Por Ricardo Sevilla
Hace unas horas, en sus redes sociales, el dueño de Grupo Salinas se jactó de haber sido invitado por Donald Trump a su cena de Navidad en la Casa Blanca.
Ricardo Salinas Pliego utilizó sus plataformas digitales para enmarcar este evento como un reconocimiento a su figura por parte del gobierno estadounidense.
Sin embargo, el dueño de TV Azteca mintió.
Y es que, a través del rastreo de las dinámicas operativas del club privado Mar-a-Lago, se pudo confirmar que la asistencia de Ricardo Salinas Pliego a la cena de Navidad no derivó de una relación diplomática o personal con Donald Trump, sino de una transacción comercial en el mercado secundario de acceso.
Y es que Mar-a-Lago opera como un club de membresía. Y, en ese esquema, los socios reciben cortesías o boletos preferenciales que, en una práctica común pero éticamente cuestionable, son revendidos a terceros que buscan “estatus por asociación”.
Cabe destacar que Mar-a-Lago es una mansión y club privado en Palm Beach, Florida, construida por la heredera Marjorie Merriweather Post, diseñada para ser un refugio para dignatarios y que se convirtió en la residencia de invierno de Donald Trump, siendo conocida como su “Casa Blanca de invierno”.
Pero le digo más: no se trata de una cena íntima; es un evento de recaudación y relaciones públicas masivas.
El pago de 100,000 dólares incluye la cena y una fotografía protocolaria.
Para el equipo de Trump, Salinas Pliego es el sistente #342, de 850, no un aliado estratégico.
El deudor fiscal pagó, aproximadamente, 1,799,790 pesos al tipo de cambio actual.
No hay un reconocimiento mutuo: para Trump, Salinas es un extraño que pagó su entrada.
Debemos decir que, en la era de la posverdad, la imagen de la influencia es más valiosa que la influencia misma. Y eso es precisamente lo que quiere el jefe de Javier Alatorre.
En este caso, la foto con Trump funcionaría como un “significante” de poder que Salinas pretende utilizar para amedrentar a sus adversarios locales en México, haciéndoles creer que goza de un respaldo internacional que es, en realidad, un recibo de compra.
Resulta fascinante ver que un multimillonario se comporta como un “fan” o un aspiracionista. Esto revela una jerarquía de poder global donde incluso los hombres más ricos de países en desarrollo se sienten obligados a pagar por la validación de los centros de poder del primer mundo.
Infelizmente, la billetera de Salinas Pliego es grande, pero su necesidad de validación es mayor.

