Las visitas presidenciales francesas a México han combinado gestos diplomáticos y acuerdos estratégicos con escándalos personales y políticos que sacudieron el Elíseo. Emmanuel Macron llega a Palacio Nacional para escribir un nuevo capítulo en la compleja relación entre Francia y México.
A lo largo de seis décadas, los presidentes franceses han dejado su huella en México, combinando desagravios históricos y acuerdos económicos con serias polémicas diplomáticas y, a menudo, sombras en su gestión en casa. Emmanuel Macron se suma a la lista este viernes, aterrizando en Palacio Nacional para continuar una tradición de encuentros que mezclan historia, política y una buena dosis de controversia personal.
El primero en visitar fue Charles de Gaulle en 1964, quien diplomáticamente devolvió tres banderas robadas durante la intervención francesa. Sin embargo, su legado de moralidad se vio ligeramente manchado por los problemas legales que enfrentó su propia familia, incluyendo la condena de su nieto, Jean de Gaulle, por corrupción.

Quince años después, Valéry Giscard d’Estaing consolidó la relación con José López Portillo. Pese a los logros en comercio energético, el expresidente fue sacudido por el infame “asunto de los diamantes” . Este escándalo de corrupción y opulencia salió a la luz cuando se reveló que había aceptado diamantes de considerable valor como regalo del dictador Jean-Bédel Bokassa, un episodio que afectó su credibilidad.

En 1981, François Mitterrand posicionó a México como líder regional en la promoción de la paz. No obstante, Mitterrand llevó una doble vida secreta durante décadas, ocultando a la nación su cáncer y, más notoriamente, a su hija ilegítima, Mazarine, cuya existencia solo fue reconocida públicamente tras su muerte, revelando la complejidad de su vida personal.

Jacques Chirac visitó México en tres ocasiones (1998 y 2004) impulsando acuerdos comerciales, pero su carrera se vio empañada por el llamado “Chiracgate”. En 2011, Chirac fue declarado culpable de malversación de fondos públicos y abuso de confianza relacionado con empleos ficticios en la alcaldía de París, convirtiéndose en el primer exjefe de Estado francés condenado por un tribunal.

El mandato de Nicolas Sarkozy (2009) estuvo marcado en México por la controversia diplomática al abogar por Florence Cassez, generando fuertes tensiones con el gobierno de Felipe Calderón. Tras dejar el cargo, Sarkozy se ha convertido en un asiduo de los tribunales. El expresidente fue condenado a prisión por corrupción y tráfico de influencias y sigue enfrentando procesos por el explosivo presunto financiamiento libio para su campaña de 2007.

François Hollande, en 2012 y 2014, cerró el capítulo Cassez. Sin embargo, a nivel personal, el presidente protagonizó el ridículo mediático conocido como el “escándalo de la scooter”, cuando una revista publicó fotos de él llegando en motocicleta, disfrazado con un casco, para encontrarse secretamente con su amante, la actriz Julie Gayet, lo que forzó la ruptura con su pareja oficial y puso su vida privada bajo la lupa.

Hoy, Emmanuel Macron, que hasta ahora no ha sido condenado por escándalos de corrupción, centrará su visita tras su encuentro con la presidenta Claudia Sheinbaum en el G-20, en la recuperación del Códice Borgia y la tradicional agenda económica, reafirmando que México sigue siendo un socio estratégico de Francia en América Latina, mientras sus antecesores dejaron una estela de diplomacia mezclada con asuntos turbios que agitaron el Elíseo.

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