Etiqueta: Sergio Macías

  • DICEN

    DICEN

    Dicen que el presidente está arruinando a México; lo dicen quienes devaluaron el peso, provocaron la inflación y nos llevaron a la quiebra. Dicen que él y sus hijos son corruptos, pero no muestran pruebas y hasta financian libros con ese tema. Inventan un falso conflicto de interés con una casa que la nuera del presidente rentó en Estados Unidos por un tiempo breve, pero ellos han incurrido en tráfico de influencias e incluso crearon un cártel inmobiliario en la Ciudad de México con el que construyeron cientos de departamentos irregulares y sobornaron a los desarrolladores. Ellos tienen las manos llenas de oprobio y de dinero, y suites en Miami.

    Alegan que el gobierno de López Obrador está endeudando al país, pero ellos crearon el Fobaproa que no terminaremos de pagar en cincuenta años: ya costó dos billones de pesos y resta uno por saldar. Le llaman dictador los que crearon la guerra sucia y desaparecieron opositores, los que censuraban a los periodistas.

    Mienten cuando dicen que la refinería de Dos Bocas, en Tabasco, no funciona y fue un gran fraude, pero ellos solo construyeron una barda y dejaron las demás refinerías casi inservibles. Ellos lo vendieron todo y no dejaron nada, ni el aire. Malbarataron Pemex y Teléfonos de México; se deshicieron de Mexicana de Aviación (hoy recuperada para uso y destino de los mexicanos), de nuestros Ferrocarriles (también en proceso de recuperación), de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro; y vendieron los bancos, entre muchos otros bienes del pueblo. 

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    20 de febrero de 2024. Un apacibleAndrés Manuel López Obrador está sentado frente a Inna Afinogenova. Es extraño verlo con lentes. Ella es joven, inteligente y está del lado correcto de la historia.

    “No encuentras –dice AMLO– una reforma que se haya hecho en 36 años para favorecer al pueblo. No. Todo fue entregar empresas públicas, quitar el derecho de los campesinos a la tierra, privatizar la tierra, privatizar las minas, privatizar los ferrocarriles. Quitar el derecho a pensiones justas para los trabajadores. ¿Tú sabes que en el gobierno de Ernesto Zedillo se reforma la Constitución para que un trabajador, cuando se jubila, no reciba el sueldo de su último año de trabajo, sino el equivalente al 25 por ciento de su sueldo?”. 

    El rostro de la periodista rusa radicada en España adquiere una expresión de estupefacción. Aunque está al tanto de la política mexicana, esta vez no oculta su sorpresa. No puede creerlo, pero es cierto.

    “Fíjate, esas cosas… Luego el salario mínimo perdió 70 por ciento de su poder adquisitivo en todo el proceso neoliberal que nosotros llamamos neoporfirista”.

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    Reclaman una reforma fiscal los mismos que condonaron los impuestos de los grandes empresarios, es decir, los máximos traficantes de influencias. Dejaron obras inacabadas, o mal empezadas, como el tren interurbano México-Toluca (hoy El Insurgente). Dicen que no hay medicinas los que las escondieron para continuar con sus privilegios, pues ganaban miles de millones. Y ahora dicen que para qué una megafarmacia: así es su incongruencia. Crearon oficinas de turismo en las grandes ciudades, decían que para promover a México, y costaron seis mil millones de pesos al año; al final, no promovieron más que a sus amigos. Braman y se revuelcan todavía por habérseles acabado el negocio del nuevo aeropuerto de Texcoco.

    Le llaman vejestorio al personaje que todos los días, de pie, lleva a cabo sus conferencias de prensa a las siete de la mañana después de haber tenido la reunión con el gabinete de seguridad. Lanzan una campaña de millones de bots para “asegurar” que nuestro presidente es narco, pero ellos impusieron a Felipe Calderón, quien sí rendía cuentas al narcotráfico, por lo que su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, está hoy preso en Estados Unidos, esperando sentencia. 

    Le bajan al presidente videos y entrevistas, coartan su libertad de expresión, pero ellos, decimonónicos, lacayos, invitan a la realeza española a venir a dar lecciones de democracia. La merolica de cuello largo, de nombre largo, entonces, escupe sin rubor mentiras absurdas revestidas de clasismo y condescendencia. 

    Se quejan de que aún hay huachicol quienes desde el gobierno de Fox hasta el de Peña Nieto se robaron 500 mil millones de pesos de gasolina. Se llenan la boca en contra de la corrupción aquellos cuyos gobernadores, muchos en la cárcel y otros a la espera de ella, se robaron 30 mil millones de pesos.

    Sus guarderías subrogadas tenían niños fantasma, y en sus paupérrimos programas sociales, personas fantasma. Ellos declararon la guerra, supuestamente contra el narco, y son culpables de los muertos, pero acusan al gobierno de la 4T, que nada puede hacer sino atacar las causas, y aunque ya se aprecia una reducción de 20 por ciento anual en el número de delitos, ellos solo ven los números; ellos no analizan, mienten. Ellos no miran que la estrategia para acabar con la violencia es estructural. No ven, no quieren mirar.

    Mienten cuando dicen que esta es la elección más inequitativa de la historia moderna de México, que el presidente es vocero de Morena; no vieron nada cuando se robaron la presidencia en 2006 ni cuando la compraron en 2012.

    Y aseguran que el presidente habla un mal español, que su discurso es retórico y simplón, que ha retorcido el idioma y que además es inculto. No miran que él habla el lenguaje del pueblo y con él se comunica. Lo llaman ignorante, sin haber leído al menos uno de los 20 libros que ha escrito.

    Ellos, gustosos, les condonaban impuestos a los millonarios y ahora reclaman justicia. Transaban con la construcción de hospitales y reclusorios. Hicieron negocios leoninos y dejaron obras inservibles. Transaron hasta con la ciencia.

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    Ellos miran desde la oscuridad, desde el mundo al revés, y pretenden seguir su camino de corrupción y guerra, lo que a todas luces será imposible, pues como bien le dice AMLO a Inna: “El porvenir viene acompañado de la justicia y tiene rostro de mujer”.

  • LA FORJA DE UN REBELDE

    LA FORJA DE UN REBELDE

    Algún día de 1996. Su camisa blanca es de manga larga y en la bolsa se deja ver un bolígrafo. En la última década del siglo XX aún no están en boga los celulares, así que escribimos con plumas, memorizamos los números telefónicos y ejercitamos sencillas operaciones matemáticas haciendo uso de nuestro cerebro, no del Nokia y el BlackBerry, que entrarán a escena dentro de cuatro o cinco años. El joven político debe de redactar a mano los textos de sus libros… No sabe que en 2024 será autor de 20 libros. Andrés Manuel tiene 42 años, su cabello aún es oscuro y es el líder del éxodo por la democracia.

    ¿Cómo es Andrés Manuel López Obrador?

    Soy un ciudadano que quiere un cambio democrático en el país. Tengo pasiones, pero también esgrimo razones, los tabasqueños somos eso. Somos razón, pero también pasión. Tenemos un propósito. Insisto: el que haya democracia en México. Estamos luchando por la vía pacífica, por los cauces legales… Nosotros ejercemos nuestro derecho a disentir a plenitud.

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    “Estamos con un político de la oposición que ha dado mucho de qué hablar y que va a dar más de qué hablar todavía: Andrés Manuel López Obrador”. Estas palabras no son las de un clarividente sino del periodista Miguel Bonasso, luchador social en su país, Argentina, y destacado escritor que militó en el grupo guerrillero Montoneros con actividades de prensa.

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    En ese momento ni el entrevistado ni el entrevistador saben que dentro de poco menos de tres décadas Andrés Manuel, ahora conocido por sus siglas como AMLO, será presidente de México, el mejor del que se tenga memoria.

    Si bien nadie puede adivinar el futuro, quien esto escribe presiente que en los años venideros se terminará de echar al cesto de basura a esa casta de corruptos comandados (es un decir) por una mujer que todos los días deja ver su bajeza intelectual y moral. Fuerza y Corrupción por México debiera llamarse la alianza que encabeza. 

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    ¿El bloqueo de los campos petroleros no era una medida muy arriesgada?

    Es una práctica que se viene haciendo en Tabasco. Cuando se habla de invasiones, de tomas, de bloqueos había que analizar primero cuál es la esencia del problema, cuál es el fondo. Pemex irrumpió en Tabasco. Pemex ha invadido tierras en Tabasco. Ha entrado a terrenos propiedad particular, a terrenos ejidales, a terrenos comunales. Ha causado daño, ha contaminado tierras, ha contaminado las aguas, ha degradado. 

    Si hay un invasor en todo esto es Pemex. El director de Pemex era Jorge Díaz Serrano… Era la época en la que [según López Portillo] se nos dijo que íbamos a administrar la abundancia. Como recientemente el señor Salinas nos dijo que de pie cantáramos el Himno Nacional porque ya había terminado la pesadilla. 

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    17 de agosto de 1981. Sus largas patillas, su gran calva, su engolada su voz. El presidente José López Portillo lleva puesta la banda presidencial y un porte altivo. Parece que mira a todos desde lo alto. Y sí. Ahora, aparece sentado frente a un montón de hojas. Carmen Romano, todavía su esposa, lo mira fingiendo admiración. “Defendamos nuestro peso. Esa es la estructura que conviene al país [lo que sea que eso signifique]. Esa es la estructura a la que me he comprometido a defender como perro”, dijo. Y sí, los perros no saben de números, así que luego de declarar una moratoria, el peso terminó cayendo de 22 a 70 pesos por dólar. Después, con Miguel de la Madrid, quien resultó ungido por el dedo perruno, vendría lo peor…

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    Tú estuviste en el PRI. Fuiste presidente del PRI en Tabasco.

    Regresé a Tabasco durante la campaña a senador por el PRI del maestro Carlos Pellicer. Había un proyecto de crear un fideicomiso para apoyar a la zona indígena chontal, la zona más pobre del estado. Don Carlos tenía una colección de pinturas de José María Velasco valuadas en siete millones de pesos. La intención era vender esas pinturas para formar ese fideicomiso y apoyar a la gente más humilde del estado.

    Le robaron los cuadros… amordazaron a su ama de llaves y se llevaron las pinturas. Se truncó este proyecto. Don Carlos murió al poco tiempo, y a mí me ofrecieron la dirección del Instituto Nacional Indigenista del estado. En Tabasco alrededor del 15% de la población es indígena chontal.

    En el trabajo en las comunidades, con la gente, no había una filiación partidista. Lo que queríamos –asegura Andrés Manuel– era mejorar las condiciones de vida de la población marginal del estado. Después, Enrique González Pedrero nos propuso que trabajáramos para reformar al PRI en Tabasco.

    ¿Es posible reformar al PRI? La ironía se dibuja en el rostro de Miguel Bonasso.

    No se puede. La respuesta es tajante. 

    Ahora, Andrés Manuel ha de pensar en lo iluso que fue entonces al pretender cambiar a ese partido autoritario. Únicamente puede revivirse a los muertos en las novelas góticas del siglo XIX.

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    1991. Andrés Manuel camina y camina acompañado de decenas de personas, algunas con huaraches, y uno se pregunta cómo pueden soportar una caminata de mil kilómetros. Deben llevar los pies llagados, pero el honor está incólume. La coherencia y el valor son el sello de todos. 

    El joven de 40 es igual al viejo de 70. Su voluntad y su fuerza son inquebrantables. El joven que camina sin parar, el nacido en Macuspana. El viejo que está a ocho meses de concluir su mandato. Ambos están a años luz de aquella candidata que intenta bailar y no puede, que intenta agradar y carece de gracia, que intenta convencer y es falsaria, así firme con sangre las hojas en las que está escrito que hará lo que había dicho que no haría. ¿Pero cómo si los apoyos sociales que da este gobierno se llevan casi tres billones de pesos? ¿Cómo si los defensores de la vieja política no quieren dejar sus privilegios, como no pagar impuestos y sí emitir facturas falsas y efectuar negocios leoninos? Mientras el guion de la campaña de la derecha anuncia sin desenfado un gobierno de sangre y prisión, de sangre y fuego, de sangre y miedo, uno no puede sino pensar en quién será el presidente o la presidenta que habrá de relevar a Claudia.

  • CRÓNICA DE UNA FALSA MARCHA ANUNCIADA

    CRÓNICA DE UNA FALSA MARCHA ANUNCIADA

    18 de febrero de 2024. La marcha por la democracia no es marcha ni es por la democracia. Es un extraño mitin al que los convocados llegan al Zócalo por todos lados, en taxi, en camiones (aunque no lo declaren) o en metro, así no lo sepan usar: se empujan, estorban junto a las puertas y no son solidarios con las numerosas señoras que en parejas o triadas van sumándose al convoy. “Las tías panistas sí existen”, pienso, mientras las veo orgullosas, altivas y ataviadas de rosa pastel. Pero no solo las tías panistas se unen al contingente. Observo un público heterogéneo en el que, eso sí, predomina la llamada clase media; la clase media desinformada, digo yo; la gente que a veces, o seguido, escucha en radio a Loret, o en “Hechos” ve a ese otro señor que vive la paradoja de parecerse tanto a Nicolás Maduro, o a Ciro, o cualquier otro noticiero, o bien se asoma al universo paralelo de los diarios impresos. Quiero ver el color y encuentro mucho rosa y blanco, pero lo que realmente predomina es el gris, el tibio color de la ignorancia, el negro deslavado del rumor y el sucio blanco de la mentira, y es entonces cuando me llega ese desesperante sentimiento que me invita a decirles a esos jóvenes, a esa gente humilde, que se lo piensen bien, que están siendo engañados, que el país no está perdido, que no vamos hacia el comunismo, que no hay crisis económica, que por fin se ve la luz al final del túnel de la infame guerra que dejaron los gobiernos anteriores, que…

    “En el futuro van a escuchar: abuelito, abuelita, ¿dónde estabas cuando la democracia en México peligraba?”, grita el ridículo desde el estrado. “Han secuestrado la bandera”, berrean, y ni siquiera saben que el número de secuestros reales ha descendido en 85 %. “El autoritarismo levanta muros”, gritan y se expresan sin pensar en dónde está el régimen autoritario. “El voto es libre” y “El INE no se toca”. “¿Dónde está la marea rosa?”. “Aquí, aquí”, responden los mareados rosas que creen que viven un narcogobierno, porque eso les dijeron, eso les repiten una y otra vez, sin que existan pruebas, como sí las hay del gobierno del Calderón. Pero eso no importa, sino lo que dice Brozo. “Queremos división de poderes”, gimen desde el estrado, pero evitan señalar que el Poder Judicial ha detenido las leyes progresistas impulsadas desde este gobierno. ¿Cómo explicarles?

    Encuentro otro pequeño segmento de la población. Son personajes altos, blancos, y prístina es su ropa, pues son –se sienten– más puros. Es más blanca su ropa porque es nueva, así sus tenis, sus sombreros panamá y sus lentes Gucci.

    “Ahora sí tenemos que dirigirnos al presidente: el presidente tiene que entender que no es el candidato”. Me río. Deben ser muy valientes esos oradores, porque después advierten que “el presidente es el principal delincuente del país”. No le temen al dictador.

    Pero los asistentes no hablan. Solo repiten las consignas con fervor. Se toman fotos. Aunque la consigna diga: “Que se oiga fuerte y claro, el pueblo está enojado”. Ellos solo ríen, y los pocos que hablan lo hacen de futbol, de ropa, de la reunión de ayer. Se toman fotos. Hay que demostrar que venimos a la marcha que no es marcha, que todos sepan que nos importa nuestro país, la humanidad, la paz mundial: “No al comunismo”.

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    Dos chicas acompañan al organillero y piden dinero en sus gorras mientras suena la hermosa canción “Dios nunca muere”, y yo me pregunto si es porque no muere por lo que Dios es tan bromista. Debe de aburrirse mucho y ha de estar fisgoneando todas las ridiculeces que se muestran en esta maravillosa plaza. Ricos ricos, aspiracionistas aspiracionistas, pero no le cooperan al organillero ni a su hermosa tradición. Ellos también son tradicionalistas, pero tacaños.

    De repente, una revelación: ¡las casas de campaña voladoras de Frena!, pero ahora están arrinconadas frente al Palacio de Gobierno. Pienso en el empresario de apellido Lozano al que se le fueron las cabras al monte y en otro que no canta mal las rancheras: Krauze. Quisiera felicitarlo por su involuntario sentido del humor al comparar esta movilización con la del 68. No topo a nadie, pues, y topo a todos. 

    “Vámonos yendo”, me digo a mí mismo antes de que llegue Lorenzo, el falso demócrata, el árbitro corrupto, el clasista que se dice de izquierda, pero al que le encanta el oro, el chipotle hablador. No estoy para más mentiras. Es domingo. En casa me esperan.

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    La madrugada anterior. Me despierto, como todas las madrugadas, pero ahora con un leve sobresalto. Es gente asustada, pienso. Es gente que cree que va a perder sus privilegios, los tenga o no. Es gente que escucha todos los días en los medios de comunicación masiva (que, entre paréntesis, sí han perdido privilegios) que en este país las libertades están desapareciendo, que la democracia está en riesgo, que hay que salvar al INE porque el presidente es un autoritario que va a hacer fraude en las próximas elecciones, aunque no lo necesite. Es gente ingenua que cree –se los han dicho– que México se desmorona, que vivimos la peor violencia de la historia, que este es un narcogobierno, que nunca habíamos estado tan mal… Y lo creen… Iré. 

    Aunque hayan sido convocados por más organizaciones sociales que las que existen en el país; aunque la marcha no sea marcha ni defienda nuestra democracia; aunque solo busque subirle uno o dos puntitos a la candidata Xóchitl, pese a que en una o dos declaraciones ella misma se encargue de restárselos nuevamente, no se detienen a pensar que detrás de la marcha están priistas, panistas y empresarios-delincuentes que buscan regresar a la época en la que no pagaban impuestos, recibían carretadas de dinero del Conacyt, hacían negocios sucios, llámense hospitales en obra negra, reclusorios, carreteras, y que además emitían facturas falsas. En eso no se detienen a pensar los convocados. Solo van. Les han dicho que los obradoristas solo dividimos, que actuamos con odio, que polarizamos. Y lo creen… Iré. 

  • TUTUPICHE

    TUTUPICHE

    9 de febrero de 2024. El presidente llega al Salón Tesorería. “Ánimo”, dice, como siempre, aunque ahora con un ojo inflamado. Su equipo habla de los apoyos al campo que están en las reformas a la Constitución que ha presentado en el último jalón de su gobierno. Sembrando Vida es el programa de reforestación de árboles frutales y maderables más grande del mundo, pero los lectores de diarios y quienes escuchan la radio no lo saben o prefieren ignorarlo; también lo desconocen o prefieren desconocerlo los ecologistas de ocasión y muchos poetas. Casi 39 mil millones de pesos se invertirán en dicho programa este año. Otros programas son Producción para el Bienestar, Fertilizantes, Bienpesca y Precios de Garantía. Se dice en la Mañanera que este año se invertirán miles de millones de pesos en estas y otras reformas que también presentó el gobierno. 20 en total.

    “¿Qué tiene en el ojo?”, le preguntan a coro los periodistas.

    “Un tutupiche”.

    “¿Cómo?”.

    “Es una infección que agarré en la última gira, por polvo. En mi tierra se le llama tutupiche. Pero no es nada preocupante, de acuerdo al médico”.

    El Diccionario de Americanismos explica que tutupiche viene del maya yucateco chuchup (inflamado) e ich (ojo).

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    El reportero habla de las campañas negras. “¿Cómo contrarrestarlas?”, pregunta.

    “[Hay que] tener la dicha enorme de poder hablar con la verdad. Ser libres. Esto que estamos haciendo es más importante que presentar una nota diplomática. Siempre sostengo que hay que castigar a los que cometen delitos, pero lo más importante es prevenir… Y lo que tenemos que hacer es seguir denunciando, haciendo uso de nuestros derechos… Todas estas prácticas de manipulación y corrupción, y estigmatizarlas”.

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    Tengo amigos poetas que odian a Andrés Manuel; conozco a escritores que no lo toleran. Se mofan y critican el obradorismo y no creen en la Cuarta Transformación; se irritan cuando el “aldeano” le llama tutupiche al orzuelo. Se violentan también por el precio del frijol (¿cuánto costaría si gobernara el PRIAN?); critican la manera en la que Lenia Batres llegó a la Suprema Corte (no se preguntan cómo llegaron los demás ni qué tipo de determinaciones toman); dicen que por culpa de López-Gatell murieron miles, que los libros de texto gratuitos no sirven, y un largo etcétera.

    ¿Cómo explicarles lo que pasa en México? ¿Cómo hacerles ver que lo que estamos viviendo es un momento histórico, un cambio de régimen (que llevará años)? Lo mejor es que respiren y cuenten hasta un millón, porque lo que se viene va para largo y además será –está siendo– en beneficio de todos, incluso de ellos mismos (aunque no lo oigan ni lo vean [pero, eso sí, lo aprovechan cuando les conviene]). 

    “Soy lector de periódicos”, dice uno. Pues comencemos por ahí. Leer cualquier diario en México es caer en la trampa de la mentira. Salvo La Jornada, y no siempre; lo mismo pasa con los noticieros y programas radiofónicos, y qué decir de los de la televisión comercial. Quizá no lo sepan –o no lo crean–, pero los dueños de la mayoría de los diarios en México actuaban en contubernio con los gobiernos anteriores. Ahora están ardidos. Tan solo Peña Nieto les dio 52 mil millones de pesos por concepto de publicidad oficial. El gobierno de AMLO ha reducido este gasto en 70 por ciento. Por eso todos los días, a todas horas, se leen, se ven y se escuchan noticias falsas y sesgadas en contra de la 4T.

    Y luego hablamos de los negocios que emprendían los medios en contubernio con el gobierno: el botín de los reclusorios, el de los hospitales…

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    En esa conferencia, el presidente habla del saqueo que vivió el país durante más de tres décadas. “¿Cuánto se condonaba de impuestos?… La otra es lo que les decía de los contratos leoninos. ¿Cómo, por nueve hospitales, 160 mil millones de pesos de contrato? Y resulta que hacemos los avalúos… y cuestan 6 mil millones; para 160 mil… eso es un atraco, eso es un robo… esos eran también dueños de medios de información”.

    El presidente de México aseguró que Peña y Calderón aumentaron la deuda en promedio alrededor del 8 % del PIB, mientras que en esta administración se espera un incremento de aproximadamente 2.5 %.

    ¿Cómo explicarle esto a un sordo que no quiere ver, a un ciego que no quiere oír?

    14 de septiembre de 2023. El presidente enfatiza: “Nosotros somos el país posiblemente con menos deuda después de la pandemia. No solicitamos deuda adicional. Es cosa de que se analice qué sucedió en Estados Unidos, qué sucedió en España, qué sucedió en cualquier otro país cuando la pandemia; lo primero que hicieron, y hasta lo recomendaban los organismos financieros internacionales, fue contratar deuda. Nosotros no lo hicimos”. Según los datos presentados por Andrés Manuel López Obrador, la deuda se estimaría en 15.1 billones de pesos. Sin embargo, la revista Proceso señala que, “de acuerdo con analistas consultados”, bla-bla-bla. Claro: cualquier “analista consultado” puede decir cualquier cosa.

    AMLO había dicho: “El próximo gobierno no necesita endeudarse y no necesita una reforma fiscal, lo que se necesita es que no roben y que también no lleguen o no regresen los que robaban anteriormente. Dejo finanzas sanas”.

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    En su libro ¡Gracias!, de reciente aparición, el presidente dice que el infarto que sufrió en diciembre de 2013 obedeció, en buena medida, a la aprobación de la reforma energética impulsada por Enrique Peña Nieto:

    “Como era predecible, el pacto de marras (Pacto por México) se convirtió en un instrumento para profundizar en la política entreguista y antipopular. Con ese paraguas se aprobaron las más nefastas reformas: educativa, fiscal y, sobre todo, la más ambicionada: la llamada reforma energética”, recordó.

    “Esta última fue en buena medida la causante del infarto que padecí hace diez años; aclaro que antes de ese gran susto me cuidaba poco y trabajaba mucho más, pensaba que eso del estrés no existía, que era una exquisitez pequeño-burguesa como la depresión y las frecuentes visitas al psicólogo… estaba equivocado: la hipertensión mata”.

    El presidente quiere hacer historia. La está haciendo.

  • LA PRIMERA MAÑANERA

    LA PRIMERA MAÑANERA

    3 de diciembre de 2018. Andrés Manuel López Obrador es por fin el presidente de México. La mañana de su primer día de trabajo vislumbra un nuevo amanecer, una pequeña luz que ilumina la oscuridad que nos dejaron tantos años de gobiernos priistas y panistas. Uno piensa en todo lo que hay que hacer para que esa luz no se apague. El presidente arriba con su traje negro al Salón Tesorería de Palacio Nacional. Se disculpa porque se le ha hecho un poco tarde debido a que se alargó la primera reunión de seguridad, lo que será costumbre durante los próximos cinco años. Les dice a los periodistas que dará una conferencia cada día hábil del año. “Váyanse preparando”, debe haber pensado.

    “Quiero informarles que todos los días a las seis de la mañana, como lo hicimos hoy, nos vamos a reunir con el gabinete de seguridad pública porque este es el tema que más preocupa a los mexicanos […]. No voy a delegar esta responsabilidad. La voy a atender de manera directa. Vamos a procurar que puntualmente, a las siete de la mañana, podamos hablar con ustedes, informarles para que a través de ustedes los mexicanos tengan información de lo que acontece en nuestro país. Se va a garantizar el derecho a la información”.

    Su primer anuncio es un acuerdo para garantizar el proceso de búsqueda de los jóvenes de Ayotzinapa. Desde el primer día ha tenido que luchar a contracorriente. Desde el primer día ha tratado de encontrar a los jóvenes, pero el Poder Judicial y la Fiscalía no lo apoyan.

    “Estamos bien y de buenas; no vamos a enojarnos”, declara. Y también habla del presupuesto… Sus prioridades son los empleos, el crecimiento, el bienestar, la paz y la tranquilidad. “No habrá límite ni censura”, indica. Después, les pide a los periodistas que se organicen para facilitar el diálogo circular. Que sea plural, incluyente.

    Jésica Zermeño, de Univisión, es la primera periodista que toma la palabra. ¿Quién será el último o la última? Falta tan poco… La conferencia matutina es un crisol, pues a ella llega todo tipo de periodistas. El presidente los respeta a todos, así digan lo contrario los que extrañan el chayote. Muchos de ellos serán exhibidos.

    –¿Qué platicaron con el vicepresidente de Estados Unidos? 

    –Le expresé mi respeto por el trato recibido desde la elección. Ha habido una relación respetuosa con el presidente Trump. 

    A otra pregunta responde AMLO que sí va a visitar Los Pinos. Con ironía, afirma que ya se hicieron las ceremonias de purificación. “Ahora –dice– es un espacio para las artes y la cultura”.

    En la primera conferencia matutina no han puesto sillas para los acompañantes del presidente. Alguien las ha olvidado. Olga Sánchez Cordero comienza a palidecer y Gertz Manero algunas veces se va para atrás. Este último nadará de muertito durante toda la administración. A la mitad del camino, la exministra desertará. Seguir los pasos del presidente es correr un maratón. Los que lo hemos corrido sabemos lo que es eso. Mientras tanto, los generales de Marina y la Defensa toman una postura de hierro; son como la guardia real inglesa, pero sin sus ridículos gorros. 

    Los periodistas parecen hacinados. La pandemia por covid nos dejó desde 2020 otra manera de organizarnos. Antes nos respirábamos los unos a los otros. Éramos muéganos. No entiendo por qué hay infinidad de cámaras. Parece que todos los medios estuvieran al pendiente para ver cuándo y cómo se equivoca el presidente. Pocos creen que cumplirá lo prometido en campaña. Lo hará…

    Sabemos que el Peje es un roble, y así lo demostrará en los años venideros. Tal vez sean los genes de doña Manuelita, su madre, que, en palabras del periodista Jorge Zepeda Patterson, maravillaba a los vecinos de Macuspana por su capacidad de trabajo desde las cuatro de la mañana hasta el anochecer. Pilas alcalinas habrá de haberle heredado al viejo que tanto nos asombra.

    Ante la falta de sillas, alguien debe decirle: “Andrés, no todos son como tú. Más bien: nadie es como tú, no sé de qué diablos estás hecho”.

    Durante la conferencia, puedo ver que el chat está a todo lo que da: “Vamos a recuperar Pemex”, “La muerte de Televisa”, “Me canso ganso”, “Estamos con Tigo (¿quién será ese?)”.

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    14 de enero de 2024. Eva y yo no podemos resolver un problema si no es juntos. No podemos dormir si no es juntos. Y también juntos leemos libros, vemos series, así como programas de noticias o columnas grabadas en YouTube por periodistas auténticos. Cuando se puede, ella ve un rato conmigo las mañaneras.

    “Cunde por el ágora nacional una añoranza precoz, una nostalgia anticipada… Ya empezamos a extrañar al viejo”, escribió Germán Castro el otro día en este medio, y es verdad. Le decía a Eva que deberíamos repetir una Mañanera cada día a partir de la primera celebrada en diciembre de 2018. Era broma, desde luego, pero me quedé con el gusanito de ver de nuevo la primera.

    ***

    Las conferencias matutinas de Andrés Manuel son parte importante en la nueva estrategia. En La mafia que se adueñó de México… y el 2012 había dicho: “Es necesario cambiar la forma de hacer política. Este noble oficio se ha pervertido por completo. Hoy es sinónimo de engaño, arreglos cupulares y corrupción… Para ello no es necesario convertirnos en teóricos de la política, sino estar dispuestos a aprender y a poner en práctica lecciones sencillas de dignidad, congruencia, honestidad y amor al pueblo”.

    Justamente para eso son las mañaneras: para aprender esas lecciones sencillas. En las conferencias, los miembros del gabinete y el presidente anuncian las acciones del gobierno. En una de finales de enero de 2019 se habla del plan de austeridad y de la venta de 263 autos y camionetas de lujo, algunos blindados, que se compraron en gobiernos anteriores. En la pantalla está un Audi valuado en más de seis millones de pesos: “Este es línea fifí”, dice, mientras los reporteros ríen (algunos se tratan de aguantar la risa infructuosamente). Andrés Manuel tiene además un buen sentido del humor.

  • ACAPULCO, UN PARAÍSO QUEBRADO POR EL VIENTO

    ACAPULCO, UN PARAÍSO QUEBRADO POR EL VIENTO

    3 de enero de 2024. “Me avisan cuando lleguemos; voy a dormir un rato”, dije a la mitad del camino. “¡Pero si tú vas manejando!”. “Ah, de veras…”. Era broma, desde luego, y es que hacía años que no tomaba una carretera tan tranquila. Hasta el frío en Tres Marías estaba disfrutable, aunque no tanto como el taco de cecina y la quesadilla de huitlacoche.

    Rumbo a Acapulco voy maquinando un meme: ahí estoy tumbado en un camastro en la playa, con un coco y un libro, mientras escribo: “Aquí sacrificándome para apoyar a mis hermanos costeños damnificados por la furia del huracán”.

    “Lo que el viento le hizo a Juárez”, eso fue lo que le hizo el huracán a las palmeras, podría decirse. Las veo renacer y admiro sus retoños aferrados a la vida desde lo alto de sus delgados y flexibles troncos. Se me ocurre un haikú: 

    PALMERAS 
    Largas, elásticas, 
    ya vuelven sus retoños…
    Sobrevivientes. 

    “Después de la tempestad viene la calma”, y tres meses después de la devastación que dejó el huracán Otis podemos admirar una bahía hermosa, serena. Del lado izquierdo está la gran piedra, a la que hace unos 30 años llegué nadando nada más para clavarme tres aguijones de erizo, uno de los cuales se me quedó en el talón de Aquiles, mi punto débil…

    “¿Viste Soy leyenda? –le pregunta a mi hijo el niño de las quesadillas–. Así estaba Acapulco, con la gente robando, vuelta loca”. “Es normal, para comer”. “Pero robando pantallas y videojuegos”. “Quizá siga siendo lo normal”. Por mi mente vuelan imágenes de vampiros en busca de personas, y también celebro la derrota de los otros vampiros, los más escalofriantes: los vampiros neoliberales.

    Con su hotelería al 30 y su comercio al 50 por ciento, Acapulco sigue siendo Acapulco, y eso se aprecia en la amabilidad de su gente, que ahora está esperanzada, contenta porque los apoyos han llegado, lo cual podemos corroborar con las filas de personas recibiendo ayudas en diversos lugares y en lo que nos narran los guerrerenses.

    ***

    10 de enero de 2024. Un animado López Obrador ha vuelto a Acapulco para informar a los habitantes del puerto y de Coyuca de Benítez cómo va el plan de reconstrucción con el que se enfrentaron los efectos dañinos del huracán.

    Funcionarios del gabinete exponen los avances, luego de 77 días del violentísimo arribo de Otis. Se concluyó la fase de atención a la emergencia y ya se llevan a cabo las acciones de reconstrucción. Los funcionarios públicos federales que están trabajando en Acapulco son casi 3 mil, sin contar a los casi 25 mil elementos de las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional.

    Como sabemos, los más de 15 mil millones de pesos producto de la extinción de los fideicomisos del Poder Judicial no podrán utilizarse para apoyar a los damnificados del huracán Otis.

    “Puras habas” –decía mi padre–, pues gracias a los ahorros y al buen manejo administrativo de este gobierno ha sido posible invertir, hasta ahora, 25 mil 689 millones de pesos en la reconstrucción.

    Es mentira que el presidente haya abandonado a los guerrerenses. Todo lo contrario. La mezquindad está en los que se dicen opositores y en lo que todos los días aseguran los medios corporativos de comunicación. 

    ***

    Después del informe, Andrés Manuel toma la palabra:

    “Ya todas las familias de Acapulco tienen sus recursos para la reconstrucción de sus viviendas; estamos hablando de 250 mil familias que ya tienen en sus manos sus apoyos, que ya están adquiriendo materiales de construcción y están rehabilitando sus casas. Eso nos da mucho gusto.

    También, como aquí se ha informado, ya se están entregando enseres domésticos, 80 mil paquetes, pero [como] se necesitan alrededor de 250 mil […], se tuvieron que hacer gestiones para adquirir estos electrodomésticos en China, en Corea, y ya se tiene la contratación de estos enseres, y a más tardar en marzo van a estar ya en los hogares de todas las familias de Acapulco y de Coyuca […].

    Todavía vamos a seguir trabajando en mejoras para el desarrollo urbano en Acapulco y en Coyuca, en lo que tiene que ver con agua, con drenaje; va a continuar la labor de limpieza. Desde luego, lo relacionado con la salud y la educación. Ya tenemos el presupuesto para la rehabilitación de todas las escuelas […], la rehabilitación de mercados con la participación de los locatarios. Y, como ya dije, en la rehabilitación de las viviendas con la gente y un sistema de autoconstrucción: se les dan los recursos, ellos están adquiriendo los materiales, contratan a los maestros de la construcción, y así vamos avanzando. Es una labor conjunta […].

    Y termino diciéndoles que vamos a seguir informando del avance. Me gustaría que regresáramos, vamos a hacerlo, pero que cuando regresemos a otra conferencia, aquí, en Acapulco, ya empecemos a entregar los primeros certificados de rehabilitación de las casas; eso sería algo extraordinario […]. Y decirles que, a partir de hoy, igual a los pescadores, se les van a entregar ya todos sus apoyos y vamos a seguir adelante”.

    ***

    Comedia en cinco actos:

    • 1. La ministra Norma Piña acepta la propuesta del presidente de usar los fideicomisos del Poder Judicial para donarlos a los damnificados en Acapulco.
    • 2. El ministro Javier Laynez –juez y parte– la contradice: suspende la extinción de los fideicomisos, para que no puedan utilizarse en el puerto.
    • 3. El ministro Laynez presenta y promueve un proyecto equis.
    • 4. El ministro Laynez dice que va a votar en contra de su propio proyecto.
    • 5. La ministra presidenta, Norma Piña, se siente extrañada y piensa: “Hay alguien peor que yo”.
  • CRÓNICA DEL BACALAO

    CRÓNICA DEL BACALAO

    23 de diciembre de 2023. “Elogio en boca propia es vituperio”. Lo sé, pero mi bacalao es tan bueno que desde hace más de 30 años parientes y amigos no me lo perdonan para las fiestas decembrinas. Me he resignado, de modo que a las seis de la mañana comienzan los preparativos. Ya el manjar noruego lleva un día desalándose y tres lavadas.

    Nunca conocí al señor Ibáñez, pues en los años sesenta, que es cuando comienza esta historia, yo era un niño y siempre pensé que ese español de apellido vasco y dueño de una tlapalería en la colonia Doctores era la persona ideal para revelarle a mi joven madre la receta del bacalao a la vizcaína. Ahora sé, sin embargo, que ese tipo de bacalao, que se parece más bien a una receta veracruzana, solo se hace en México. Extrañezas culinarias del país en donde se crearon el mole y los chiles en nogada.

    Para no ensuciar la mesa busco algún periódico o papel propagandístico, pero no hay nada. Ya no recuerdo cuántos años tengo sin comprar periódicos. ¿Para qué? Sería absurdo hojear las páginas del Reforma o El Universal, plagadas de noticias falsas, artículos ponzoñosos, verdades a medias… Con la ausencia de Miguel Ángel Granados Chapa sepultamos también el periodismo de opinión en medios impresos, salvo, como siempre, honrosas excepciones.

    Llegaron, no obstante, las llamadas benditas redes sociales, por medio de las cuales destaca el trabajo de periodistas notables, muchos de ellos escritores que han revolucionado la actividad periodística, porque seguramente entienden la trascendencia de la Cuarta Transformación de la vida pública de México. A riesgo de traición por omisión, distingo a tres: Fabrizio Mejía Madrid, Alejandro Páez Varela y Epigmenio Ibarra. Ellos son mis maestros, pero decenas más escriben, y lo hacen muy bien, desde distintas trincheras, como esta. Un saludo a Germán Castro, colega, amigo y, también, senséi.

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    “¿Va a quedar olvidado el istmo como siempre ha estado olvidado?”. El encabezado es de un reportaje del 24 de septiembre de 2017 que aparece en Confabulario de El Universal, cuyo papel iba a utilizar para ponerlo debajo del ajo, la cebolla, el jitomate, el pimiento, el perejil, la almendra. En el número 224 de dicho suplemento, titulado “Historias del terremoto”, Eko dibuja en la portada un puño cerrado que resurge de entre los escombros. 

    Lo que destaca del texto de Sonia Sierra es que admite sin tapujos el olvido, el sempiterno abandono que el Estado había tenido por el istmo de Tehuantepec, es decir por el sur-sureste, porque en el periodo neoliberal esta región del país que comprende los estados de Guerrero, Oaxaca, Chiapas, así como Tabasco, Campeche, Quintana Roo (salvo Cancún) y Yucatán, era poco más que nada en el escenario geopolítico de México.

    Ahora bien, la nota se refiere al templo de San Vicente Ferrer, máximo símbolo católico de los habitantes de Juchitán de Zaragoza —la tierra del gran Francisco Toledo—, construido en el siglo XVI y dañado severamente por el sismo de 8.2 grados que el 7 de septiembre de 2017 devastó muchos lugares de Oaxaca. 

    La respuesta a la pregunta que da título al reportaje es no. Porque si bien Enrique Peña Nieto y Alejandro Murat no hicieron mucho por reconstruir no solo ese templo sino los muchos monumentos que resultaron afectados en varios estados de la República, sí lo ha hecho el gobierno de la Cuarta Transformación.

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    [Entrevistada en el Canal Once, una niña responde: “El arte es como el pegamento que puede volver a unir a esta sociedad tan quebrada”].

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    12 de agosto de 2023. Con la coordinación del Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Instituto de Patrimonio Cultural del Estado de Oaxaca y el Ayuntamiento Juchiteco se espera que pronto concluya la restauración total de ese y de otros monumentos, como el antiguo convento dominico del siglo XVI Rey Cosijopi, una construcción emblemática de Santo Domingo Tehuantepec que muestra la fusión de dos culturas: la occidental y la indígena.

    La secretaria de Cultura, Alejandra Fraustro, señala lo siguiente: “Tenemos el registro de 3 mil 269 inmuebles afectados en 11 estados de la República; de ellos, 2 mil 386 ya han sido concluidos, han sido entregados… con una inversión de 6 mil 651 millones de pesos”.

    Cuando los denigradores de la 4T dicen que este gobierno no invierte en cultura, dejan de ver que entre muchos otros apoyos y políticas, estos llegan directamente a los afectados, con el propósito de unir los pedazos desquebrajados de las obras de arte antiguo (además de muchas cosas que no caben en esta crónica).

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    [El ajo se pica fino y nunca es demasiado, en rodajas la cebolla, luego el morrón picado y todo se fríe en aceite de olivo. Hay que pelar las papas cambray, la mitad de las aceitunas van picadas y nunca hay que olvidar las alcaparras. El jitomate se vierte una vez que se cuela y los chiles güeros se ponen siempre al final]. 

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    27 de noviembre de 2023. Un satisfecho López Obrador muestra en la pantalla las imágenes de nuevas carreteras en una más de sus innumerables conferencias mañaneras. “Oaxaca —afirma—lleva más [kilómetros de carretera construidos]. En el caso de Quintana Roo, los caminos que se están haciendo hacia las zonas arqueológicas […] con este sistema de construcción son 4 mil 144 metros. Ya no estamos abriendo. Ya lo que queremos es cerrar. Imagínense cuánto trabajo. Por eso el sur-sureste, en el primer semestre del año, tiene una tasa de crecimiento anual del seis por ciento. Eso nunca había sucedido. Pero es todo esto, más el tren, más la refinería, más el istmo, porque esto tiene un efecto multiplicador. Te da empleo y se hace la obra en beneficio de la gente, porque el presupuesto se queda en los pueblos”. En pocas palabras —dice el presidente—, “todo el sur-sureste está creciendo al doble que el norte”.

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    “Dad crédito a las obras —bien decía don Quijote— y no a las palabras”.

  • AMLO, UN LÍDER LINGÜÍSTICO

    AMLO, UN LÍDER LINGÜÍSTICO

    4 de mayo de 2012. Andrés Manuel López Obrador está en campaña por la Presidencia de la República. Faltan solo dos días para el debate y tal vez ya ha pensado qué hará si se le acerca mucho el candidato del PAN: guardará su cartera. Como siempre, recibe una andanada de críticas por su manera de hablar, pero él se defiende: “Es como el habla de cada uno de nosotros, yo no voy a cambiar mi hablar, mi hablar y expresar mi cultura; me siento orgulloso de eso. No voy a ir nunca a un taller, a una escuela de dicción, no voy a ir tampoco a risoterapia. ¿Cómo? Pues no. No queda” –dice, y finge una sonrisa petrificada.

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    Cuando habla –es verdad–, Andrés Manuel se come unas eses y aumenta otras. Dice “de que” en vez de “que” y “que” en vez de “de que”. Utiliza figuras populares, como “me canso ganso”, cuando podría decir “estoy seguro”. De hecho, a veces les presume algún éxito a sus malquerientes con un demoledor “tengan para que aprendan”. Cuando el presidente habla –y vaya que habla–, enloquece a los conservadores, que lo tildan de ser un aldeano ignorante.

    Ellos, que en su mayoría son corruptos, animales heridos que llevan cinco años sin recibir del gobierno fabulosas concesiones y prebendas millonarias, perciben la forma de hablar de Andrés Manuel como un crimen de Estado.

    Lo que no ven, o no quieren ver, es que AMLO pone su corazón en cada una de sus palabras, su conocimiento, su amor por el pueblo, y que es vasta su cultura a pesar de que ponga una ese al final de “dijiste”.

    Y no lo ven, o no lo quieren ver, porque esos críticos son analistas, empresarios, comentaristas o académicos, casi todos reaccionarios y algunos que se dicen izquierdosos, pero que gustan de vivir del privilegio y que han adquirido el modo de hablar y escribir que se fue construyendo a lo largo de siete lustros de neoliberalismo.

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    En México hay diversas formas de hablar el idioma español y están vivas 68 lenguas nacionales que en orden alfabético empiezan con el akateko y terminan con el tsotsil (ambas son variantes lingüísticas del maya). Los hablantes de estos dos idiomas tienen un acento hermoso, monosilábico, como el de Yucatán. Pero en el norte se habla más cantado, aunque no cantadito como en algunas regiones populares de la Ciudad de México. 

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    9 de diciembre de 2003. Tengo en mis manos dos libros: Helguera, caricaturista (Sexto Piso, 2023) y Ternuritas. El linchamiento lingüístico de AMLO (David Bak Geler, 2023). La portada del primero deja ver dos bocetos: un Salinas con sombrero y un Zedillo como lo que es: un bufón. Abajo, en fila india, Fox, Calderón y Peña, desnudos, caminan hacia el basurero de la historia representado como la involución: el primero, encorvado y con botas; el segundo, con las manos ensangrentadas, y el tercero, con cola y cuerpo de simio. 

    En Ternuritas hay un tiro al blanco en cuyo centro está la cara de Amlito, la figura inconfundible a la que el INE dio vida y censuró; tres dardos que en realidad son plumas fuente bordean el dibujo con la cara risueña del presidente.

    Con el sello de la editorial El Chamuco y los Hijos de Averno, este libro no tiene desperdicio. Reproduzco el primer párrafo: “Con ganas de exagerar, pero sólo lo suficiente, podemos decir que allí donde hay dos personas, hay dos lenguajes. En cuanto alguien se echa a hablar se mezclan en su voz todos los lugares donde ha pasado la vida. Cada persona trae a la conversación su propio acento, los dichos que aprendió con su familia y las palabras que su profesión le dicta –ya sea albañil o abogada, campesino o médica, filósofo o cocinera–. La escuela a la que asistimos y la clase social a la que pertenecemos quedan impresas en nuestro lenguaje. Entre nuestras palabras se cuelan las letras de las canciones que escuchamos y los libros que leemos. En breve, podemos decir que el lenguaje de cada quien es como un resumen de su vida, el compendio siempre cambiante de nuestra experiencia”.

    ***

    El joven filósofo David Bak Geler ha nombrado a los detractores del habla de AMLO como “los agentes del lenguaje único”. Nunca mejor dicho. Para mi gusto, son personajes kafkianos que visten de negro y vigilan el más pequeño “yerro” que, según ellos, sale de la boca del presidente, de su “neolengua”, de su “pejeñol”.

    De acuerdo con la lingüista Violeta Vázquez Rojas, “no hay normas correctas o incorrectas de hablar”. En los nuevos libros de texto gratuitos –afirma– se nombran las variedades del habla, con lo que se normaliza la existencia de múltiples lenguas en este país y se reconoce su diversidad lingüística. La crítica a estos libros –asegura– tiene que ver más con el hecho de que, antes, la industria editorial privada estaba a cargo de ellos, y eso les redituaba más o menos la mitad de sus ganancias.

    En opinión de Julio Serrano, otro lingüista, el presidente ha puesto de moda muchas expresiones y frases ante millones de personas, y eso lo convierte en un tipo de líder lingüístico.

    Quienes critican la manera popular de hablar quizá no lo saben, pero siguen el modelo estándar de la lengua. Está bien, pero también es correcto hablar de la forma en la que lo aprendimos en la casa, en la escuela, en la calle. Lo malo es que entre esos críticos hay un clasismo, un racismo, que no les permite entender que el español es un idioma vivo y que Chava Flores está más cerca de la gente que Octavio Paz.

    ***

    18 de diciembre de 2023. La conferencia matutina, como muchas otras, se ha alargado. El presidente habla de Regeneración, el periódico oficial de Morena, y asegura que no tiene “nada de la jeringonza esa tecnocrática. No le íbamos a poner resiliencia. ¿Qué es esto?”. Dice también que no hay que usar tecnicismos para hablarle al pueblo. “Ustedes escuchan a un político tecnócrata y les aseguro que no le entienden nada […]. Necesita uno un traductor, pero él se siente un gran orador parlamentario, experto, porque no les interesaba el pueblo y a nosotros sí. Con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada”.

  • LOS LIBROS, LA PATRIA Y EL ELEVADORISTA

    LOS LIBROS, LA PATRIA Y EL ELEVADORISTA

    29 de marzo de 2019. Todos los viernes tienen algo especial. Un relajado Andrés Manuel López Obrador nos muestra el funcionamiento de un elevador de la época porfirista; es realmente hermoso y reluce su estilo art nouveau. “Todavía funciona. Yo lo uso” –dice–, y lo manipula no con tanta destreza. El presidente trae en la mano un libro de texto gratuito. Es uno de esos ejemplares que llevan en la portada el retrato de una mujer vestida de Patria que posa delante de sus propios símbolos. Un dejo de nostalgia llega a mí cada que veo una portada como esa, la de los libros de la SEP que, salvo honrosas excepciones, tanto disfruté. Han pasado sesenta años desde que tuve en mis manos mi primer libro de Español, con el que aprendí a leer y escribir, algo que no he dejado ni dejaré de hacer. Pocos saben que esa portada es creación de Jorge González Camarena, muralista mexicano nacido en Guadalajara, Jalisco. Lo que casi nadie sabe es que el fascinante rostro y la figura que le sirvieron de modelo al pintor son de Victoria Dorantes (o Dorenlas, según otras fuentes). Nacida en Tlaxco, Tlaxcala, Victoria tenía 18 años cuando trabajaba como mesera en un bar al que acudían artistas e intelectuales. El pintor, impresionado por su belleza, decidió inmortalizarla, pero ella estaba casada con el guarura de un turbio político. “Si mi marido descubre que estoy posando para usted, al día siguiente habría dos entierros”. Pero para que las cosas sucedan siempre hay golpes de suerte, o de mala suerte, según se quiera ver, así que la joven quedó viuda y a los 19 años no solo posó, sino pasó literalmente a la inmortalidad.

    El presidente sale a la calle de Corregidora por una de las puertas de Palacio y saluda a una joven guardia de la policía militar. Se empieza a juntar la gente. Todos quieren tomarse una foto con él. “Presidente, una selfie”. La selfie los emociona a todos. Se acercan… lo quieren. “Vengo de Chiapas –dice la mujer bajita–; espere a que nos tomen una foto”. 

    Llega una pareja joven. “Somos abogados. Somos de la consejería jurídica”, le dicen orgullosos. Otra mujer se acerca y le murmura algo al oído. No se escucha. “Pero no tengo donde vivir”, se alcanza a oír. “Acércate –le dice AMLO a la joven guardia. Ella se va a quedar aquí. Ahorita le voy a mandar a alguien para que la atienda”. La mujer está al borde del llanto, pero también se le ve emocionada. En realidad, todos están emocionados. Salir en una foto junto con el mejor presidente, con el más votado, con el más querido. “Que nos tome la foto” –dice otro joven. La mujer que no tiene en donde quedarse solo observa. Contiene el llanto.

    “Ya me voy, porque voy a seguir ahí”, dice Andrés Manuel. El presidente tiene que chambear. Así digan sus detractores que no hace nada y que después de las conferencias se va a dormir el “viejito”. Llegan más y más andantes a tomarse la foto, a hablar con él. 

    “¿Se acuerdan de estos libros?”–dice y ríe. El presidente no sabe que, en tan solo nueve meses, en Wuhan, China, aparecerán los primeros casos de un nuevo virus y que posteriormente se desatará la pandemia más terrible de los últimos cien años. Muchos morirán, demasiados. Tal vez 15 millones en el planeta. En México, más de 330 mil, pero la cuenta final se sabrá después. Al presidente nadie le disparará una bala traicionera, así se haya hecho de miles de enemigos. Y tampoco imagina que en cuatro años sacará a nueve millones de la pobreza, y eso, a pesar de la pandemia, a pesar de las guerras que se vendrán. Aumentará los salarios, creará más empleos, terminará sus obras emblemáticas… ¿Por qué trae el presidente un viejo libro en la mano? De seguro ya comenzó a trabajar en los nuevos libros de texto, esos que tanto criticarán los de siempre, y tampoco sabe que tendrá que librar mil batallas jurídicas para que los niños de Chihuahua puedan estudiar con ellos en lugar de recibir fotocopias de jueguitos, como esas que se venden en el Metro. Pero los tendrán, por lo menos en Chihuahua, aunque no en Coahuila. Cultivo una rosa blanca / en junio como en enero / para el amigo sincero / que me da su mano franca, leía conmovido el poema de Martí ese niño que quedó cautivado por la palabra y que ahora, años después, escribe esto. 

    Pero dejemos que el presidente siga jugando al elevadorista después de haberles regalado las fotos a los transeúntes. “Ya me voy. Adiós, adiós. Gracias”.

    ***

    9 de agosto de 2023. Los nuevos libros de texto gratuitos ya están en las escuelas. Los enemigos de la 4T ahora sí se han extralimitado. Ana Elizabeth García Vilchis tiene que presentar algunas mentiras que sobre ellos abundan. “Es falso –asegura– que se distribuyen sin revisión de sus contenidos pasando por encima de la ley”. Dijo que “se contó con 925 revisiones de profesionales de todo el país pertenecientes a 55 dependencias de adscripción de los ámbitos educativo, cultural, federal y estatal; también, funcionarios del gobierno federal y organismos profesionales independientes”. Desmintió asimismo que hubiera en ellos cuerpos desnudos, pues las imágenes difundidas son materiales didácticos de España. 

    La derecha y los medios están enloquecidos: “Nuestros hijos están en riesgo”, insisten. Así, aparece el lector de noticias, ese que irónicamente se parece a Nicolás Maduro. “México está en peligro por un virus que se creía erradicado: el virus comunista. Son los nuevos libros de texto”. Y se viene el indiscriminado y cruel ataque de la comentocracia: Los niños van a aprender todavía menos que antes. No hay pedagogía, hay ideología. Ninguna mamá quiere enseñarle a su hijo que está bien ser pobre. La SEP quiere convertir los salones de clases en un laboratorio para crear niños idiotas y militantes. Me da miedo imaginar que un día el futuro de México se convierta en la realidad que se vive en países como Venezuela, Nicaragua, como Cuba. Todos deberíamos de revisar los contenidos con lupa, porque el diablo está en los detalles.

    ***

    Entonces entran al quite los lingüistas, pero eso habrá de ser contado en otra ocasión.

  • LIBROS, MENTIRAS Y ENTUERTOS

    LIBROS, MENTIRAS Y ENTUERTOS

    17 de diciembre de 2021. Andrés Manuel López Obrador acaba de publicar A la mitad del camino. Este libro –afirma– “es un testimonio de lo alcanzado hasta ahora, de los desafíos pendientes y de cómo imagino que estará el país en 2024 […]. Llegamos a la conclusión de que eran mayores las posibilidades de cambio que las de estancamiento o decadencia, y que hacer realidad la transformación dependía, en primer lugar, de enfrentar el grave problema de la corrupción y de contraponerle la virtud de la honestidad, que es la mayor riqueza de nuestro pueblo […]. Lo que deseamos de todo corazón es que al final de nuestro gobierno haya menos desigualdad, más felicidad y se mantenga siempre encendida la llama de la esperanza”.

    El decimonoveno libro escrito por el presidente revela las vicisitudes que el gobierno de la Cuarta Transformación ha tenido que enfrentar para contrarrestar el terrible modelo de corrupción que nos dejaron 35 años de neoliberalismo feroz. La pandemia por covid-19 aún asola a la población, aunque la llegada de las vacunas y el gran trabajo de recuperación de hospitales nos han dado un respiro.

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    Beatriz Pagés dijo hace unos días, entre una sarta de mentiras que no repetiré: “Yo dudo que haya habido en la historia de México un presidente más ignorante y más desinformado”. ¿Será que la pseudoperiodista no se asoma por las librerías? ¿Será que la directora de Siempre! descarga tanta infamia en venganza porque en este sexenio dejó de recibir los 57 millones que Peña Nieto le tendió en chayote de plata?

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    Desde 2018, el presidente se ha pasado enderezando entuertos. Así lo dice en su libro:

    “Hemos revisado y renegociado contratos abusivos y se han hecho a un lado […] las llamadas asociaciones público-privadas, las cuales resultaron onerosas y perjudiciales para el erario. Es extensa y fraudulenta a simple vista la lista de operaciones de compra y contratos de servicios manchados de corrupción, así como los convenios leoninos otorgados en el periodo neoliberal”. 

    El presidente de México explica asimismo cómo, después de un largo periodo, se ejecutaron por primera vez obras de infraestructura con inversión pública. “Con presupuesto federal, sin contratar deuda y sin entregar concesiones estamos construyendo carreteras, presas, hospitales, universidades, escuelas, acueductos, sistemas de drenaje, plantas de tratamiento de aguas residuales, puentes, refinerías, vías férreas, centrales eléctricas, aeropuertos, cuarteles, bibliotecas, parques, mercados, estadios, unidades deportivas y otras obras”.

    “Destacan, desde luego, la construcción del aeropuerto Felipe Ángeles y el programa integral del istmo de Tehuantepec para articular puertos, trenes y crear una vía rápida de comunicación entre países de Asia y la costa este de Estados Unidos. Asimismo, el Tren Maya llevará bienestar a la región de mayor riqueza arqueológica, cultural y turística del país y una de las más importantes de mundo”.

    18 de noviembre de 2023. A cinco años del gobierno de la Cuarta Transformación, los opositores y medios tradicionales –que son lo mismo– se han desvivido por desprestigiarlo. Un segmento importante de esos adversarios se halla entre los académicos de las universidades.

    Asistimos a un desayuno en honor a Carmen Christlieb, una mujer que fue todo lo que quiso: académica, funcionaria, campeona de tenis, madre y esposa, y acaba de fallecer no sin antes haber redondeado su vida cumpliendo cien años. Enfrente de nosotros están los académicos:

    Alguien lanza un garlito:

    —Tienen rector nuevo, ¿no?
    —Así es. Es un gran funcionario. Conoce muy bien a la UNAM.
    —El presidente lo acaba de desacreditar.
    —Pero ¿a quién no injuria ese señor?

    [Mensaje a Eva, mi media naranja, vía WhatsApp: “Tengamos serenidad”].

    —Lomelí es muy serio; Narro era un conversador muy brillante.
    —Yo soy de la misma generación de AMLO y nunca lo vi en clases.
    —Además, tardó años en titularse.
    —¿Pues tú que estudiaste?
    —Sociología.
    —Ya quitaron su tesis de la red.

    No resisto:

    —Pues, justamente, Paulina Fernández, hija de la maestra Christlieb, asesoró su tesis. Así que no ha de estar tan chafa.

    Silencio.

    Luego, viejos que somos, hablamos de jubilaciones y pensiones.

    Eva tampoco resiste:

    —Todos aquí recibimos pensiones, tenemos ese privilegio; no así los jóvenes que no tendrán una pensión digna. Y esto, gracias a los gobiernos neoliberales.

    Silencio.

    Y así…

    [Mientras escribo, en dos patadas encuentro la tesis del “ignorante López” en el repositorio de la UNAM. Se titula Proceso de formación del Estado nacional en México 1824-1867].

    ***

    Al contrario de la gran mentira de los neoliberales, según la cual “si llueve fuerte arriba, gotea abajo”, haber destinado recursos a los sectores desfavorecidos ha traído consigo un boom económico. México es ya la segunda economía de América Latina y la decimoprimera en el mundo. El propio presidente chino, Xi Jinping, acaba de felicitar al mandatario mexicano por “el camino de progreso y reformas” que ha impulsado.

    ***

    “Atendemos a los pobres por convicción y por humanismo –indica AMLO–, pero también lo hacemos porque creemos que si destinamos recursos a los menos favorecidos habremos de lograr una más rápida reactivación de la economía para salir de la crisis”. 

    Y esta no es idea de AMLO, pues, como confiesa al final de A la mitad del camino, encuentra “un eco de su propia experiencia en lo que señalaban Ricardo Flores Magón, Juan Sarabia y otros revolucionarios en el Plan Liberal de 1906”:

    “Cuando el pueblo es demasiado pobre, cuando sus recursos apenas le alcanzan para mal comer, consume solo artículos de primera necesidad, y aun estos en pequeña escala… Cuando los millones de parias que hoy vegetan en el hambre y la desnudez coman menos mal, usen ropa y calzado y dejen de tener petate por todo ajuar, la demanda de mil géneros que hoy es insignificante aumentará en proporciones colosales y la industria, la agricultura, el comercio, todo será materialmente empujado a desarrollarse en una escala que jamás se alcanzaría mientras subsistieran las actuales condiciones de miseria general”.