Riesgos de trabajo. Las fábricas de calzado en León (Parte II)

Opinión de León Fernando Alvarado

Rompiendo (alegremente) la ley

-¿Existe violencia contra las mujeres?

Sí, mucha, muy notoria. Por esa violencia hasta se contrataron más hombres preliminares porque a las chicas que estaban en pespunte los supervisores les gritaban porque no lo hacían rápido o las invitaban a salir o les decían piropos que no sé si les gustaban o no, porque una cosa es el trabajo y otra lo personal. Se cambió el prototipo para que fueran más hombres y evitar esa violencia.

-¿Qué otras situaciones se presentan en la industria del calzado?

-Que trabajan menores de edad. Algunos de los pespuntadores solían llevar a sus hijos para enseñarles el oficio, jóvenes que ya no querían estudiar o que las familias no podían pagarles los estudios por ser numerosas o con carencias. Los papás los llevaban a trabajar y esto aumentaba los riesgos de accidentes. Una adornadora llevó a su niña de ocho años de edad porque no tenía con quien dejarla, la niña traía el cabello largo y suelto y al pasar por la cardadora le agarró el cabello; tuvieron que parar la máquina y cortarle el pelo. Terminó en un dolor de cabeza nada más.

Hubo un accidente en una célula de pespunte integrada por seis hermanos: cuatro pespuntadores, la chica preliminar que empalmaba y recortaba, y el más pequeño de 14 años, que les ayudaba. Él cortaba hebras y por no usar tijeras las quemaba con encendedor. En el momento que lo enciende se le prende la ropa junto con las manos porque las tenía llenas de pegamento, tal vez había estado empalmando. Lo llevé al baño para curarlo, se le desprendió la piel como si le hubiera quitado unos guantes. Le apliqué picrato y una pomada y se las envolví con gasas. Tampoco tenía Seguro, así que lo llevé al Hospital Regional. Estuvo incapacitado casi un mes y luego regresó. Le pedí al dueño que le pagara su sueldo completo, que eran unos ochocientos pesos, lo que hoy serían unos mil doscientos, más o menos.

Me tocó ver a otro cortador que manejaba la máquina clicken, que corta con suaje la piel mediante toneladas de presión en el brazo de la máquina. Él traía unos anillos enormes, muy apretados, no se los podía sacar. Pasó junto a él una chica con una blusita corta ya que se había quitado la casaca, él se le queda viendo y al dar click y bajar el brazo para cortar se lleva la palma de la mano, incluyendo un dedo. Lo llevamos al Hospital, donde tuvieron que cortarle la falangeta, se le inflaman mucho las manos, de suerte que no pudimos sacarle los anillos, ni los doctores pudieron quitarle los anillos, tuvieron que hablarle a un cerrajero para que se los quitara. Tampoco estaba dado de alta en el Seguro.

Según cifras oficiales del Gobierno del Estado de Guanajuato, “se estima que el sector calzado brinda empleo de forma directa e indirecta a lo largo de toda su cadena productiva a alrededor de 141 mil personas en GTO. Este sector aporta alrededor del 3% al valor del PIB estatal. A nivel mundial somos el noveno productor de calzado”. 2 Pero que sea importante para la economía del estado no implica que se supervisen adecuadamente las condiciones en que desarrollan su labor los obreros.

-¿Son adecuadas las instalaciones eléctricas en una fábrica de calzado donde hay un enorme consumo de energía?

En este sentido, hubo muchos accidentes, es difícil que me acuerde de todos. En el departamento de Pespunte, como las instalaciones no tenían la supervisión debida, había cables expuestos porque la falta de limpieza generaba roedores y éstos mordían los cables. Así se generó un corto, hay el contacto de dos cables y truena, el corto se extiende por toda el área de Pespunte. Esa vez, se acabaron los contenidos de tres extintores para terminar ese conato incendio. Bajamos las cuchillas y se pudo apagar el corto.

Otro conato fue porque estaban fumando, uno de ellos avienta el cigarro al piso, donde siempre hay solventes, y saltó la flama. En otro, se les cayó la clavija y al no tener el trifásico no hace tierra la conexión y se provoca el corto porque metieron los alambres pelones. Como diez máquinas de ese lado se apagaron, hubo que bajar las cuchillas para cortar la carga de electricidad.

Conatos fuertes de incendio hubo como cinco, más tres explosiones del transformador que estaba afuera, en la azotea, hasta que se cambió todo, pero así era antes. Se elaboró el reglamento interior de trabajo porque no había, se trataba de generar conciencia en los trabajadores de que era su empresa para lograr un sentido de pertenencia.

-¿La planta tiene salidas de emergencia?

-La fábrica tiene una extensión de unos doce metros de frente por treinta de fondo, aproximadamente. Sólo había una salida de emergencia, con una puerta como de dos metros, la cual permanecía obstruida porque ahí ponían cajones de hormas y desechos de zapato de los que no se había hecho el par y se quedan en cajones como basura. Esos cajones tapaban la entrada.

¿Y dónde están las autoridades responsables?

Con tantos accidentes que me tocó ver, tomé la determinación de ir a la delegación de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social en Guanajuato a pedirles que revisaran las instalaciones y les dieran la capacitación correspondiente a los trabajadores. Yo fui, porque ellos nunca se presentaron a hacer revisión de nada. Nos llegaban demandas a través de la Julca (Junta Local de Conciliación y Arbitraje) pero ni por eso iban a revisar. Tuvimos como quinientas demandas, la mayoría resuelta con convenios, y digo ¿no se les hacía raro que hubiera tanta demanda?

Fueron a la empresa ejecutores del IMSS, pero acudieron en relación no a determinar cuántos trabajadores estaban dados de alta en el Seguro o no, sino para arreglar un capital constitutivo que estaba pendiente con la empresa desde hacía cuatro o cinco años. De ahí en más, nunca en quince años se pararon a revisar las condiciones de trabajo.

De Aguas Residuales, de Sapal (Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de León), fueron cuando llegaron excesivos cobros de agua. Me envían al laboratorio para hacer los exámenes de aguas residuales para verificar que la fábrica no estuviera contaminando. Tampoco ellos acudieron a revisar, se dieron cuenta de que había una fuga en la tubería exterior y por eso eran los altos cobros.

Fui a Impacto Ambiental para que revisaran las cabinas del extractor de gases donde se da spray y a que revisaran los decibeles porque es zona habitacional donde está la fábrica. Fui ante la CFE a solicitar que revisaran las cuchillas externas que están en los postes para que no se provocara un accidente.

Era como trabajar en una empresa clandestina, con los riesgos que esto implica, por eso yo la consideraba una bomba de tiempo. Si hay una llamada de atención ahora que sucedió lo de la mina, considero que hay similitud con una fábrica de calzado y que también se debería atender.

Y mencionar una fábrica de calzado es mencionar a casi todas, por parece como si estuvieran los lay out cortados con los mismos suajes. Esto que describo sucede en un 95% de las fábricas, incluyendo las picas que están constituidas en casas, donde hay niños pequeños y familias enteras inhalando solventes tóxicos. Me consta porque como nos maquilaban algunas tareas, les llevábamos el trabajo a sus casas, donde funcionan como pequeñas empresas. Ahí vi que en la sala comedor de la casa, donde se reunían a comer, había solventes, botes de cemento, halogenador, thinner, limpiadores, ahí trabajaba toda la familia. Estas picas están en colonias populares y suburbanas.

En mis quince años de trabajar ahí, nunca, ninguna dependencia acudió por iniciativa propia a efectuar alguna revisión. Nunca.

1 Costureras del 85, una historia de lucha tras sismo en México https://www.telesurtv.net/news/Costureras-del-85-una-historia-de-lucha-tras-el-terremoto-en-Mexico-20170920-0064.html

2 El sector cuero-calzado se ha consolidado en GTO como uno de los motores de desarrollo en el estado

https://invierte.guanajuato.gob.mx/leather-footwear/

3 Bazán, L. y otros. (1988). La situación de los obreros del calzado en León, Guanajuato. Centro de Investigaciones y Estudios en Antropología Social. Ediciones de La Casa Chata, México

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