La investigación por el espectacular robo en el Louvre sumó cuatro nuevas detenciones, elevando a ocho los implicados. El golpe, de alto valor cultural y financiero, reabrió críticas severas sobre la seguridad del museo, que ya enfrenta un plan de modernización urgente.
El caso del robo de joyas imperiales en el Louvre volvió a sacudir a Francia, luego de que autoridades parisinas informaran la detención de cuatro personas más —dos hombres y dos mujeres—, todas vinculadas al atraco del 19 de octubre. Estas nuevas capturas se suman a las cuatro realizadas semanas atrás.
De acuerdo con la fiscalía, los delincuentes sustrajeron piezas valuadas en cerca de 100 millones de dólares, tras introducirse con un montacargas, romper una ventana y cortar vitrinas con sierras circulares en la Galería Apolo, donde se exhibe parte del Tesoro de la Corona francesa. En su escape dejaron caer una corona con diamantes y esmeraldas perteneciente a Eugenia de Montijo, uno de los objetos históricos más delicados del Segundo Imperio Francés.
El caso detonó fuertes cuestionamientos al nivel de seguridad del museo más visitado del mundo, señalado por privilegiar obras visibles sobre protocolos de resguardo. Incluso el Tribunal de Cuentas alertó sobre un deterioro estructural preocupante.
En respuesta, el presidente Emmanuel Macron anunció un proyecto de modernización superior a 500 millones de euros, que incluye mayor videovigilancia, sensores, reestructuración del personal y un nuevo acceso, además de una sala específica para la Mona Lisa.
Las investigaciones ahora avanzan con Interpol y Europol, ante indicios de que los responsables serían parte de una red internacional de tráfico de arte. El golpe ya es considerado una de las mayores pérdidas de patrimonio cultural en Europa en la última década.


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