Esta semana del 6 al 13 de abril en la Alcaldía Xochimilco se celebra La Flor más Bella del Ejido, un evento con raíces prehispánicas, instituido por Lázaro Cárdenas en 1936 http://www.xochimilco.cdmx.gob.mx/la-flor-mas-bella-del-ejido/. Me gustaría hablar en términos de una dicotomía empírica que describe una realidad de contrastes en torno a una feria en este caso, pero considerando que existen diversos eventos diseminados en diferentes lugares de la Alcaldía a lo largo del año, cuya organización pretende impulsar tanto el turismo, como la derrama económica.
Por un lado, destaco la publicidad que se ha hecho del evento para impulsar el turismo en Xochimilco, uno de los espacios más icónicos de la CDMX, que padece cada fin de semana la visita de una gran cantidad de personas. Sobre todo los domingos se complica mucho el ingreso al Centro de Xochimilco, la cantidad de autos que ingresan desde la mañana es grande. Si a esto agregamos que los autobuses del Corredor “COTAXOMIL” que abarca Taxqueña, Xochimilco y Milpa Alta, comienzan a caer en prácticas características de los microbuses; se esperan demasiado tiempo, en el cruce de Avenida Muyuguarda y Prolongación División del Norte, lo que genera aún más tráfico.
Este detalle aumenta el tiempo de traslado del transporte público y del privado, pero además favorece la concentración de gases de efecto invernadero que nos afectan sobre todo en periodos de calor. El ingreso de los visitantes los fines de semana también aumenta la cantidad de motociclistas que a la entrada de Xochimilco te “apoyan” para encontrar los embarcaderos más cercanos o aquello con los que cada uno tiene convenio. Estas personas suelen estar todos los días, pero aumenta los fines de semana y en el marco de una fiesta más. Pero uno piensa, quizá sea bueno ya que la derrama económica para las personas locales podría implicar un mayor beneficio, ¿cuál será la experiencia local?
En la semana fui como de costumbre a realizar mis compras al mercado y le pregunté a las personas que venden tortillas de maíz nixtamalizado si la feria les beneficia en las ventas, su respuesta fue negativa, me comentan que, al contrario, con la feria afuera del mercado, la gente entra menos y la fuerte música que tienen durante todo el día llega a lastimar los oídos. El comentario fue una sorpresa porque yo sí esperaba que los productores fueran quienes tuvieran un espacio principal pues la festividad gira en torno a la tradición xochimilca y lo icónico del lugar son los cultivos en las chinampas o la producción de hortaliza, que sí suelen estar en el periodo de día de muertos, pero brilla por su ausencia en este tiempo.
Una noche quise observar las actividades y ver el tianguis de artesanías, me doy cuenta de que hay más puestos de comida que artesanales y éstos le dan salida a las actividades que se hacen en los diferentes pilares u otros programas en la demarcación. Ahora, la comida es algo más estandarizado que local, todo lo que puedes encontrar en una feria común, papas fritas, pizzas, carne asada, tacos, pan de fiesta, helados, raspados, mucha variedad para el visitante estándar. En la zona gastronómica a las afueras del mercado, una gran zona de alitas, brochetas, postres y no puede faltar la oferta de alcohol, principalmente jarritos preparados, cervezas o la bebida alcohólica de moda: “azulitos”.
Justo de ese lado, al frente de uno de los mercados principales, todos los días desde las mañanas se encuentra la zona de los elotes, ese sí, uno de los productos de la zona chinampera y de julio a octubre, aproximadamente, podemos encontrar una de las variedades más deliciosas de maíz; el cacahuacintle. Pero esa noche ya no había ninguno de los puestos, las vendedoras ya habían terminado con su jornada y no pude disfrutar de sus elotes hervidos o lo sabroso de sus esquites; aún no les pregunto si a ellas les va mejor en esta fiesta.
Lo que me pareció lamentable es la venta de cerveza al interior de la zona del templete donde se organizan los conciertos o los concursos, por cierto, un monopolio pues es el único. Pude ver la premiación del certamen La Florecita de la Chinampa, donde participan niñas, fue algo emotivo porque todas las niñas tratan de sacar la mejor actitud a pesar de haber perdido y las ganadoras te emocionan porque se nota que hay mucho trabajo detrás de ellas tanto de sus profesoras, como de las familias. Las niñas responden a las preguntas que determinan el conocimiento de sus raíces y luchan contra el nervio de enfrentarse a un escenario gigante y una gran cantidad de personas que forjan su carácter.
Al final me pregunto si la tensión constante entre el turismo extractivista y el sustentable podría tener un equilibrio donde realmente se beneficie a las comunidades y no sólo a quienes pagan la renta de los locales en las ferias y esto permita a los visitantes tener precios más justos para todos. Porque una botella de agua por $40 pesos es un ejemplo mínimo de lo costoso de una visita para turistas o locales y demerita el conocer la cultura local.

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