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  • Del aplauso a la urna: cuando los ídolos del deporte juegan el partido del poder

    Del aplauso a la urna: cuando los ídolos del deporte juegan el partido del poder

    POR: EDUARDO BLANCO

    Ídolos del fútbol, el boxeo y el olimpismo han cambiado los aplausos por votos y la cancha por el servicio público. Desde George Weah a Cuauhtémoc Blanco, este es un repaso por las figuras más mediáticas que dieron el salto del deporte a la política.

    La transición del deporte a la política no es nueva, pero sí cada vez más visible. El carisma forjado en la competencia, la cercanía con la gente y una imagen de disciplina han sido el pasaporte para que varios exatletas encuentren en la política un segundo aire.

    El caso más emblemático a nivel mundial es el de George Weah. Leyenda del fútbol africano, Balón de Oro en 1995 y referente del AC Milan, Weah cambió la élite europea por la arena política de Liberia. Tras años de preparación, llegó a la presidencia en 2018 bajo la bandera del Congress for Democratic Change.

    Su gobierno apostó por la reconciliación nacional y la estabilidad democrática, aunque enfrentó críticas por resultados económicos limitados. Aun así, su historia simboliza el sueño del ídolo convertido en jefe de Estado.

    En México, el ejemplo más mediático es Cuauhtémoc Blanco. Figura irreverente del América y de la Selección Mexicana, transformó su popularidad en votos al convertirse primero en alcalde de Cuernavaca y después en gobernador de Morelos.

    Respaldado por Morena y sus aliados, su gestión ha estado rodeada de polémica, señalamientos y confrontación constante, pero también de un fuerte respaldo popular que confirma el peso de su figura fuera de la cancha.

    Otro histórico del futbol mexicano es Manuel Negrete, autor de uno de los goles más icónicos en los Mundiales. Tras el retiro, encontró en la política local un nuevo terreno de juego. Militó en el PRD y gobernó la alcaldía de Coyoacán, con un perfil más discreto, enfocado en temas comunitarios y culturales, lejos del reflector estridente.

    El deporte olímpico también ha aportado protagonistas. Romel Pacheco, clavadista de larga trayectoria internacional, dio el salto al Congreso como diputado federal por el PAN. Posteriormente asumió la dirección de la CONADE, con la promesa de reconciliar al alto rendimiento con las políticas públicas y devolverle credibilidad a la institución deportiva.

    En la misma línea aparece Ana Gabriela Guevara, ícono del atletismo mexicano. Tras una carrera llena de récords, llegó al Senado y después a la CONADE. Su paso por la administración pública dejó una marca profunda, pues se vio envuelta en diversas polémicas, desde casos de corrupción hasta el hallazgo que reveló su llegada a un cargo público solo con bachillerato inconcluso como ultimo nivel de estudios.

    Brasil ofrece otro caso de alto perfil con Romário, campeón del mundo en 1994. El goleador transformó su fama en una carrera legislativa sólida: diputado, senador y crítico constante de la corrupción en el deporte y la política. Su estilo directo le permitió mantenerse vigente más allá del balón.

    México suma más ejemplos desde el ring. Erik “Terrible” Morales y Jackie Nava llegaron al Congreso como diputados federales, utilizando su prestigio deportivo para impulsar temas de juventud, deporte y bienestar social, con resultados desiguales pero alta exposición mediática.

    Estos casos confirman una realidad: el deporte no solo forma campeones, también produce figuras capaces de influir en la vida pública. Algunos han encontrado en la política un nuevo espacio de servicio; otros, un terreno tan ríspido como un campeonato.