Tienditas de barrio, la transformación dormida

Opinión de José Alfredo Gutiérrez Falcón

Una de las principales virtudes de las tienditas de barrio es la toma de decisiones rápida y flexible por parte de sus propietarios. En base a esta cualidad, podríamos crear un ambiente colaborativo entre productores, microempresarios y gobiernos, para contribuir a la solución de grandes retos, como la reactivación económica, la obesidad y el desperdicio de los alimentos producidos en México.

Las políticas públicas de nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador suelen solucionar una diversidad de problemas con una sola acción. Siguiendo su ejemplo, hacemos esta propuesta, con los siguientes datos:

El 75 por ciento de los adultos en México padecemos sobrepeso u obesidad, mientras que el 35 por ciento de niños en edad escolar y un 38 por ciento de los adolescentes, presentan esta enfermedad crónica. Por otra parte, al menos 28 mil mexicanos vivimos en inseguridad alimentaria, mientras que desechamos el 34 por ciento de los alimentos que producimos. Las principales causas de este infame desperdicio son: poca tecnología para el campo, falta de intención de compra justa, caminos intransitables y transportes inadecuados.

En este caso, si llevamos a las tienditas de barrio productos saludables, podemos combatir la obesidad, mientras contribuimos a la reactivación de la economía y a una mejor salud de todo el pueblo. Un ejemplo clarísimo son los alimentos de nopal producidos cada vez más en nuestro país. Estos snaks saludables pueden competir fácilmente con los productos ultra procesados de las grandes marcas. Otra oportunidad para llevar alimentos saludables a estas microempresas, serán los excedentes de las Jornadas de producción para el autoconsumo. Si la producción en el campo mexicano sigue creciendo como se pronostica, será un buen momento para pensar más en procesar productos como el maíz, grano bendito que puede convertirse en tortilla, fritura, atole, o en un delicioso esquite, al que nadie se resiste.

La gran proeza de fomentar el auto consumo de maíz, frijol y chile, podría complementarse con talleres presenciales y virtuales de gastronomía tradicional mexicana. Estos tres ingredientes fueron fundamentales para que la UNESCO reconociera a nuestra gastronomía como Patrimonio Inmaterial de Humanidad.

Estos cursos podrían llevarse a cabo en tienditas de barrio, ya que per se, son un punto natural de encuentro y de largas pláticas. Quizá estos talleres podrían tener un alcance turístico, al ser reconocida nuestra cocina como un modelo cultural completo, que comprende actividades agrarias, prácticas rituales, conocimientos prácticos antiguos, técnicas culinarias, costumbres y modos de comportamiento comunitarios ancestrales.

En el año 2020 se cumplieron 10 años de este reconocimiento de la UNESCO a la gastronomía mexicana, y a casi trece años de distancia, no le hemos sacado el menor provecho. Es oportuno recordar que, según datos del Ranking de la Organización Mundial de Turismo (OMT), México logró posicionarse como el segundo destino turísticos a nivel mundial el año 2021, con 31.9 millones de visitantes. De tal suerte, este logro es una gran oportunidad para ofrecerle a los turistas más experiencias en nuestro país. Y qué mejor vivencia que entender de dónde vienen las delicias que se llevan a la boca, cuando están de visita en nuestro hermoso México.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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