Etiqueta: Adolfo Gilly

  • ¿POR QUÉ LA HISTORIA? SEGÚN GILLY

    ¿POR QUÉ LA HISTORIA? SEGÚN GILLY

    A la memoria del maestro Adolfo Gilly
    Gracias por aquella feliz mañana en Filos, aquel 28 de marzo del 2012.
     

    El pasado 4 de julio del 2023 había fallecido Adolfo Malvagni Gilly, historiador, escritor, ensayista y politólogo argentino, nacionalizado mexicano. Principal teórico de la Revolución mexicana, especialmente, de  los problemas políticos y sociales de América Latina.  Fue autor de numerosos ensayos periodísticos y libros que analizan el proceso revolucionario mexicano con elementos teóricos del marxismo. Una de sus obras más destacables e indispensable que se convirtió en un clásico narrativo es La Revolución interrumpida, publicada por editorial Era en 1971.  Octavio Paz le manifestó una vez a Gilly tras la aparición de su libro, “Su contribución a la historia de la Revolución es notable. Usted nos ha dicho cosas nuevas, ha recordado otras que habíamos olvidado y ha iluminado algunas que nos parecen oscuras”. Mientras que Carlos Monsivais opino que “la Revolución Mexicana es un proceso legible y entendible y no una cadena de aberraciones históricas”.

    En 1977, es decir, durante el sexenio de Luis Echeverría Álvarez se llevó a cabo el traslado del Archivo General de la Nación (AGN) a su actual sede en el Palacio de Lecumberri, lugar donde fue recluido Gilly por seis años en el bloque N, el bloque de los presos políticos. Por lo referente a este acontecimiento, el archivo invitó a un grupo de historiadores y escritores, como: Carlos Pereyra, Luis Villoro, Luis González, José Joaquín Blanco, Enrique Florescano, Arnaldo Córdova, Héctor Aguilar Camín, Carlos Monsiváis, Guillermo Bonfil Batalla y el mismo Gilly. Diez autores y diez ensayos que forman el cuerpo del libro Historia ¿Para qué? Publicado por Siglo XXI editories, el cual responde, sin mayor sistematización ni ahondamiento en criterios epistemológicos, sobre la utilidad de la historia. 

    “Papá, explícame para qué sirve la historia. Así interrogaba, hace algunos años, un muchachito allegado mío a su padre que era historiador”, así comienza la obra del historiador francés Marc Bloch Apología para la historia o el oficio del historiador. Gilly  escribió el ensayo “La Historia como crítica o como discurso de poder”, guiándose por esta interrogante expresada por Bloch.   

    Gilly menciona que la historia puede adoptar dos actitudes: justificarlas o explicarlas como inmutables y naturales, o criticarlas explicándolas como cambiantes y transitorias. La primera actitud parte de quien tiene el interés de conservar las relaciones de fuerza dentro de la sociedad, mientras la segunda parte del interés en buscar una transformación esas relaciones. 

    Las diversas historias surgen de los diversos intereses sociales, conservador y crítico. Hay que tomar en cuenta que la historia está en constante movimiento esforzándose por analizar con mayor profundidad los hechos y rechaza las seducciones de la leyenda o de la retorica. Sin embargo, un historiador puede asumir una parcialidad ante los hechos que relata e interpreta, para tomar partido o por pasión, por ejemplo aquellos que justifican la matanza estudiantil de 1968 o la expropiación petrolera de Lázaro Cárdenas. 

    Adolfo Gilly pudo haber dejado el plano terrenal, pero su legado está en su contribución al estudio de la historia, motivar al futuro historiador a armar un rompecabezas de acontecimientos ocurridos, ya sea para justificar o criticar los acontecimientos, tomando en cuenta el grado de objetividad determinado según su interés. De manera que responde a la interrogante de la utilidad de la historia.

  • Hasta siempre Adolfo Gilly

    Hasta siempre Adolfo Gilly

    El martes 4 de julio partió Adolfo Gilly, un maestro en toda la extensión de la palabra, maestro para la utopía, la vida, la historia, la política y la militancia de las mejores causas. Habrá un antes y un después en el quehacer de la historia mexicana y universal por las contribuciones de Gilly. Su visión del mundo lo convocó a escribir y pensar la historia de y para los de abajo, pero también a vivir y soñar por y para el pueblo, tan es así que sus ideales por la liberación de América Latina lo llevaron a ser encarcelado en el “palacio negro” de Lecumberri, donde los cinco años que permaneció en las crujías de 1966 a 1971 no fueron útiles para someterlo; por el contrario, desde ahí redactó el manuscrito de una de sus obras fundamentales que sigue despertando conciencias: La revolución interrumpida.

    Adolfo Atilio Malvagni Gilly como prácticamente nadie lo nombraba, nació en la tierra del Che Guevara, quizá por eso fue uno de los mexicanos más internacionalistas, que mantuvo como un objetivo fundamental en la praxis de los movimientos sociales y emergentes, el reflexionar desde la lucha misma la importancia de terminar con la colonización del imperio yanqui sobre las mal llamadas periferias. Le faltaron cinco años para vivir un siglo, pero el siglo XX mexicano ha sido especialmente explicado por él.

    Además de La revolución interrumpida, dos obras han sido esenciales para la formación política a gran escala del pueblo de México, y sin las cuales no podríamos explicarnos los tiempos tan interesantes de la Transformación que estamos viviendo: El cardenismo: una utopía mexicana, y Felipe Ángeles, el estratega, donde Gilly reivindicó no como letras de bronce sino como un proceso complejo, social y estratégico las obras personales y colectivas de los generales revolucionarios Lázaro Cárdenas del Río y Felipe Ángeles.

    Tengo recuerdos personales de Adolfo Gilly que son estampas para el porvenir. Cuando fundó el MAS, Movimiento al Socialismo, que fue un desprendimiento trotskista del PRT que apoyó al Ing. Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 y fue pieza clave para que el Frente Democrático Nacional que desafió al PRI- gobierno pudiera permear en el mundo universitario. Ahí Gilly dio grandes discursos para sacudir comunidades. También lo vi en reuniones organizativas de la izquierda social en la capital del país, dónde con humildad daba sus puntos de vista, ante mi incredulidad respecto a que un académico de su trayectoria compartiera su tiempo con generosidad en larguísimas asambleas, lo que en sí mismo habla de que su estatura intelectual contaba con una gran dimensión ética.

    En el celebre compendio Historia ¿pará qué? Adolfo Gilly escribió: “Las revoluciones son los momentos cuando la dirección de abajo hacia arriba (resistencia) en la relación vertical, estalla y se vuelve dominante sobre la relación de dominación establecida. Entonces su irrupción violenta desde abajo inunda y baña todo con su luz peculiar, que es la que ilumina la apariencia del desorden y de ruptura de la lógica social comúnmente aceptada que presentan todas las revoluciones, rebeliones y revueltas”.

    En los años noventa estudiantes del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM formamos el colectivo Historia en movimiento, alumbrados por la función social de la historia que abrevamos por leer a Adolfo Gilly. De aquellos días queda el recuerdo de una mesa redonda, hay una foto impresa como testimonio, de cuando no había celulares ni cámaras por todos lados. En esa mesa platicamos con Ricardo Pérez Monfort, Alberto Betancourt, Margarita Carbó (QEPD), y Adolfo Gilly sobre los encuentros y desencuentros entre el zapatismo y el cardenismo como corrientes de pensamiento ancladas en el México profundo. La foto es malísima, de los tiempos cuando las fotografías se revelaban en los estanquillos de Kodak (monopolio de la fotografía), en ella Gilly se lleva la mano al rostro, quizá contrariado por alguna posición divergente, pero al final de la mesa recuerdo sus palabras sencillas sobre el sentido de la utopía, que es la misma dijo “para los zapatistas y cardenistas, de ayer, hoy y siempre”.

    La vida es un suspiro, ha partido Gilly. Pero su obra es nuestra escuela de historiar más auténtica. Un hombre honesto, un disidente respetable, historiador infinito, narrador de episodios que siempre alentaron utopías, rebeliones, revueltas, alegrías e insatisfacciones. Se concita en su obra la función social de la historia que nunca reclamó nada para sí. Para todos todo, nada para nosotros. 

    Aquella tarde del siglo pasado que compartimos charla no supe cómo se pronunciaba su apellido, jilly, guily, güilis, yily… los zapatistas de Chiapas le decían el willy, jaja.

    Hoy, quizá 30 años después, sigo sin saber cómo se pronuncia Gilly con los amigos que comparto esta mala hora. Lo que sé es que Adolfo Gilly escribió la historia que soñamos y que no morirá jamás a través de los libros y los lectores. Felipe Ángeles lo espera. Adolfo Gilly se pronuncia con respeto y cariño.

    Infinita tristeza.

  • Alejandra Frausto lamenta muerte del historiador Adolfo Gilly

    Alejandra Frausto lamenta muerte del historiador Adolfo Gilly

    Este 04 de julio, se dio a conocer el fallecimiento del escritor, académico e historiador Adolfo Gilly, a la edad de 94 años, por lo que la titular de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, Alejandra Frausto lamentó la noticia y aseguró que su legado e investigaciones quedarán grabadas en las próximas generaciones.

    “Lamento profundamente la muerte de Adolfo Gilly, estudioso de la Revolución Mexicana. Su legado e investigaciones quedarán en las generaciones formadas con su pasión por la historia de México QEPD”, escribió en twitter.

    ¿Quién fue Adolfo Gilly?

    El escritor nació en Buenos Aires, Argentina, el 25 de agosto de 1928 y se formó en la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta, de la que se graduó a los 18 años. Dos años después concluyó la licenciatura en Procuraduría de Justicia en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Otro momento importante de su formación académica se dio muchos años después, en 1994, ya en México, con el doctorado en Estudios Latinoamericanos en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

    También tuvo una trayectoria como maestro visitante en las universidades estadounidenses Berkeley, Columbia, Stanford y Yale. Entre 1940 y 1950 estudió economía e Historia de América Latina, lo que lo llevó a viajar por varias partes del mundo.

    “La revolución interrumpida”, es una de sus obras más reconocidas por la cual hoy en día se le considera como uno de los intelectuales más importantes sobre la Revolución Mexicana a partir de la formación política del historiador.

    Los movimientos insurgentes en Nicaragua y El Salvador fueron otros de los sucesos en los que Gilly centró sus estudios; en tiempos más recientes le inquietó la globalización. Entre los muchos premios que recibió, se cuentan la Beca Guggenheim en 1989 y la  Edward Larocque Tinker Visiting Professorship en 1982, 1989 y 1997.

    No te pierdas: