Por Ricardo Sevilla
Este 2025, el intento del Partido Acción Nacional (PAN) por “refrescar” su imagen ante los jóvenes terminó en un escándalo que conecta directamente con la vieja guardia del priismo peñanietista y redes de desvío de recursos públicos.
Y es que en política la imagen lo es todo, pero a veces el “maquillaje” resulta más costoso que la propia realidad.
Y eso pasó justamente con el PAN, que en un intento desesperado por proyectar una identidad “moderna, fresca e inclusiva”, se topó con una pared de críticas que fueron más allá de lo estético.
Y es que detrás de la nueva cara del partido no solo hay acusaciones de plagio, sino la mano de uno de los estrategas más polémicos de la última década: Juan Carlos Limón García.
Y es que, en este medio de comunicación, le dimos a conocer un reportaje donde le revelamos que el relanzamiento visual del PAN, que pretendía abrazar causas antes repudiadas por el conservadurismo para atraer al voto joven, fue recibido con una ola de burlas en redes sociales. ¿La razón? Su asombroso parecido con la marca de jabones “Escudo”.
La tipografía y la paleta de colores remiten de inmediato al producto estrella de Kimberly-Clark de México, empresa propiedad de Claudio X. González Laporte.
Y lo que el PAN presentó como innovación, la audiencia lo tradujo como una copia sin esencia.

Sin embargo, el verdadero trasfondo no es la falta de creatividad, sino quién cobró por ella. Aunque se especuló sobre la participación del gigante Omnicom, la realidad apunta a By Power, la agencia dirigida por Limón García.
Pero le digo más, en esta Navidad que debe estar calando hondo en el corrupto corazón panista:
Juan Carlos Limón García no es un desconocido. Reconocido en Washington como el “Mejor estratega del año” (Victory Awards), es el hombre a quien Enrique Peña Nieto le debe la construcción de la imagen que lo llevó a la presidencia.
Hoy, ese mismo estratega es el encargado de asesorar a Jorge Romero, actual presidente nacional del PAN.
A pesar de su éxito internacional, la trayectoria de Limón está marcada por contratos millonarios bajo sospecha. A través de una red de empresas como AMSL, Consulta y Estrategia Política y Limón Publicistas, el mercadólogo ha operado como una pieza claveen el esquema de comunicación gubernamental que, de acuerdo con la Auditoría Superior de la Federación (ASF), ha servido como fachada para el movimiento de recursos públicos.






