El Senado de la República dio un paso histórico con la aprobación de la nueva reforma energética, con 86 votos a favor, 39 en contra y una abstención. Esta decisión, respaldada por una amplia mayoría, no es sólo una modificación técnica a la Constitución, sino una reafirmación de que los recursos energéticos de México deben estar en manos de los mexicanos. Los cambios en los artículos 25, 27 y 28 de la Carta Magna nos recuerdan que el Estado debe ser el responsable de administrar estos recursos vitales, velando por el bienestar de todos.
El mensaje de la nueva administración de Claudia Sheinbaum es claro: México no puede seguir siendo dependiente de intereses privados o extranjeros para garantizar algo tan esencial como la energía. La reforma es el inicio de un camino para recuperar lo que nos pertenece a todos y asegurar que cada hogar, cada industria y cada comunidad pueda tener acceso a la electricidad de manera justa y equitativa.
Antes de esta reforma, el panorama energético de México estaba desequilibrado. El sector privado tenía el control de más del 62% de la generación de electricidad, dejando a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) con apenas un 38%. En términos simples, esto significaba que el Estado, a través de la CFE, no tenía la capacidad suficiente para garantizar que los beneficios de la energía llegaran a todos los mexicanos de manera justa. La reforma busca revertir este escenario, dándole a la CFE el control de un 54% de la generación eléctrica, lo que representa un cambio sustancial para el país.
Esta modificación además de un ajuste de cifras, es una apuesta por la soberanía. Es la garantía de que la electricidad, algo que toca nuestras vidas cotidianas, desde prender la luz en casa hasta mantener en marcha nuestras industrias, esté bajo un modelo que prioriza el bien común.
Para hacer posible este cambio, fue necesario reformar varios artículos clave de la Constitución. El artículo 25 fue modificado para reafirmar que el Estado tiene la rectoría económica en sectores estratégicos, como el energético. También se hicieron ajustes en los artículos 27 y 28, para que tanto el petróleo como la electricidad vuelvan a estar bajo el control del gobierno, gestionados por Pemex y la CFE.
Estos cambios no son solo movimientos legales; son un recordatorio de que los recursos energéticos, que durante años fueron el orgullo de nuestro país, deben servir para impulsar el desarrollo nacional y mejorar la calidad de vida de todos.
Por años, Pemex y la CFE fueron debilitadas por políticas que buscaban abrir el campo a los privados. Sin embargo, estas empresas son el corazón del desarrollo energético de México, y esta reforma busca revitalizarlas. El gobierno actual está comprometido a fortalecerlas, invirtiendo en infraestructura y tecnología para que puedan liderar en el mercado interno y en la transición hacia energías más limpias.
El camino no es sencillo, pero es necesario. Pemex seguirá siendo clave en la administración de nuestros recursos fósiles, mientras que la CFE, con su nuevo control del 54% del mercado eléctrico, garantizará que la electricidad llegue a todas las familias mexicanas a precios justos.
Uno de los puntos críticos de esta reforma ha sido su relación con el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Las empresas extranjeras que invirtieron en el sector energético tras la apertura de 2013 argumentan que la reforma podría afectar sus derechos. Este tema ha generado tensiones, pero el gobierno mexicano ha dejado claro que la reforma respeta los acuerdos internacionales, aunque bajo nuevas reglas que priorizan los intereses del país.
México no está cerrando las puertas a la inversión extranjera, pero está poniendo condiciones para que los beneficios de estas inversiones no se queden fuera de nuestras fronteras. Es una señal de que el país tiene el derecho y la obligación de velar por sus recursos, sin romper sus compromisos internacionales.
Aunque Pemex y la CFE son pilares fundamentales de esta reforma, no podemos dejar de lado la transición hacia energías más limpias. El gobierno está apostando por desarrollar energía solar y eólica, aprovechando el potencial de regiones como el Istmo de Tehuantepec. Esta transición es una necesidad para enfrentar el cambio climático y una oportunidad para que México se posicione como líder en la generación de energías renovables.
El equilibrio entre la producción de energía tradicional y la inversión en energías limpias permitirá que México cumpla con sus compromisos internacionales en materia ambiental, sin comprometer su crecimiento económico. Además, este cambio creará empleos y abrirá nuevas oportunidades para los jóvenes y profesionales del país.
Más allá de los cambios legales y los desafíos internacionales, lo que realmente importa es cómo esta reforma afectará la vida de los mexicanos y mexicanas. El compromiso del gobierno es claro: Reducir las tarifas eléctricas para que el acceso a la electricidad no sea un lujo, sino un derecho accesible para todos. Este es uno de los beneficios más tangibles que las familias verán en los próximos años.
Además, se espera que la calidad y cobertura del servicio mejoren, especialmente en las zonas rurales y marginadas del país. Esas comunidades que durante mucho tiempo han estado al margen del desarrollo podrán finalmente tener acceso a energía confiable y asequible.
La reforma energética de 2024 marca el inicio de una nueva era para México. No es solo una reforma más, es una apuesta por el futuro. Un futuro en el que la energía sea una herramienta para el desarrollo de todas y todos, no solo de unos cuantos. El reto es grande, pero los beneficios serán aún mayores. La recuperación del control sobre nuestros recursos garantizará que tengamos energía suficiente y a precios justos, así como también sienta las bases para una economía más justa y sostenible.
- La columnista, Mariuma Munira Vadillo Bravo, es Maestra en Derechos Humanos y Garantías Individuales, Subdirectora Ejecutiva en la Unidad de Desarrollo Regional y Bienestar Social del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, ex Secretaria de la Mujer Oaxaqueña. Puedes contactarla en Facebook: MUMA Mariuma Munira, Twitter: @MariumaMunira.
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