Mientras la deuda fiscal se acumula desde hace más de una década, el magnate prefiere ganar tiempo y presentarse como víctima de la autoridad tributaria.
Ricardo Salinas Pliego volvió a hacer lo que mejor sabe: posponer, polemizar y victimizarse, ahora frente al Servicio de Administración Tributaria (SAT). El dueño de Grupo Salinas anunció que esperará hasta enero para que la autoridad fiscal le “precise por escrito” el monto de su adeudo, estimado en 31 mil millones de pesos, como si se tratara de una cuenta confusa y no de una obligación fiscal determinada por tribunales.
A través de un mensaje en redes sociales, el evasor fiscal aseguró que lo “prudente y responsable” es aguardar a que el SAT entregue un desglose detallado y transparente, pese a que el propio organismo ha reiterado que el adeudo corresponde a ejercicios fiscales de entre 2008 y 2013, es decir, impuestos no pagados desde hace más de 15 años.

Con el ya conocido discurso de la “certidumbre jurídica”, Salinas Pliego afirmó que no busca conflicto, sino cerrar el capítulo. Sin embargo, los hechos contrastan con la narrativa, pues el litigio ha sido estirado durante sexenios mientras los recargos y actualizaciones siguen creciendo, cortesía del tiempo… y de la falta de pago.
El evasor fiscal incluso presumió haber entregado 285 millones de pesos al fisco durante la disputa, una cifra que palidece frente a los miles de millones que adeuda, pero que intenta presentar como muestra de “buena voluntad”. Desde Palacio Nacional, el SAT ha sido claro: los montos no son capricho administrativo, sino resoluciones judiciales firmes.
Así, mientras millones de contribuyentes cumplen puntualmente cada mes, uno de los hombres más ricos del país pide paciencia, papel membretado y otro plazo más. Porque, al parecer, cuando se trata de pagar impuestos, la prisa sólo aplica para cobrar… no para cumplir.

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