Donald Trump relanza a la DEA como herramienta de presión sobre México, en plena negociación de ambos países por un acuerdo integral de seguridad binacional. La estrategia busca obtener más concesiones de México, aunque la Presidenta Claudia Sheinbaum ha dejado claro que la relación con la agencia antidrogas sigue fría y limitada.
El último desencuentro se dio por el supuesto Proyecto Portero, que la DEA presentó como un programa de adiestramiento para agentes mexicanos enfocado en desmantelar organizaciones delictivas en la frontera oeste. Sheinbaum lo minimizó, pues aseguró que “solo fue un taller en Texas para cuatro investigadores”, y negó que se hubieran restablecido las relaciones con la agencia, cuyo historial de intervencionismo en México genera desconfianza.

De acuerdo con un análisis de El País, algunos expertos señalan que Trump solo ejecuta su estrategia habitual de presionar y negociar. La DEA busca mantener influencia en México, mientras Sheinbaum y su equipo aprovechan la situación para fortalecer la seguridad nacional, combatir el crimen organizado y sancionar la corrupción interna, mostrando que la cooperación con Estados Unidos debe ser igualitaria y estratégica, no de subordinación.