No hay un rincón de México en el que el presidente López Obrador no cause revuelo con su sola mención. Para bien o para mal, logró que la gente se involucrara en temas políticos más que ningún otro representante de ese entorno, y las participaciones colectivas que se mostraron durante su sexenio, se han prolongado en el tiempo hasta la presidencia de la doctora Sheinbaum. No solo dotó a varias generaciones de una identidad que por décadas se les negó, al grado de vivir marginados en su propia nación, sino que dejó al descubierto algunas hipocresías de la derecha y le quitó la máscara a sus adversarios, esos que todavía conspiran contra el actual gobierno de la cuarta transformación.
Tal vez desde la revolución, el sur y sus habitantes, quienes fueron denostados por presidentes y otros políticos, como el actual gobernador de Nuevo León, no cobraban tanta relevancia y valor para el país como lo tienen ahora, demostrando un sentido antipatriota de algunos empresarios muy encumbrados y políticos de oposición, que optaban por una visión elitista de lo que debía ser México.
El regreso del presidente, aunque momentáneo, a la vida pública del país, no es casualidad. Llega en momentos en que se vive incertidumbre por comentarios contra el gobierno mexicano de voz de Donald Trump, mandatario estadunidense, además de repetidos intentos de la oposición de que exista un golpe del vecino del norte, que los coloque de nueva cuenta en la silla presidencial. Con esta aparición, López Obrador muestra el músculo político a pesar del retiro, basado en el apoyo popular, no inventado como lo tenían anteriores presidentes, sino real, pues quienes le acompañaron a lo largo de su vida política, el pueblo, han demostrado que no lo dejan solo. Bastó un video de menos de una hora, para que la derecha se pusiera fúrica y llenara de injurias las redes sociales. Siguen sin entender que todas esas muestras, contrario a sus deseos, le da más fuerza al originario de Macuspana y al movimiento que creó. Desde luego también es un respaldo, aunque innecesario, a la dirigencia de la primera mandataria, quien cuenta con un apoyo de la gente como nunca vieron expresidentes del PRI o PAN.
A estas alturas, los opositores deberían haber entendido que la gente, el pueblo a quienes ellos rechazan, es capaz de identificar de manera acertada, las intenciones detrás del apoyo a una marcha, de una campaña y de las tantas mentiras que repiten en los noticieros, en televisión, radio y periódicos quasi extintos. A estas alturas, la derecha debería ser consciente de que la historia que le contaron a toda una nación, aquella que solo convenía a sus intereses, fue tirada a la cloaca junto a ellos y reescrita, uniendo a la mayoría, gracias al “Macuspano”. Eso es legado. Esa es grandeza.
Sin embargo, debemos tener en claro que, a pesar de todos estos avances y como bien dijo el presidente, todavía es temporada de zopilotes.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.













