Etiqueta: Diana Espejel

  • Trabajo, deseabilidad social y esclavitud

    Trabajo, deseabilidad social y esclavitud

    En fechas recientes hemos visto una proliferación de denuncias, a través de las redes sociales, de extrabajadores de La Casa de Toño. Su inconformidad se centra en condiciones inhumanas bajo las cuales tienen que laborar, trabajar largos turnos, no poder tomar un descanso para ir al sanitario, coser los bolsillos de los pantalones para evitar que se “roben” las propinas. Y la empresa no se pronuncia al respecto. Lo que no veo son denuncias ante las instancias correspondientes. Bueno, si no los dejan ni hacer una pausa para el sanitario, menos para pensar en la bestialidad de la marca que los contrata. 

    Ese no es el único caso, quizá suena como si fueran situaciones extremas, pero nos tendría que poner a pensar en condiciones que se vuelven cotidianas y afectan en extremo a los trabajadores. Primero hablemos de la parte patronal. También un caso muy sonado en los últimos días ha sido el comediante Eugenio Derbez, que se indigna porque los jóvenes están interesados en saber cuánto les van a pagar. Bonita cosa, ¿qué no saben que las ganancias de los jefes están en la explotación de su mano de obra? Sólo hay que mirar a Salinas Pliego. 

    Grupo Salinas es especialista en explotación y se pinta sólo en esa materia. Uno de mis conocidos trabaja hace tiempo en el área ejecutiva de Banco Azteca, ese edificio que está sobre Insurgentes Sur, a un costado de Villa Olímpica. Ahí entre 2020 y 2021 los trabajadores no tuvieron descanso, no importó que su trabajo no fuera considerado prioritario. Hubo varios decesos y se generó un ambiente de mucha tensión por el contexto de pandemia. Mi informante era padre de una niña de siete años, no importó, tampoco tuvieron consideración por los trabajadores que convivían con adultos mayores. Lo importante era no dejar de trabajar y sigue siendo, pregunten a quienes laboran en sucursales. Claro, no tiene el mismo estatus el que trabaja en sucursales del banco a los ejecutivos, hay niveles. 

    Esta situación no sólo sucede en empresas grandes o medianas, también en sectores más pequeños. ¿Alguien tiene idea de cuánto trabajo implica realizar una prenda de vestir? Quizá no, hay que mejorar la pregunta ¿saben cuánto se paga por hacer cada pieza? Bueno, lo que sé es que dependiendo del tipo de trabajo varía el costo, digamos una playera de algodón para adulto la pagan entre $10 y $12, la producción masiva de la hechura tiene que realizarse lo más rápido posible para poder mantener un taller mediano (alrededor de 12 a 15 máquinas laborando). Otro esquema de esclavitud. 

    Hace tres días me llegó el caso de una persona que trabaja como personal de confianza en la Universidad Autónoma Metropolitana, la cual se enfermó y la semana pasada no asistió al trabajo. Lo peor del caso es que el no asistir de manera presencial no significó que dejara sus labores de lado. Un efecto de la pandemia por Covid-19 fue el teletrabajo. Muchas secciones de la universidad sostienen el trabajo con personal de confianza porque a ellos sí los pueden explotar, los jefes se quejan con frecuencia de los trabajadores sindicalizados. 

    Los jefes de confianza padecen de lo mismo que sostiene Derbez, los sindicalizados no quieren trabajar. Yo misma me negué a hacer cosas en el área donde laboré 3 años, debo aclarar que mi jefe me respaldó en aquella ocasión. Un profesor quería que le tradujera un artículo para que pudiera leerlo, le dije que ese no era mi trabajo, porque además yo no requería saber francés para esa plaza, entonces, si ella quería una traducción se cobraría aparte. Dado que las traducciones son caras, para la profesora era mejor ahorrar ese gasto y obtener beneficios gratis de personas capacitadas. 

    Y lo mismo se repite en los pequeños “changarros”, ya comentaba en trabajos anteriores sobre los jefes que son “buena onda” porque además de que te voy a enseñar todos los trucos de la colorimetría estética, te voy a pagar, muy poco, pero ¡te voy a enseñar! Una maña más para embaucar a jóvenes que tienen ilusiones y anhelos. Sin duda este fenómeno sigue formando parte del abrumador neoliberalismo que Laval y Dardot en La nueva razón del mundo nos describe como ese elemento que se instauró en la cultura, el tomarse a uno mismo como empresa. 

    Por eso los chavos que quieran trabajar con Derbez deben sentirse muy bien sin cobrar porque van a “aprender” de un grande, será de edad, porque el señor no da una y sus hijos tampoco tienen mucho talento que digamos. Los ejecutivos de Salinas Pliego sienten que ya lograron llegar al éxito de sus carreras por tener un puesto en las oficinas de la empresa, los trabajadores de la universidad sienten que ese espacio les brinda la posibilidad de contribuir al desarrollo del estudiantado. Los que trabajan en la maquila sienten que si su prenda se vende en un centro comercial muy visitado será importante lo que hacen, aunque les paguen bajo lo que hacen y la ropa se venda cara. 

    La explotación ahora está anclada al deseo que nos han impuesto para formar parte de algo grande y saber que eso lo hiciste tú. A todas luces, una mentira. 

  • Educación vial y cultura cívica

    Educación vial y cultura cívica

    Hace un par de años discutía con una profesora que se había dedicado por muchos años a la investigación de estructuras de poder y política, su trabajo como consejera del extinto IFE le brindaba una visión que combinaba lo académico con la experiencia en ese trabajo. Ella cuestionaba con regularidad quién era el responsable de llevar a cabo la educación en materia de ciudadanía. 

    Lo ciudadano entendido como ese cúmulo de derechos y obligaciones de los que son responsables las personas que habitan un espacio determinado. Todo lo cívico está relacionado con el respeto a estos derechos y brindar garantía de las obligaciones, hacerse responsable de ambas cosas por formar parte de un estado. 

    Digamos que, a los 18 años, edad en que se hacen aplicables todas las responsabilidades en México, para formar parte activa de la civilidad, es el momento en que nos convertimos en copartícipes de la formación de ciudadanía. El pasado martes 26 de septiembre, tuve oportunidad de presenciar un suceso que merece la pena tomar como ejemplo de que nuestros actos demuestran nuestra cultura cívica y a su vez, lo que enseñamos a las generaciones jóvenes. 

    Cerca de casa existe un cruce vial un tanto complicado, no porque pase mucha gente, porque haya muchos automóviles, sino porque las personas que transitan a diario esa vialidad no muestran el mayor respeto por las reglas que rigen el reglamento de tránsito. Y no es necesario colocar la ubicación, considero que muchos sitios a lo largo y ancho del país se identificarán con este hecho. Ese crucero es complicado para el peatón porque los vehículos no respetan el semáforo y los pasos de cebra brillas por su ausencia. Dicho crucero no es un peligro sólo para los peatones, también para los conductores. 

    Estaba a punto de cruzar la avenida cuando vi que estaba la luz verde, me detuve porque tocaba el turno de paso a los autos. Los carros comenzaron a avanzar para circular sobre la calle que no pude cruzar. Pero en un acto de “agandalle”, una señora piso el acelerador para pasarse la luz roja del semáforo; como era de esperarse, golpeó a la motocicleta que tenía enfrente. El conductor de la moto voló y cayó sobre el cofre del auto que conducía la señora, el ruido del impacto fue estruendoso. Todo sucedió en cuestión de segundos, pero presencié todos los detalles. Enseguida llamé a los servicios de emergencia, quienes tomaron nota de todo lo que había sucedido y una patrulla llegó al lugar en no más de diez minutos. 

    Cuando les dije a los policías que ya venía la ambulancia en camino y las indicaciones que me dieron, me preguntaron si había sido testigo del suceso. Les respondí que sí y que lo que había pasado es que la señora se había pasado el alto. Enseguida la responsable del suceso me dijo que no, que ella no había cruzado el rojo, pretendía hacer pasar al motociclista como el que había tenido la osadía de aventarse frente a ella. Le debatí que eso no era cierto, además había otras dos personas que habían visto que el auto de la señora era el infractor. Lo que me llamó la atención es que la conductora responsable del accidente traía a algunos pasajeros, una chica joven, adolescente y otra persona, una mujer de edad madura. Asumo que eran parte de su familia, por la forma en que se hablaban. 

    Más allá del accidente, lo que me pareció impensable era que los autos que quedaban detrás del que había impactado a la motocicleta seguían pasándose el alto. Rodeaban los vehículos que estaban obstruyendo el paso: al conductor de la moto, que nunca pudo ponerse de pie, el auto que provocó el accidente y la patrulla. Todos felices aprovechando que los partícipes del accidente cerraban de alguna forma el paso de los demás para ellos lograr pasar. Sin importar que los peatones tenían derecho de cruzar las avenidas, lo importante era cruzar.

    ¿Nadie conoce el reglamento de tránsito? Considero que, sobre todo en las grandes ciudades es necesaria una serie de sanciones claras y que se apliquen de forma puntual. De lo contrario va a ser insostenible la convivencia de los vehículos. Necesitamos recordar que los peatones tienen prioridad, que las bicicletas o motos son vehículos que tienen derecho a circular sobre la calle, que las banquetas son exclusivas para peatones, no atajos para ciclistas o motos. Los semáforos se respetan, al igual que los pasos de cebra. Es necesario retirar autos estacionados sobre las banquetas o en doble y hasta triple fila, sobre todo afuera de las escuelas cuando los niños entran o salen. 

    Esto no tiene que ver sólo con los gobiernos de cada estado o de las ciudades, está más relacionado con hacer valer las reglas y normas que rigen a una sociedad. Es corresponsabilidad de las personas el respetar las reglas, aunque también es necesario que éstas se apliquen. Tenemos que hacernos responsables de generar ciudades llenas de tránsito seguro para todos y dejar de vaciar de sentido la civilidad que nos compete cuidar. 

  • El monumento a la colonización

    El monumento a la colonización

    “Y los libros empeñados en el monte de piedad” versa una canción típica de la tunería, género musical surgido en el siglo XII en las primeras universidades en España, en Salamanca, de forma más concreta. Estos grupos de estudiantes cantaban en las tabernas cercanas a las escuelas, no para obtener ingresos, sino lo hacían por un plato de sopa. Portaban siempre un tenedor y una cuchara para poder comer donde fuera. Sus canciones, interpretadas en la actualidad reflejan la realidad social que vivían, tal es el caso del fragmento que da pie a nuestra reflexión. 

    El fin de semana pasado visité el hermoso recinto del Nacional Monte de Piedad, ubicado a un costado de la catedral metropolitana. Desde niña me impactó siempre ese edificio, sus columnas gigantes y sus puertas de madera, los anchos muros que impiden enterarte de lo que sucede al interior de las habitaciones, mejor dicho, de cada salón. Siempre que podía utilizaba el pasillo central del edificio como atajo para disfrutar de la frescura de sus paredes en un día caluroso y sufrir un poco en los días fríos de invierno, pero siempre poder caminar la historia que se respira en su majestuosidad. 

    Por desgracia esta vez tenía varios años de no entrar y me sorprendí mucho al ver cambios que para mi gusto son grotescos. Puertas de acero, los tragaluces del techo con herrería y luces de colores, pero lo más impactante fue que sobre los marcos de piedra de las puertas colocaron imágenes de la virgen María talladas en piedra. Las vigas gigantes de madera que soportaban el techo tienen recubrimientos de acero negro, marcos contrastantes con el gris y el café de los materiales originales. Era evidente que el edificio había sufrido grandes cambios, pero no lograba recordar los detalles, mi memoria no llenaba los huecos así que decidí preguntar. 

    Un trabajador, muy amable, me indicó que no había un archivo histórico que pudiera ser consultado por el público, que antes, los dueños lo tenían disponible en el edificio, pero ya no permitían el acceso a esos documentos. Cabe señalar que no he encontrado imágenes en internet del edificio, de los rincones arquitectónicos del interior. Me dijo el señor que toda la información estaba en internet; no encontré más que un blog escueto sin más información que 10 momentos históricos con máximo 10 líneas de texto y un formato para solicitud de acceso al archivo histórico, en el que no pude terminar de hacer el registro pues la página se pasmó. Le pregunté si sabía dónde habían guardado las puertas de madera que estaban en las entradas de los salones, me indicó que desconocía el paradero. 

    Pedro Romero de Terreros fundó la casa de empeño en 1775, tras ver su fortuna mermada debido a una huelga de trabajadores en 1766 en sus minas de Real del Monte, Hidalgo, los trabajadores cansados de la explotación, mala paga y de suspender el tequio y el partido, que era una forma en la que los barreteros (quienes sacaban cargando los minerales), al sacar el último cargamento, se dividía el contenido entre el dueño y el trabajador. Bajo las condiciones de trabajo, no había otra opción que efectuar estrategias aprendidas de la profunda ambición de los patrones, así que los barreteros dejaban para el final el saco que contenía los minerales más puros, de mayor valor. Esto no sólo enfureció al Romero de Terreros, sino que provocó el enfado de sus trabajadores.  

    El empresario, que se consideró el más rico del mundo en ese tiempo, tuvo que diversificar sus negocios para no verse afectado por las resoluciones del conflicto, extendido hasta noviembre de 1775, decidió fundar en febrero de ese año el Nacional Monte de Piedad. Ese edificio que originalmente era la casa de moneda de la Nueva España, jamás ha sido público, es un pena, ya que en sus cimientos se esconden los restos del Palacio de Axayácatl https://newsweekespanol.com/2020/07/palacio-axayacat-edificio-monte-piedad-cdmx-inah/. Tampoco están las puertas interiores de madera. Además, el empleado que entrevisté me confirmó que las esculturas de la virgen que están en lo alto de los marcos eran gárgolas que adornaban también la punta de algunas columnas y que han sido retiradas. 

    En vísperas de la celebración de nuestra independencia de la corona española, el edificio de la calle Monte de Piedad 7 es un recordatorio de la explotación de nuestros recursos naturales, del saqueo y esclavización de nuestro pueblo y afroamericanos que llegaron a formar parte de las prácticas colonialistas del llamado “nuevo mundo”. Ese edificio es un monumento que sigue vigente y nos recuerda siglos de historia, que algunos pretenden dejar en el olvido, pero que se muestran en las actitudes discriminatorias por la cultura, el color de piel o los ingresos. Espero que este 15 de septiembre, gritemos al unísono ¡Viva México!, para recordar la independencia, que no volvamos a caer en la miseria colonialista que padecimos por siglos y que no se pierda de vista que aún hay muchos que añoran esos tiempos. 

  • El modelo Xochimilco

    El modelo Xochimilco

    La Ley Orgánica de la Universidad Autónoma Metropolitana fue publicada en 1973, como réplica directa al movimiento estudiantil de 1968. Tanto Luis Echeverría, Díaz de Cossío, Castrejón Díez y Víctor L. Urquidi, buscaban que la nueva universidad fuera innovadora, no “querían una institución a imagen y semejanza de la UNAM ni deseaban que naciera anquilosada”, nos cuenta el Doctor Carlos Ornelas en el 2014 en su libro conmemorativo de los 40 años de la UAM. Ese texto reúne entrevistas que el académico realizó a todos los participantes en la fundación de la universidad, entre ellos a Ramón Villareal Pérez, el artífice de un sistema de enseñanza-aprendizaje que fue implementado sólo en la Unidad Xochimilco desde su fundación. 

    Villareal era médico y trabajaba en la Organización Panamericana de la Salud, cuya orientación era tomar el tema como un fenómeno social, más que individual u orgánico; su trabajo era considerar a la salud como el resultado de influencias de tipo económico, de vivienda, empleo u otros aspectos que impactan en que un grupo social esté o no sano. La Unidad Xochimilco tenía la orientación hacia la educación de profesionales que se formaran desde visiones múltiples, economistas, sociólogos, psicólogos, nutricionistas, todos vinculados a problemas de la sociedad. 

    El énfasis era evitar segmentación de materias, departamentos y divisiones, que el pensamiento de los estudiantes fuera más holístico en torno a la salud en concreto, pero en el fondo, a la sociedad en general. Esto a partir de la teoría de sistemas, la cibernética y cualquier esfuerzo de “obtener una visión más general, más integral, de los problemas sociales” y de la salud. Así en noviembre de 1974, la UAM Xochimilco inició sus operaciones desarrollando estas ideas a través de lo que se llamó Modelo Xochimilco. 

    El también conocido Sistema Modular lo viví durante mis años de estudio de la licenciatura en psicología. Todos los estudiantes pasaban por una combinación de seminarios por un lado teóricos y el otro metodológicos, que trabajaban cada trimestre sobre un “objeto de transformación de la realidad”. El problema social concreto era elaborado en cada trimestre a partir de un proyecto de investigación donde se involucraban los temas del seminario teórico y las habilidades metodológicas de ese momento o anteriores. Se trata de que no importa en qué módulo curses cada tema, sino que estas habilidades te acompañarán durante toda tu formación. ¿Les suena familiar esta organización y el planteamiento del proceso de enseñanza aprendizaje? 

    El escándalo sobre los libros de texto gratuitos, de los que han hablado muchos en las últimas semanas, permite que se difundan las bases sobre las que se sostiene el nuevo proceso de trabajo en educación básica. Varios de los que conocemos el Modelo Xochimilco nos percatamos de su coincidencia. Se pretende que, con la Nueva Escuela Mexicana, los niños piensen y desarrollen sus aprendizajes a través de problemas de la realidad próxima en donde los temas son situados. En mi experiencia personal, tanto como estudiante y como profesora, aplicar a la realidad los conocimientos deriva en un aprendizaje significativo. 

    La semana pasada fui a visitar a la directora de la escuela primaria que desde hace años participa en las investigaciones que realizamos en educación básica. Su comentario fue que los libros son buenos, que el nuevo modelo es algo diferente, pero que los profesores van a tener que aprender a desarrollarlo. Tal parece que de su zona es la única que ha dicho que trabajarán sin problema con los libros. Entrevisté de manera informal a una madre de familia y me dice que desde el ciclo escolar pasado los profesores titulares le han dicho que ya no se va a trabajar con materias, que ahora se van a enfocar en desarrollar proyectos y desde todas las materias se va a pensar la resolución de éstos. 

    Yo aprendí de esa forma, pensando en objetos de transformación del mundo, enmarcando mis aprendizajes en situaciones problemáticas de lo social. Cuando fui profesora de quinto año de primaria implementé exactamente ese mismo esquema y los comentarios de algunos papás, en ese entonces, fue que sus hijos habían sido transformados, su lectura, la escritura, sus esquemas de pensamiento y desarrollo eran diferentes. Hoy el ojo está en los profesores, anhelo que su compromiso con su profesión nos permita ver cambios en la educación que tanta falta nos hace y que la segmentación del conocimiento termine de ser una norma, que podamos pensar más en conjunto los aprendizajes, porque el conocimiento no es un ente aislado de la realidad. 

    Estoy convencida que el Modelo Xochimilco se vuelve un espejo en donde el nuevo modelo de educación básica se puede reflejar para hacer estudiantes más críticos. Quizá con esta forma de trabajo, nuestro Sistema Modular en la UAM Xochimilco pueda revivir, porque lo están dejando morir de inanición al contratar profesores que nada tienen que ver con él, ni tienen interés de conocerlo, menos aplicarlo. 

  • Servicios comunitarios, segunda parte

    Servicios comunitarios, segunda parte

    En la entrega pasada hablamos sobre lo que significa comunidad y cómo se organizan las actividades en un preescolar comunitario en el contexto de la Ciudad de Oaxaca. Durante mi estancia en el mismo estado, el mes pasado tuve oportunidad de atenderme en el sector salud de una comunidad indígena, una población que no supera las 400 personas. Radico en la Ciudad de México y en un lugar grande con tanta densidad poblacional como ésta, resulta sencillo encontrar mucha oferta de servicios de todo tipo. ¿Les ha pasado que no pueden encontrar algún servicio dental que les brinde confianza y buenos trabajos? 

    Hace algún tiempo comencé a ver por mi salud bucal, primero en el servicio de medicina familiar del ISSSTE, nada mal, el problema fue que el tiempo requerido para ello era demasiado. Las citas solían ser cada quince días y el tiempo de atención de quinte minutos por persona, había mucha gente, así que tenían que hacer un poco a cada uno. Después encontré un lugar cercano a casa donde una persona había tenido buena experiencia, era un consultorio de una cadena de servicios dentales con varias sucursales distribuidas en la ciudad. Al principio el trabajo que me hicieron fue muy cuidadoso y no me lastimó para nada, pero cuando me estaba haciendo una resina el taladro entró tan profundo que perforó una muela que estaba relativamente sana. No había necesidad de lastimar de más. 

    A raíz de esa mala experiencia desistí de seguir tratándome en ese lugar. Después de ese suceso no confiaba en nadie para realizarme algún tratamiento. Además, tengo un grave problema de sensibilidad, el frío del agua con la que enjuagan o la aspiradora también me lastima un poco. Por ello los servicios dentales suelen lastimarme bastante y pospuse cualquier intervención hasta encontrar alguien conveniente. 

    En este periodo vacacional, en dicho pueblo que visitamos, un pequeñito tuvo una emergencia y requería extracción, está en el proceso de muda de dientes. El Centro de salud que tienen es muy pequeño, pero solventa todas las necesidades de la población, sobre todo de los adultos mayores que son buena parte de los habitantes. Dentro de los servicios que cuenta están las ambulancias para traslado de pacientes, vagonetas para cuando los ancianos requieren ir a consulta con especialistas, suficientes medicamentos y claro, servicio dental. La mamá del pequeño nos comentó que el médico fue muy cuidadoso con el niño y que le ofreció a ella brindarle apoyo con los cuidados preventivos de su boca, así que aprovechó para hacerse una limpieza bucal. 

    A raíz de esa experiencia, otros miembros de la familia comenzaron a pedirle opiniones sobre ciertos problemas. El médico cuenta con la toma de placas pequeñas, lo que le hace falta son los aparatos para hacer radiografías craneales, por lo que hay que ir a una población cercana o a la Ciudad de Oaxaca para continuar con el tratamiento. Los comentarios comenzaban a dispersarse y la sorpresa, todos los tratamientos, estudios y aplicación de materiales son gratis para la población local y foránea. Decidí sólo preguntarle si el agujero que tenía mi muela podría representar un riesgo y requería volver a realizar la resina. 

    Al llegar al consultorio me sorprendió, primero la higiene que tiene, lo pulcro que es el médico con todas las superficies, los instrumentos, sus manos, la silla de trabajo, todo impecable. Lo siguiente fue el espacio, no es un consultorio grande, pero sí es suficiente para la atención. Los consultorios del ISSSTE son más pequeños. La silla para el paciente cuenta con controles eléctricos y los materiales son de última generación. Me retiraron la resina dañada y el médico encontró una filtración con caries por debajo del material de curación. 

    Limpió todo, desinfectó la pieza dental y restauró con un material que no es resina y que tiene varias bondades. Es alcalino, regula el PH del diente para evitar la desmineralización y tiene una liberación continua de fluoruro y calcio. El médico nos contó que ese material lo pidió al municipio para mejorar la calidad del servicio a los pacientes, locales y foráneos. También le compraron un esterilizador para todo el instrumental y la silla de control eléctrico. Es un consultorio modesto, pero con todo lo indispensable para brindar atención de calidad, cosa a la que todos tenemos derecho y debemos exigir. 

    Fue una grata sorpresa que médicos tan cuidadosos, con sentido de servicio y actualizados formen parte del sistema de salud pública en lugares alejados del país. Es necesario que todas las poblaciones podamos tener este tipo de atención en todos los ámbitos y que nuestros impuestos trabajen para el bien de sus ciudadanos. De nuevo confirmo que hay muchas virtudes en los servicios comunitarios que desconocemos porque no salimos de nuestro hábitat. Claro que he tenido otras experiencias en otros estados, pero hoy decido reconocer el trabajo de una comunidad indígena del sureste mexicano. 

  • Servicios comunitarios, primera parte

    Servicios comunitarios, primera parte

    La palabra comunidad evoca la posibilidad de ser parte de aspectos compartidos, el Colegio de México la define como un “conjunto de personas que viven juntas, que tienen intereses comunes, o que desarrollan una misma actividad”, se deriva de lo común. Lo común o los intereses comunitarios han tenido un detrimento, hacer comunidad queda cargado de una idea peyorativa, lo individual se privilegia sobre los intereses compartidos. Hay autores que atribuyen al neoliberalismo esta lucha, Laval y Dardot en “La nueva razón del mundo”, nos muestra la forma en que ese sistema económico comenzó a incorporarse en distintas esferas políticas, de gestión y en la subjetividad del hombre en la medida en que se visualiza a sí mismo como capital.

    Existen culturas que se han visto trastocadas por esta disposición económico-social y que es perceptible en ellas los contrastes que la predilección de lo individual, o quizá lo global que cambia su entorno. También, hay culturas que parecen aisladas de la impronta del individualismo y su organización extraña a quien no forma parte de estas. En esta entrega me gustaría centrarme en las escuelas de tipo comunitario. 

    El Sistema Educativo Nacional está constituido por tres niveles educativos: básico, medio superior y superior. El básico lo comprende la educación inicial, preescolar, primaria y secundaria. También existen la educación especial que atiende a poblaciones seleccionadas por áreas: ceguera, baja visión, sordera, discapacidad intelectual y motriz, aptitudes sobresalientes u otras condiciones. En cada nivel el sostenimiento público o privado tiene su oferta. 

    Lo que es menos conocido son los tipos de servicio, me centro en el nivel básico, aunque en cada uno existen diferentes modalidades. Existen los servicios generales, son los que más conocemos, una escuela que atiende a cierto número de grupos por grado, se tiene un profesor por grupo y algunos que apoyan en clases como educación física. El servicio indígena está enfocado en las comunidades que poseen esa característica, de éstas no podría dar demasiados detalles ya que querría saber cómo funcionan de primera mano. Lo que sé es que deben dar prioridad a la preservación de su cultura y su lengua. Está el servicio multigrado, en donde los lugares que no cuentan con suficientes estudiantes para llenar los grupos reúnen niños de varios grados y comparten profesores. Suelen ser comunidades pequeñas. Por último, está el servicio comunitario, que no me quedaba claro a qué se refería, lo que sé de las descripciones de la SEP es que son servicios que brindan las escuelas en comunidades, suena a lugares recónditos. 

    En este periodo de cierre de ciclo escolar conocí un preescolar comunitario en la Ciudad de Oaxaca de Juárez. Su ceremonia de fin de cursos fue muy enternecedora ya que los niños de primer y segundo grado despiden a sus compañeros que ingresan a primaria, la idea se centra en desear buena ventura y dedicarles palabras de éxito y aliento para continuar con sus estudios. Las profesoras agradecen a sus niños haberse esforzado por aprender y desarrollar todas las actividades del ciclo escolar. Las autoridades brindan palabras a los estudiantes para motivarlos a continuar con su vida académica y hacen énfasis en el apoyo de los padres hacia sus hijos. 

    Más tarde, una joven egresada del mismo preescolar comunitario, que recién ingresa a sus estudios de nivel superior, me contó varias cosas sobre las actividades cotidianas de los niños y la forma en que recordaba lo más representativo. Es una escuela pequeña, que no tiene más espacio para un grupo de niños por grado, sus instalaciones son mínimas porque la vida escolar transcurre alrededor de la comunidad. Las actividades implican llevar a los niños a sitios estratégicos en la colonia, visitan tiendas de abarrotes, tortillerías o aquellos servicios que se brinda en su entorno cercano. Los niños aprenden sobre procesos cotidianos, entre los profesores y las personas de sus alrededores se produce su socialización, la exploración del mundo social y académico. 

    Los niños además de jugar y convivir con sus compañeros comprenden que los servicios tienen un origen y proceso. Los estudiantes de esta escuela crecen con el interés por las cosas de la vida cotidiana, aprenden que los bienes y servicios se brindan por personas que trabajan y que su labor es necesaria para la continuidad de sus actividades. Su interés por las actividades diversas se combina con los estímulos académicos y sociales, ambos aportan en el desarrollo de conexiones neurológicas indispensables para toda su vida escolar y profesional. Observé que su lenguaje y desenvolvimiento en el escenario es compleja y evolucionada para su edad; la memoria espacial y corporal es inmejorable. En ningún otro evento de ese nivel lo experimenté como en esta ocasión, las evoluciones de todo el evento fueron sorprendentes. Si conociéramos un poco más lo comunitario no sería tan desdeñable como nos lo han hecho pensar. 

  • De disfraces y mentiras

    De disfraces y mentiras

    Pocas ocasiones recuerdo que tuve la oportunidad de portar un disfraz, siempre he sido muy seria. En los festivales escolares con frecuencia hacíamos un bailable regional, el vestuario era una representación de las mujeres y hombres de algún lugar del país que vestían esos trajes y bailaban esos ritmos, al puro estilo de la Guelaguetza. Me parecía que esos vestuarios, la música y la coreografía eran una representación de algo que sucede en la realidad cultural del país. 

    Disfrutaba vestirme de china poblana, creo que hasta recuerdo la coreografía; bailé algún son veracruzano, el Son de la negra, la Danza de los machetes, aunque mi sueño siempre fue bailar la danza de la pluma. Los vestidos coloridos, reflejan una alegría que contagia la fiesta, jamás los vi como un disfraz. Quizá los bailables de preescolar tenían más esa intensión, se representaban las canciones de Gabilondo Soler, nos tocaba vestirnos de perritos o tortugas para bailar Caminito de la escuela, de patitos o un cowboy con bigote y sombrero o cualquier personaje distintivo. Las calles de la ciudad se llenaban tempranito de niños y niñas con disfraces y uno adivinaba la canción que correspondía al disfraz. Esas canciones son representaciones de la realidad, al crecer comprendimos que no eran mentiras. 

    La única época en la que podemos ver disfraces es en noviembre, los desfiles en diversas plazas públicas se llenan de personajes de toda índole. He llegado a ver un bebé en traje de barrendero empujando su carrito de basura o una niña que representa un poste del C5 de la Ciudad de México. El ingenio y la creatividad toma un aire distinto al ver a chicos y grandes que gustan de sacarse fotos con la gente que pasa a su lado. En esa época se vive la combinación de elementos imaginarios y tenebrosos, a veces sin existencia en el plano real, pero tampoco se vive como una mentira, tiende más a una fantasía o fantasmagoría, quizá.

    Lo que encarna mejor la combinación de disfraz y mentira es una persona que cae en contradicciones entre discursos y acciones. Voy a hablar de dos personas con las que he convivido y que no tiene que ver con las preferencias políticas que tengan, sino con la forma en que ejemplifican el punto. La primera es una chica que se decía feminista y cada que nos veíamos trataba con especial esmero que yo me enfilara a su lucha. Mi respuesta siempre fue que no me parecían las contradicciones que veía en las feministas, en sus acciones y que prefería adherirme a la pugna por una equidad de oportunidades y condiciones de la población en general. Eso implicaba tener una posición de equidad ante cualquier minoría o grupo en desventaja, incluidas las mujeres. 

    Esa persona y yo dejamos de frecuentarnos por diferencias y al tiempo me enteré que estaba echando a andar una acusación en contra de su jefe, con quien ella había tenido encuentros sexuales.  Me había contado en varias ocasiones que además de gustarle mucho el hombre, éste no le era indiferente, incluso me contó de sus aventuras y sobre cómo no le interesaba que él tuviera una familia, tampoco le importaba que en la oficina todos supieran que ella acosaba al jefe, pero como en la institución de educación superior se toma muy enserio el acoso, tomó la iniciativa de adherirse a una serie de chicas que de forma anónima lo tacharon de acosador. Otra de ellas estaba enojada porque él no le había hecho caso para tener una aventura con ella. Éste sí me parece un gran disfraz que sustenta una serie de mentiras que van ligadas a usar una bandera política a su favor. 

    Por otro lado, un miembro de la comunidad LGBTTTIQ+, se abandera de izquierda y propugna valores como la solidaridad o la cooperación a través de su negocio. En sus acciones se puede oler el neoliberalismo que despide la ley del que chinga primero, chinga dos veces. Contrató a una asistente porque le da una imagen de que es importante el negocio, con la promesa de que le va a enseñar a desempeñarse en el oficio. Bajo esa premisa la asistente trabaja de 12 a 14 horas, incluso más, al día porque se puede ir si gusta, pero si se queda aprenderá más. Un abierto esquema de explotación con condiciones de desventaja ya que a sus trabajadores no les brinda seguridad social. De nuevo, un excelente disfraz con una mentira rapaz que sólo puede estar a la altura de los huipiles usados en la oposición. 

    Lo que ellos no saben es que los disfraces saltan a la vista y que las mentiras son insostenibles por completo. Con el tiempo y la experiencia que hemos tenido durante largos años de disfraces televisivos, de vivir personajes tan grotescos, ya saltan a la menor provocación. Es menester estar atentos para encontrar cada vez más rápido los personajes que pululan a nuestro alrededor y aprender a ser más comprometidos con nuestras convicciones, porque ya no es tiempo de disfraces y las mentiras tienen que ser destruidas para cuidarnos de las actitudes políticas nefastas que algunos han comprado de la politiquería barata. 

  • Sobre la crueldad

    Sobre la crueldad

    En las semanas recientes me han conmocionado, sobre todo dos sucesos caracterizados por su alto nivel de crueldad. El primero Scooby, perrito arrojado a un cazo de aceite hirviendo. El segundo Huellitas, el perrito que fue adoptado por una adolescente de 14 años para ser asesinado. La insolente saña con que actuaron los perpetradores de ambos casos me hace pensar cómo nuestra sociedad ha producido personas capaces de la más profunda deshumanización. Tenemos que preocuparnos por hacernos responsables de esos personajes, porque significa que algo de nuestras acciones impacta en la estructura relacional de estos sujetos. 

    La filosofía del diálogo de Martin Buber nos dice que sólo podemos enfrentarnos con el mundo desde dos actitudes: diálogo y monólogo. En el diálogo se está con el otro; el monólogo es usar al otro para responder a uno mismo sin importar a quien tengo enfrente.  Tengo presente muchos momentos en los que he vivido la actitud monológica en mi día a día, desde muchos espacios. Lo que me parece que no hemos hecho como sociedad es poner límites. Por ejemplo, la forma de “provocar” accidentes por respetar la luz preventiva de los semáforos. La luz amarilla indica que hay que comenzar a disminuir la velocidad porque está a punto de parar la circulación, sin embargo, muchos automovilistas se enojan porque te detienes, a veces, se estampan y te culpan por detenerte. 

    Los diferentes ámbitos de la vida cotidiana son transgredidos constantemente y eso forma parte de los años de una cultura neoliberal que nos impulsó durante mucho tiempo a vivir inmersos en una sociedad de competencia feroz, ganar sin importar el costo. Esta actitud también podría explicarnos el éxito de las organizaciones de narcotraficantes que proliferaron en Latinoamérica. En el calderonato, la escalada de noticias cada vez más grotescas sobre asesinatos llegó a tal punto de inhibir nuestra capacidad de sorprendernos. La conmoción social por ambos perros me indica que vivimos un nuevo episodio de retornar a la posibilidad de motivar en nuestro interior una respuesta emotiva alrededor de sucesos descarnados. Ojalá que no sea sólo por la importancia que en los últimos años han tomado los animales de compañía. 

    Necesitamos pensar que tan cruel es arrojar a un perrito al aceite hirviendo, como regalar un cachorro a un niño como si fuera un juguete. Igual de cruel es dejar en el abandono a un animal porque ya te estorba, sea en una azotea o cuando lo dejas en las calles. Igual de deshumanizante es abandonar de tal forma a una niña que a sus 14 años siente la necesidad de divertirse matando a un animal. Tan cruel es golpear a un niño porque no deja de llorar. Hace tiempo, uno de mis vecinos regañó a su niño en edad preescolar por vomitar la alfombra de la recámara principal de su casa, lo sacaron de la habitación a pesar de que lloraba desconsolado porque se sentía mal. 

    Los actos de crueldad ocurren cerca de nosotros, quizá aún nos falta reaprender a identificarlos. Necesitamos conformar la posibilidad de dialogar más con nuestro entorno para eliminar la barbarie cotidiana. El compromiso está en nosotros y el ánimo de la gente parece que cada vez más se presta a la disposición. Espero que podamos construir una sociedad más sana donde todos, personas, animales o naturaleza, podamos convivir. 

    Xunu’

    Hablando de crueldad, el lunes 19 de junio murió el activista Álvaro Arvizu Aguiñaga, víctima de un presunto asalto con violencia perpetrado en el Centro para la Sustentabilidad de la Sierra Nevada Incalli Ixcahuicopa (Centli), en el municipio de Tlalmanalco, Estado de México. Dicho centro es un espacio de investigación y desarrollo social del Programa de Investigación para la Sustentabilidad de la Universidad Autónoma Metropolitana. “Arvizu ofrecía cursos de producción de composta, instalación de invernaderos y agricultura en el Centli, colectivo que lleva más de una década en lucha por que se promulgue la nueva Ley General del Agua, aprobada en 2012, la cual sustituiría a la norma anterior y serviría para frenar el tráfico del líquido, principalmente a manos de empresarios” https://www.jornada.com.mx/notas/2023/06/20/sociedad/llama-uam-a-autoridades-a-esclarecer-agresion-contra-personal-del-centli/?from=homeonline&block=sociedad&opt=articlelink. No puedo evitar pensar que el asalto llevaba consigna. El comunicado de la UAM del día de hoy https://www.comunicacionsocial.uam.mx/principal/avisos/comunicado-UAM-sierra_nevada.pdf, parece demasiado genérico. 

    El fin de semana que acaba de pasar Tlalmanalco seguía en calma, no vi presencia de policía o vigilancia, como si no hubiese ocurrido un crimen que despojaría de la zona a un investigador que brindaba su trabajo a la comunidad y tenía expectativa de que la nueva ley de aguas pusiera límites al tráfico del vital líquido por parte de los empresarios. Espero que su promulgación sea una realidad en poco tiempo y que el Estado de México comience a deshacerse de los poderes priistas que tanto daño le han hecho. 

  • Me retiro de Uber

    Me retiro de Uber

    El 31 de octubre de 2022 salí de un restaurante ubicado en una zona comercial del sur de la Ciudad de México. Había ido a tomar un café con una amiga y salimos alrededor de las 9:30 de la noche debido a una copiosa lluvia.

    Para evitar contratiempos cada una solicitamos un Uber. Cuando llegó el auto me percaté que no traía la placa delantera y los vidrios estaban muy oscuros y con el pretexto de la lluvia no bajó los vidrios, no pude ver al conductor.

    No abrí la puerta porque tenía que asegurarme de que su placa coincidiera con la que me indicaba la aplicación. Hay que aclarar que no había más gente a mi alrededor, era seguro que yo era la persona que solicitaba el servicio. Al momento en que me dirigía hacia la parte trasera del carro para verificar la placa, el chofer arrancó, canceló el viaje y lo cobró como si se hubiera realizado.

    Esa noche preferí llegar a casa en transporte público, caminar no me afectaba, aunque pudiera mojarme un poco. Levanté una aclaración con el servicio de Uber para informar lo que me había sucedido y la plataforma me dijo que iban a revisarlo con el socio conductor, también me hizo la devolución del dinero que habían cobrado. Después de eso tardé bastante tiempo en volver a solicitar sus servicios. Creo que en este año sólo una vez lo he usado, sobre todo después de aquella experiencia desagradable.

    Una de esas ocasiones en que requería un Uber fue el reciente 25 de mayo de este 2023, era alrededor de la una del día. Necesitaba llegar a una reunión cerca de casa y llevaba poco tiempo, pedí el servicio y como siempre me llegó la información relacionada con el “socio conductor”, en este momento recuerdo que la terminación de la placa tenía las letras KFN, en mi memoria no quedó registrado el número que tenía antes de eso.

    Llegó al lugar donde estaba esperando y de nuevo la placa delantera no estaba. Como hacía bastante calor, el conductor tenía abajo las ventanillas del auto. Me acerqué a la ventana y le pregunté por qué no tenía la placa delantera, al tiempo que me dirigía a la parte trasera.

    Cuando vi la placa no coincidía para nada con la que me marcaba la aplicación. Regresé a la ventanilla del conductor y le dije que no subiría porque la placa no coincidía.

    Pero no sólo la placa, la foto del “socio conductor” tampoco. La foto indicaba un señor de mediana edad con barba y muy delgado, el que conducía el auto era un joven robusto, sin barba y definitivamente no tenía que ver con la información de la aplicación. De hecho, tenía que ser un auto negro y llegó uno gris plata, eso sí, de la marca que indicaba, pero esa fue la única coincidencia.

    El chavo se disgustó porque le dije que no subiría. Él me dijo que si yo era la persona que lo había solicitado y me llamó por mi nombre. Le dije que sí, pero que no subiría porque el número de las placas no coincidían en nada. Trató de explicarme que la placa delantera no estaba en el auto porque a uno de sus compañeros se la habían retirado los policías para una multa, o algo así y se extrañó porque le indiqué que sus placas no coincidían. Preguntó qué número de placas tenía la aplicación y se las dicté.

    El chofer se orilló sobre la avenida donde estábamos y yo comencé a caminar para cruzar el puente peatonal que me acercaría a donde podía dirigirme hacia mi destino. Sobre el puente peatonal la aplicación me insistía que el conductor ya estaba en mi lugar de origen para iniciar el viaje, yo traté de cancelarlo varias veces, pero no pude. Al otro lado de la avenida seguía viendo cómo el chofer continuaba estacionado. Y tuve que cancelar varias veces el cobro solicitado del conductor por haberle hecho perder su tiempo.

    En una de esas ocasiones vi que ya no era la persona, el auto, ni las placas que yo había recibido antes, en mi historial de viaje ahora dice “Joel LJT154A” y no aparece ninguna foto. Al final Uber me dijo que revisarían el problema que había ocurrido en mi viaje solicitado y también lo del cobro de $80 que la aplicación me había hecho.

    Ese mismo día a las 14 horas con 06 minutos, la plataforma me respondió un correo electrónico que dice así: “Analizamos tu viaje y notamos que fue redirigido a otro Socio Conductor. Una vez que un Socio Conductor aceptó el viaje, te informará el nombre, la placa y el vehículo. […] Para que tu solicitud no sea cancelada y necesites solicitar nuevamente, nuestro sistema envía tu solicitud una vez más a los Socios Conductores más cercanos manteniendo el mismo valor informado. Esto causa el cambio de los datos del Socio Conductor en tu aplicación. […] también puede cambiar el tiempo de llegada del vehículo, ya que […] puede estar en un lugar diferente del Socio Conductor anterior”.

    Esto nos indica que Uber no se hace responsable por las fallas en la seguridad de su forma de operar, que las respuestas que uno obtiene son prefabricadas y que no podemos confiar en esa empresa. Mi llamado es a que si usan aplicaciones verifiquen siempre sus datos y no lo usen si no están en regla. Mucho cuidado por favor.

  • Resignifiquemos el rosa mexicano

    Resignifiquemos el rosa mexicano

    El día 18 de marzo de este año, en el marco del festejo de la conmemoración de la expropiación petrolera, la Diputada Andrea Chávez subió, en sus redes sociales, una selfie para indicar que ya estaba lista para la reunión convocada (https://twitter.com/AndreaChavezTre/status/1637192915695853571?s=20). Lo que más me llamó la atención fue lo bello que se veían sus labios maquillados de color rosa mexicano.

    Un color que tiene nombre y apellido, el cual es un símbolo de identidad nacional. Debo reconocer que de todos los colores el rosa, en general, es de los que menos me gusta. Cuando era niña me molestaba que todo el mundo quisiera que estuviéramos uniformadas.

    Sin embargo, el rosa mexicano siempre me llamó la atención, en los bailables regionales de la primaria con frecuencia lo usaba, es más, la falda doble circular que tenía para los ensayos era de ese color. El rosa mexicano es un pigmento que representa los rebozos de las mujeres que trabajan en los campos y las cocinas rurales, es el rosa de los bordados del sureste que son tan intensos como la pasión de los habitantes de esa región. Me encanta decir que el rosa mexicano es único y así tiene que seguir, aunque los partidarios o los políticos pretendan tomarlo como propio.

    Recuerdo el periodo en que Gabriel Mancera gobernó la Ciudad de México, a los taxis los pintó de color rosa, aunque no mexicano, era un tono muy simplón. Ahora la llamada “marea rosa” pretende tomarlo como propio y considero que un tono tan bello no debería representar a nadie más que a México, tiene que seguir cargado de la simbología que las manos mexicanas le han brindado.

    En el marco del segundo debate del pasado 18 de mayo entre las candidatas que compiten por la gubernatura del Estado de México, llamó mi atención que el color rojo (predilecto de la vestimenta de Paloma Sánchez, por ejemplo) se cambió por un saco color rosa mexicano. Emblemático del INE el cual fue elegido precisamente para que no favoreciera a ningún partido político, claro, no se podía predecir que serían los partidos los que se iban a apropiar de manera mañosa de la inocuidad de su espectro cromático.

    Tampoco hay que olvidar la historia que tiene, fue el Partido Popular Socialista de México quien lo usó como emblema. Precisamente por lo que representa para el pueblo de mexicano.La llamada “marea rosa” invade los espacios públicos y comienza a darle otro sentido a un símbolo nacional y no podemos permitirlo.

    Nuestro rosa mexicano tiene que volver a representar las artesanías que reivindican a nuestros paisanos como la gente trabajadora que es. También tenemos que limitar a las casas de moda internacionales que se empeñan en registrar colores para satisfacer la impronta capitalista que absorbe todo a su alrededor.

    Para que el rosa mexicano vuelva a representar a nuestro país, necesitamos tomarlo como propio de nuevo y salir todos a la calle, que cada persona que esté vestida o maquillada de nuestro color sea eso, un mexicano. Sin importar la preferencia política, hay que hacerlo más brillante, más intenso, más alegre de lo que las falsas luchas han pretendido hacerlo. Porque al igual que les digo a mis sobrinos, ningún color es de hombre o de mujer, ningún color es característico de un partido. Me visto de verde, de rojo o morado cuando quiero, porque no debemos dejarle libre acceso a ningún partido político ni ningún movimiento. Porque los colores significan, pero también pueden volver a dotarse de sentido en cualquier momento.

    Así que los invito a vestirse lo más que puedan de rosa mexicano y si es una prenda que compramos a los artesanos, mejor. Porque no hay tono más hermoso que los que son trabajados con las manos de nuestro pueblo. Por mi parte, ya tengo mi prenda rosa mexicano, me costó trabajo erradicar de él la idea de que a las mujeres todo el tiempo las queremos ver uniformadas de rosa.

    Pero de eso se trata, de despojar las ideas que constriñen las posibilidades. Necesitamos asignar un mejor significado a un color emblemático de nuestra tradición. Ahora cada que caminemos por la calle vestidos de rosa mexicano pensemos que no tiene nada que ver con los taxis de Mancera, ni con el rosa del INE, sino de nuestra identidad nacional.