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    UNAM importa modelo de corrupción penitenciaria

    Por Ricardo Sevilla

    La seguridad de la máxima casa de estudios será entregada a un personaje que es experto en cárceles. El terror de las cárceles mexiquenses llegará mañana al campus universitario.

    El polémico Raúl Arcenio Aguilar dejó hoy la Secretaría de Prevención, Atención y Seguridad Universitaria.

    En su lugar, el rector Leonardo Lomelí Vanegas designó a Manuel Palma Rangel como titular de la SPAMSU, quien asumirá el cargo a partir de mañana.

    Cabe recordar que, el pasado 25 de octubre, la muerte de un aficionado del equipo de futbol Cruz Azul a las afueras del Estadio Olímpico Universitario, enfatizó la crisis de seguridad que impera en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

    Sin embargo, la nueva designación del rector Leonardo Lomelí vuelve a encender las alarmas en la comunidad universitaria.

    Y es que llama poderosamente la atención que el rector, ahora, haya decidido poner la seguridad universitaria en manos de un personaje como Manuel Palma Rangel, un priísta de hueso colorado.

    Y es que Manuel Palma Rangel, además de tener un plaza en la Facultad de Economía de la UNAM y ser colaborador de le revista Nexos, también fue subsecretario de Control Penitenciario de la Secretaría de Seguridad del Estado de México.

    Le platico más.

    En teoría, el nombramiento que hizo el rector Lomelí debería ser una respuesta contundente para enfrentar la falta de seguridad que padece la máxima casa de estudios.

    Sin embargo, la experiencia de Manuel Palma Rangel está muy lejos de lo que, en estos precisos momentos, necesita la UNAM.

    Y es que la experiencia del nuevo titular de la SPAMSU se centra en el control de poblaciones cautivas y sistemas de máxima seguridad (es decir: cárceles y centro penitenciarios), un modelo de seguridad que, para ser honestos, es completamente opuesto al ambiente de autonomía, libertad de cátedra y prevención social que deberían caracterizar a la UNAM.

    Pero eso no es todo.

    Y es que, durante la gestión de Palma Rangel al frente de la Subsecretaría de Control Penitenciario del Edomex, diferentes informes periodísticos señalaron que, en los 22 penales mexiquenses que dependían del ahora nuevo titular de la SPAMSU, existían cobros múltiples a los internos, corrupción en todos los niveles, y negocios millonarios con la venta de alimentos y los lugares para dormir.

    Y eso es sumamente preocupante.

    Porque estos señalamientos asocian directamente al nuevo titular de la seguridad universitaria con un historial de presunta corrupción sistémica y fallas gravísimas en el control y la ética institucional en un entorno de alta vulnerabilidad.

    Y le digo más: No deja de llamar poderosamente la atención que, en algún momento, Manuel Palma Rangel haya celebrado un convenio con el actor y ultraderechista Eduardo Verástegui para la reinserción social de adolescentes.

    Francamente, el rector Lomelí debería comprender que la UNAM, como universidad libre y autónoma, debe operar bajo un modelo de seguridad comunitaria y de prevención social, y no como una cárcel.

    Sin embargo, al designar a un exfuncionario con experiencia en el modelo de control y punitividad carcelaria, la UNAM ha optado por una estrategia de mano dura. Y eso es terriblemente preocupante.