última fue en buena medida la causante del infarto que padecí hace diez años; aclaro que antes de ese gran susto me cuidaba poco y trabajaba mucho más, pensaba que eso del estrés no existía, que era una exquisitez pequeño-burguesa como la depresión y las frecuentes visitas al psicólogo… estaba equivocado: la hipertensión mata”.

El presidente quiere hacer historia. La está haciendo.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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