Una escolta de cuatro mujeres rompe el protocolo de dos siglos
Las heroínas silenciadas finalmente hablaron a través de la voz de la presidenta Claudia Sheinbaum.

Por Ricardo Sevilla
Hoy, la noche del 15 de septiembre de 2025, el Zócalo de la Ciudad de México se ha convertido en el escenario de un momento histórico: la primera vez que una mujer, la presidenta Claudia Sheinbaum, ha dado el tradicional Grito de Independencia.
La ceremonia no ha podido ser más emotiva. Y es que este evento engloba una serie de cambios profundos en la narrativa histórica y la simbología del poder en México.

La crónica de esa noche pasará a la historia porque ha revelado una reescritura consciente de los ritos patrios, con un enfoque en la inclusión y la reivindicación de figuras históricas que, infelizmente, hasta hoy, habían sido silenciadas.
La escolta: un símbolo de ruptura y equidad
La ceremonia ha comenzado con una escolta de seis cadetes del Colegio Militar, notablemente compuesta por cuatro mujeres y dos hombres.

Esta composición no fue fortuita ni, por supuesto, accidental.
Se trata de un acto sutil pero contundente. La presidenta Claudia Sheinbaum ha decidido proyectar una imagen de las Fuerzas Armadas más equitativa y diversa, reflejando, con este acto contundente, un profundo cambio de paradigma en instituciones tradicionalmente dominadas por hombres.
Esta escolta ha dejado a un lado la imagen estereotipada del poder militar y ha abierto la puerta a un futuro donde la paridad de género sea la norma, no la excepción.
El Discurso: nuevas voces y figuras en el Panteón de Heroínas
Definitivamente, el momento culminante de la noche llegó cuando la presidenta Sheinbaum salió al balcón de Palacio Nacional.

Su atuendo —un vestido morado, el bordado artesanal nahua y la banda presidencial— estuvo pensado para simbolizar no solo el poder, sino también la conexión con los movimientos feministas, además de la resignificación indígena.
El Grito, y hay que subrayarlo, no ha sido la simple repetición de la fórmula tradicional. ¡No! Esta vez, junt a los héroes canónicos, se incluyeron nuevos nombres, principalmente mujeres y grupos históricamente marginados.

La presidenta gritó “¡Viva Leona Vicario!”, “¡Viva Gertrudis Bocanegra!”, “Josefa Ortiz Téllez-Girón” y, de manera muy significativa, “¡Viva Manuela Molina, la capitana!”.
La inclusión de estas heroínas no es un mero adorno retórico; es una auténtica reparación histórica.

Además, la mención de “¡Vivan las heroínas anónimas!” y “¡Vivan las mujeres indígenas!” rompió con el canon patriarcal, reconociendo el papel fundamental de las mujeres en la lucha por la independencia.
¡Qué alegría haberlo escuchado!
Los gritos por los “hermanos y hermanas migrantes” y la “dignidad del pueblo” han expandido el concepto de patria más allá de las fronteras geopolíticas, abrazando a una comunidad global de mexicanos y mexicanas.
El Zócalo: un mar de emoción y expectativa
El Zócalo ha lucido despejado de lluvia y de nubarrones, completamente abarrotado. Diría la frase hecha: no cupo ni un alfiler.

Y ojo: la emoción no solo era por el fervor patriótico, sino por el significado de la ocasión: el primer Grito dado por una mujer.
Este hecho trasciende el acto protocolario; es un momento de catarsis colectiva, un hito que marca la consolidación de un nuevo orden político y social. ¡El 125 aniversario de la independencia de México! Y la protagonista ha sido una mujer: la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
La energía que ha palpitado en la multitud refleja, sin temor a equivocarme, el reconocimiento de que la historia está siendo escrita en ese mismo instante, una historia en la que las mujeres, por fin, son protagonistas.
¡Viva México!
