El pasado 10 de septiembre, el activista estadunidense ultraconservador Charlie Kirk, fue asesinado mientras se encontraba en un evento con estudiantes de la Universidad del Valle de Utah llamado “prove me wrong” o bien “demuestra que me equivoco”, un intercambio de ideas, en realidad más un circo que un debate, en donde se estila que el personaje central se confronte con su audiencia y, de acuerdo a una supuesta sagacidad y sapiencia de su ideología, el experto siempre tiene la razón.
Sus ideas resultaban controversiales pues, entre otras cosas, afirmaba que unas cuantas muertes al año, bien valían la preservación de la 2a enmienda de la carta magna, que garantiza el derecho de los ciudadanos de aquel país a portar y poseer armas, palabras que evidenciaban su postura en contra de su eventual regulación. Se volvió una pieza importante en el mecanismo que ayudó a que Donald Trump resultara ganador en las elecciones para su 2o mandato.
De inmediato, la noticia se volvió viral y en redes sociales como Twitter, ahora X, seguidores de Kirk, exigieron se hiciera justicia; medios e influenciadores de derecha, volcados en un éxtasis de odio, comenzaron a apuntar contra las minorías y oprimidos: inmigrantes, izquierdistas, miembros de la comunidad LGBTI, así como a ciudadanos de raza negra, al acusarlos de manera global, de ser ellos los responsables de la tragedia.
Como no podía faltar, miembros del conservadurismo político y social mexicanos, dejaron fluir sus aberrantes muestras de desprecio y vieron en la ocasión, el pretexto ideal para exponer el odio, según ellos, que tiene la izquierda contra quien piense diferente.
Tal vez lo más preocupante en el desarrollo de la noticia fue que, tanto en Estados Unidos como aquí, la maquinaria de propaganda de ultraderecha que se echó a andar, afirmó lo que quiso, como quiso y en el momento que quiso, sin esperar a que los hechos se esclarecieran para confirmar o corregir sus declaraciones. La verdad se volvió irrelevante. Esto resulta aún más grave si se considera que el país estadunidense está gobernado por un ultraconservador, con ideas radicales y contrarias a derechos humanos, que en distintos momentos ha expresado que podría, sin más, invadir territorios extranjeros si esto favorece a su nación, que ha expresado su apoyo a Israel en el genocidio que este lleva a cabo sobre la población de Gaza, para construir un paraiso inmobiliario, y que ve al mundo como su patio de juegos. Todo ello sin importar la justicia, De lado quedaron los archivos Epstein.
Al ahora caído Charlie lo vencieron sus propias palabras. El sospechoso del crimen, hombre blanco igual que él, heterosexual igual que él, conservador igual que él, con acceso a las armas gracias a la 2a enmienda que defendía Kirk, le demostró de manera lamentable, que estaba equivocado.
Como dijo elocuentemente Noam Chomsky: “la población general no sabe lo que está pasando y ni siquiera sabe que no lo sabe”.

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