A estas alturas de la CuatroTe, todos deberíamos tener claro que su función histórica se ha cumplido cabalmente. Es decir, nadie debería pensar que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se quedó corto en el cumplimiento de su papel en el devenir nacional. Pudiera pasar, eso sí, que alguna u otra persona despistada, en todos los rincones del espectro político, no tenga claro cuál era ese papel y este esperando, sentado y pacientemente, que la Cuarta Transformación transforme radicalmente el país ─para bien o para mal, signifique lo que signifique bien y mal.
Entonces habría que poner los puntos sobre las ies y aclarar a quien necesite que se le aclare, y a quien no también, que la función de la 4T es la misma que la de una válvula de escape en cualquier olla exprés; aliviar la presión, acumulada luego de décadas de desprecio al pueblo y depredación de los recursos de la nación, y evitar la explosión de este sistema social que hemos convenido en llamar México. Quien tenga dudas al respecto, quien insista en que el papel de la CuatroTe no es el de una válvula de escape, debe reparar en la amable invitación que el siempre noble, siempre ilustrado, nunca oscuro y siempre carismático Ricardo Monreal realiza desde hace unos días: un “Plan de Reconciliación Nacional”.
Y es que, si alguien puede lanzar tremenda invitación, si alguien puede sostener que lo que el país necesita es un morenismo desmorenizado y un obradorismo sin obradorismo, es el casi prócer ─digo casi porque aún no se ha presentado la oportunidad para que se consagre como tal─ Monreal. Él, con esa sonrisa franca que lo caracteriza y esa forma inocente en la que los ojos se le cierran cuando sonríe, quedando vulnerable a las burlas de los más descarados y ruines personajes del entramado político. Él, que es amo y señor del cantinfleo político donde es capaz de sostener todo sin sostener nada, defendiendo lo indefendible que forma que parece digna y oponiéndose a lo que debería enarbolar de un modo que lo hace ver despreciable. Él, que parece ser el único personaje con la experiencia para traicionar a su partido y garantizar la supervivencia de su partido. Quizá Morena solo pueda seguir adelante fuera de Morena, al final del día en plena posmodernidad trasnochada donde nada es lo que parece y nada parece lo que es, podemos tener un candidato que arropado por un discurso de izquierda se oponga a las causas de la izquierda.
Entre otras cosas que carecen de fondo, pero tienen mucha forma, sello distintivo de Ricardo Monreal, de la propuesta reconciliatoria del senador morenista que sin dejar de ser obradorista busca ser candidato de una hipotética alianza McPrianista (más lo que quede del PRD), cabe destacar el repaso histórico que hace de lo otros tres momentos de transformación que ha vivido nuestro país y el papel que los prohombres de la reconciliación han jugado para consolidar las transformaciones previas al mismo tiempo que garantizan que todo quede como estaba antes de que se le soltara la rienda al impulso transformador. Llama la atención, en particular, el acento que Monreal pone en la reconciliación que consolidó/paralizó el proceso de la Revolución Mexicana, o de las Revoluciones Mexicanas que insistían en mantenerse en pugna para definir el derrotero de la nación. Y llama la atención porque al lado de Ricardo, y prometiendo recorrer el país entero, habrá que ver que entienden por entero, y que entienden por país, se encuentra Don Santiago Creel Mirando, apóstol de la democracia, las buenas costumbres y las niñas bien.
Creel representa en si mismo y en su árbol genealógico, las virtudes de la reconciliación para poner punto final a una válvula de escape e iniciar el proceso reconciliatorio que garantice la esclerosis nacional al tiempo que consigue sacudirse, o cuando menos entumecer, el malestar social, al tiempo que lo conjura. Los Creel son el claro ejemplo de que se puede ser privilegiado durante el porfiriato y seguir siendo privilegiado después del porfiriato, y después de la revolución institucionalizada y después de lo que venga y lo que venga y lo que venga más tarde.
Si para algo sirve una válvula de escape, no es para eliminar los privilegios de unos cuantos sobre la mayoría, sino para que la mayoría no empiece a fantasear con decapitar a esa minoría privilegiada. Pero nunca, nunca, nunca, una válvula de escapa debe asumir que su papel es el de aliviar por completo la presión, el de acabar con las causas que la generan, eso sería contraproducente para la clase privilegiada y ─¿de verdad hay alguien que aún no lo entienda?─ contraproducente para el pueblo, que debe estar siempre al servicio de la clase privilegiada ¿Qué haría el pueblo si no tuviera a quien servir? Se me pone la piel de gallina solo de pensarlo.
Entrados en gastos, habrá que tener mucho cuidado si la traición, perdón, la candidatura de Ricardo Monreal se consolida dentro de la alianza Mc Prianista (más lo que queda del PRD). Habrá que tener cuidado con la frágil estabilidad emocional de Lilly Tellez que podría terminar de perder la razón y regresar a la militancia obradorista en una pirueta epistemológica; y con los sueños de Enrique de la Madrid de jugar a que es como Carlos III de del Reino Unido. Sería un error garrafal desaprovechar ese talento que tanto podría aportar al Plan de Reconciliación Nacional donde todo cabe porque es tan laxo, líquido y abierto que, en aras de atraer votantes confundidos, se plantea con la capacidad de reconciliarlo todo y transformar nada.
- Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
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