Por René Tovar
Desde las estadísticas, estaba claro que la Final de Ida iba a ser equilibrada: el mejor equipo ofensivo, los Diablos, contra el menos goleado, Tigres. Son de esos juegos donde un error marca el derrotero hasta el final del encuentro. Un partido donde te vistes de héroe o te pones el traje de villano. En tan solo 45 minutos, Hugo González se arropó con ambas versiones, pero terminó siendo la clave en la derrota de su equipo y el triunfo de los Tigres.
En el ambiente de la ‘U’, como cantan sus aficionados, prevaleció una pregunta: ¿Es suficiente la mínima diferencia para ir al Estadio Nemesio Díez de Toluca? En el papel, no, pero los datos favorecen a Tigres, que domina bien los juegos de visitante en finales.
El balón rodó en ambos lados, pero en el primer capítulo se inclinó hacia el local. El protagonista, el obligado a llevarse la victoria, mostró momentos de brillantez: el portero Hugo González. Realizó dos atajadas de ensueño. La primera, a Ángel Correa, que envió por encima del arco, y la segunda, como una barredora, impidiendo por abajo el tanto de Diego Lainez, tras un recorte al estilo que terminó en un poste que hizo delirar a los aficionados de Tigres que llenaron el Universitario. Hasta ese momento, ya se hablaba de la madurez de González.
Sin embargo, ese guión protagónico se desmoronó. Ni siquiera habían regresado los aficionados del medio tiempo cuando, desde los pasillos del inmueble, se escuchó el gol de su equipo. Apenas en los primeros instantes del segundo tiempo llegó la caída de Hugo González, que eligió regresar a su perfil de buen portero, pero no extraordinario como lo es Nahuel Guzmán, quien, en la única ocasión que tuvo, evitó el empate de los del norte.
El meta toluqueño prácticamente le puso el moño al regalo para Tigres al soltar un balón que fue recuperado por Lainez y empujado a la red por Ángel Correa en el minuto 46. Terrible jugada de González.
Toluca entonces despertó del letargo. Lo que no había hecho en los primeros 45 minutos, lo intentó hacer ahora con el marcador abajo. El técnico Antonio Mohamed hizo cambios al frente y determinó que el tiempo era de Toluca. Le dio la oportunidad a Paulinho de estar acompañado por Domínguez y, más que equilibrar el juego, empezó a dominar, pero al final fue inoperante. Toluca insistió, destapando su zona baja. En los pies de Correa estuvo nuevamente la oportunidad de irse a Toluca con una ventaja cómoda, pero no supo definir una jugada frente al propio González, quien ya estaba vencido. Su falla dejó una posibilidad de regresar a casa con un triunfo considerable y mostró que los Diablos aún están vivos.
La pírrica victoria de Tigres no es suficiente. Los mexiquenses demostraron que esto no ha terminado, porque cuando Toluca decidió ir por el empate, dominó el juego, pero sin ninguna jugada que hiciera pensar que se llevarían el empate a casa.
Al final, la afición de Tigres salió satisfecha con la victoria, pero preocupada, ya que se sabe que en el Nemesio Diez, los Diablos son invencibles; aunque con un punto y aparte, ya que los propios Tigres les ganaron en el torneo regular 4-3, dejando claro que en casa y como visitantes, a los felinos no se les puede dar por vencidos. La moneda sigue en el aire.
