Reloj de arena

Terminó el mediático juicio llevado a cabo en Estados Unidos contra Genaro García Luna, el más alto mando policiaco en tiempos de la presidencia de Felipe Calderón y su mano derecha. Con una serie de declaraciones de los antiguos amos del crimen organizado en México, frente al juez Brian Cogan y al jurado que decidió de manera unánime declararlo culpable de los cinco cargos que se le imputaban, se dio cuenta de los millones de dólares que García Luna recibió para dejar actuar de manera libre a narcotraficantes asociados al Chapo Guzmán y finalmente, la esperanza de salir en libertad del ex superpolicía de Calderón, se vio truncada.

Mientras todo esto acontecía en el país del norte, en nuestras fronteras, el Décimo Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito de la Ciudad de México, ordenó a la Unidad de Inteligencia Financiera de la SHCP, el desbloqueo de las cuentas bancarias de Linda Cristina Pereyra Gálvez, esposa de García Luna.

En distintos medios de comunicación alineados a la derecha, analistas, comunicadores e “intelectuales”, llegaban a la conclusión de que, con el veredicto dado en el Juzgado de Nueva York, el que pierde en prestigio es México y los mexicanos. Por su parte, al momento de la noticia que se emitía por distintos canales informativos, los diputados de las bancadas de PRI y PAN desaparecían, de manera por demás curiosa, del recinto de San Lázaro.

Con todo lo anterior ocurriendo en nuestro país y en el exterior, es imprescindible tener en cuenta, y mantener presente, que el veredicto sirvió de confirmación para entender que durante los dos sexenios de “alternancia política” a manos del PAN, existió un narcoestado, toda vez que se supo que la colaboración de García Luna con los cárteles, duro aproximadamente 20 años. De repente, la bandera de la moral que han explotado una y otra vez dirigentes y distintos actores políticos del partido blanquiazul, quedó por los suelos. Además, es importante que el mexicano común, ese que se vio perjudicado con las políticas de seguridad de Calderón, tenga en cuenta que la legitimización de su gobierno, así como el de Fox, vino de la mano de distintos medios de comunicación, que emplearon sus micrófonos, pantallas, programas de radio y periódicos, para montar una narrativa gloriosa, de éxito, en donde la guerra contra el narco, a la que se sigue aferrando el michoacano, se ganaba en su momento, a pesar de los lamentables resultados y las innumerables víctimas jamás vistas.

Ahí esta el montaje que se llevó a cabo durante el espacio informativo que dirigía Loret, orquestado bajo la batuta del exsecretario de seguridad y del que dieron testimonio sus colaboradores en ese entonces y que, incluso, años más tarde, fueran ofrecidas disculpas por el propio comunicador al reconocer lo que había ocurrido.

Por su parte, el PAN deberá pensar bien de qué manera afrontará las próximas elecciones, tanto estatales como las federales para elegir a un nuevo presidente en el 2024, ya que si por algo se han caracterizado los representantes blanquiazules en el poder, es por hacer de la corrupción, la estampa y modus operandi con que gobiernan. Los pseudoperiodistas, analistas y falsos intelectuales opositores al gobierno, que con alarma mencionaron que era es Estado mexicano quien había perdido y junto con el país, todos nosotros, pasaron por alto que, desde el momento en que existieron funcionaros y políticos del PAN, aliados al crimen organizado, quienes recibían onerosos sobornos para dejarlos actuar a voluntad, México perdió.

Desde el inicio de este sexenio ha tocado reconstruir, sanar heridas, limpiar la sangre, barrer con la mentalidad que se predicaba desde arriba y hacia debajo de que “el que no tranza, no avanza”; también falta que llegue la justicia, no la que le toca a los grandes políticos, no la que favoreció a la esposa de García Luna, ahora falta limpiar a los poderes.

Mientras todo esto ocurre, desde el viejo mundo, Calderón emitió una carta a los mexicanos y mexicanas, a esos que llamo “daños colaterales”, para decirles que su guerra fue un éxito, que su gobierno venció y que a los que llamó amigos algún día, mientras estos recibían millones de billetes verdes, hoy no son dignos de su memoria, al tiempo que son encontrados culpables de narcotráfico. Pensando en Calderón se me viene a la mente el viejo dicho que reza: “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”. ¿Logrará el brazo de la señora justicia llegar hasta España? ¿Usted qué cree?

En tanto, el reloj de arena sigue su marcha.

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