La gobernadora panista quedó exhibida: ordenó pagar más de 2 millones de pesos a Clío, la empresa de Enrique Krauze, para producir un video que encubría propaganda personalizada.
El verdadero escándalo con Maru Campos no está en sus discursos sobre ética pública, sino en el contrato que firmó —y protegió— cuando era alcaldesa de Chihuahua: el AD319/19, adjudicado directo, sin licitación y con un destino muy específico. La beneficiada: Clío, la productora de Enrique Krauze, uno de los opinadores predilectos del conservadurismo nacional.
De acuerdo con una investigación del periodista Ricardo Sevilla para el medio Regeneración MX, el encargo, disfrazado como un “documental sobre la importancia democrática de Chihuahua”, costó 2 millones 113 mil pesos, pero no era un proyecto cultural: documentos internos y testimonios señalan que el objetivo real era posicionar a Maru Campos rumbo a la gubernatura, usando el prestigio intelectual de Krauze como sello de legitimidad. Y funcionó.

El material, de 45 minutos, presentó a Campos bajo una narrativa de liderazgo, modernidad y vocación histórica, justo lo que después se replicó en su campaña. El guión, las entrevistas y el enfoque fueron construidos para colocarla en el centro, no al municipio ni a la democracia local. Krauze puso el tono editorial; Maru, el presupuesto público.
A pesar de las investigaciones que la mantienen vinculada a proceso por cohecho y peculado, la gobernadora se aferra a que el contrato fue “técnico y justificable”. Pero los documentos muestran otra realidad: la alcaldía instruyó omitir licitaciones, acelerar pagos y etiquetar el gasto como “promoción institucional”, cuando era, en esencia, publicidad personalizada pagada con dinero de la gente.
El contexto actual solo refuerza el patrón: mientras se presenta como adalid de la transparencia, su administración enfrenta señalamientos por nuevas adjudicaciones opacas y manejos cercanos a los que llevaron a César Duarte al banquillo. Pero el corazón del caso —y la pregunta que sigue abierta— es este: ¿Por qué Maru Campos destinó recursos públicos para financiarle a Enrique Krauze un producto editorial que la promocionaba? Incongruencia, ¿no cree?




















