Por Ricardo Sevilla
Ciro Gómez Leyva, “una tarde soleada” se encontró, en Madrid, con Carlos Emiliano Salinas Occelli, hijo de Carlos Salinas de Gortari. Aunque no dice el nombre, el columnista de Excélsior nos da pistas para que sepamos de quién se trata. Ciro, quien no esconde su emoción al haberse encontrado con este sujeto dice que el hijo de Salinas “se identificó con naturalidad y buen semblante”.
A nadie debería asombrar la admiración, llena de “cordialidades”, que Ciro profesa por Salinas y sus vástagos. Cada quien puede admirar al pillo que desee.

Lo descocado es que a Gómez Leyva, por alguna extraña razón, se le haya ocurrido comparar a José Ramón López Beltrán, hijo de AMLO, con Emiliano Salinas.
¿Se le habrá olvidado a Ciro que el tipo con “buen semblante” con el que intercambió “cordialidades” fue señalado como uno de los principales reclutadores de la secta sexual Nxivm, en Estados Unidos?
¿El conductor de Radio Fórmula habrá pasado por alto que Emiliano Salinas fue una figura clave en la expansión de Nxivm en México, donde cofundó y presidió la rama mexicana de la organización, Executive Success Programs (ESP), hasta 2018? ¿Por qué esa “tarde soleada”, el periodista se habrá encogido de hombros ante el tipo cuyo papel principal fue el de ser líder y promotor de los cursos y la filosofía de Nxivm en nuestro país? Misterios de la mente aduladora que, al encontrarse con tipos tan siniestros, pierden la memoria y la dignidad.
De acuerdo con testimonios en el juicio contra Keith Raniere (condenado a 120 años), la rama mexicana aportó una cantidad significativa de integrantes y recursos económicos a la organización.
Y aunque Salinas no fue procesado penalmente en EU., fue identificado por la fiscalía como “co-conspirador no acusado” en el diseño de estrategias para desacreditar a los críticos de la secta.
¿Buscará Ciro la rehabilitación pública de un personaje vinculado a una de las redes de abuso más siniestras del siglo XXI?
