Este fin de semana se genero una controversia fuerte que rodea el derecho al culto y la religión, pues Xóchitl Gálvez, candidata a la presidencia por la coalición Fuerza y Corazón X México, a raíz de un meme publicado en las redes sociales de Morena, estigmatizó el culto de la Santa Muerte.
El culto a la Santa Muerte en México representa un fenómeno religioso y cultural que ha trascendido diversas barreras sociales y geográficas, encontrando un lugar especial en la comunidad de Tepito y extendiéndose a varias regiones del país y América Latina. A pesar de la controversia generada principalmente por denominaciones cristianas tradicionales como la Iglesia Católica, que consideran su veneración contraria a los principios religiosos establecidos, este culto sigue ganando adeptos.
La figura de la Santa Muerte es vista por sus seguidores como un símbolo de protección, auxilio en adversidades y guía espiritual. Esta representación esquelética, que se remonta a la época colonial cerca de un convento en el Centro Histórico de Ciudad de México, ha evolucionado desde ofrecer consuelo a los enfermos hasta convertirse en una entidad sagrada que desafía las normas religiosas convencionales.
La adoración a la Santa Muerte ha sido objeto de estigmatización, particularmente vinculada con rituales marginales y prácticas asociadas a contextos de pobreza y delincuencia, lo que ha alimentado la desaprobación de sectores más tradicionales. Sin embargo, su significado va más allá del crimen organizado y las figuras políticas, resonando también con sectores marginados y estigmatizados de la sociedad, como las trabajadoras sexuales, miembros de la comunidad LGBT y personas involucradas en el comercio informal.
El origen de la devoción por la Santa Muerte se sitúa históricamente en 1795 en un pueblo del centro de México, aunque su popularización en la década de 1960 en Catemaco, Veracruz, marcó un punto de inflexión. A pesar de la oposición de la iglesia católica que lo consideraba satanismo, la práctica se extendió mayormente de forma oculta o en pequeños círculos.
Con la reforma a la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público en los noventa, impulsada por el presidente Carlos Salinas de Gortari, junto con la crisis económica de 1994, el culto a la Santa Muerte ganó relevancia como refugio espiritual para aquellos enfrentando momentos de crisis o marginación. Durante la pandemia de COVID-19, la devoción hacia la Santa Muerte experimentó un auge significativo, con devotos buscando protección y salud ante el avance del virus.
La Secretaría de Gobernación (SEGOB) canceló el registro legal del culto en 2005, argumentando que desviaba los objetivos de las leyes de culto públicas, lo que ha complicado su práctica formal. A pesar de estos desafíos, la devoción por la Santa Muerte continúa creciendo, mostrando la capacidad de esta figura para proporcionar un sentido de comunidad y espiritualidad en tiempos de adversidad.
El culto a la Santa Muerte es un ejemplo de cómo las creencias religiosas pueden adaptarse y evolucionar, ofreciendo soporte a comunidades diversas en sus momentos más vulnerables. Este fenómeno religioso destaca por su capacidad de inclusión y por proporcionar un santuario a aquellos que a menudo se encuentran en los márgenes de la sociedad.