¿Por qué nos enfrascamos en los pleitos banales de la oposición?

Cuando comenzaron las campañas presidenciales rumbo al 2018 desde la hoy oposición mexicana, se reinició un vaivén de declaraciones, habladurías y cizaña contra el entonces candidato por el partido de izquierda, que a la postre triunfaría en las elecciones, rival de los alfiles tricolor y blanquiazul, herederos de la corrupción, violencia y derramamiento de sangre, iniciado en el sexenio de Felipe Calderón y que prosiguió con Enrique Peña.

Desde entonces, en las pantallas de televisión, radios, páginas de periódicos y distintos programas de plataformas en línea, además de las llamadas redes sociales, ese sector político minoritario ha invertido tiempo y recursos en fraguar una guerra de dimes y diretes contra el gobierno federal y su máximo representante, con la intención de hacer creer al público que aún poseen una fuerza que perdieron a pulso y, desde sus trincheras, pretenden infundir la idea de que pueden ganar las próximas elecciones federales del 2024.

Si bien en los últimos meses la oposición se ha agrupado, una vez más, bajo el cobijo económico que le brindan personajes que ahora se hacen llamar “activistas sociales” como Claudio X. González o Gustavo de Hoyos, en realidad no pueden ofrecer más que un panorama incierto y lleno de duda a sus adeptos. La marcha que llevaron a cabo el pasado 26 de febrero, en la cual la premisa era resguardar de un supuesto golpe de autoridad a una democracia que jamás les importó, nos sirve como termómetro para saber en cierta manera, qué esperar de las fuerzas derechistas: mucho ruido y pocas nueces; es decir, muchos gritos, insultos, falta de tolerancia, escándalo (como el que acostumbran) y falta de ideas; casi ningún argumento, mucho odio, clasismo y racismo y algo que tal vez es más importante, una completa falta de compromiso con sus ideales. Quienes asistieron a ese supuesto ejercicio de participación ciudadana, duraron más en llegar a la plancha del zócalo, que en permanecer ahí.

Se dejó al descubierto la manipulación mediática de la que son objeto sus simpatizantes, y se reveló también que las consignas que viven y arden en redes como twitter, fueron y han sido los tópicos que imperan, y parece que lo harán, en subsecuentes actos “masivos”. A eso le tiran, a eso juegan, porque saben que hay mexicanos a quienes les gusta vivir bajo el velo del engaño que les tienden cada mañana en sus noticieros, con las críticas desmedidas y falsas de sus analistas y que retuitean con fervor cualquier calumnia o difamación que ocurra. La última de todas, la que sufrió el periodista Álvaro Delgado a manos del expresidente Felipe Calderón, quien orquestó la andanada de ataques en contra del conductor de un medio de comunicación.

A pesar de que no debemos dejar pasar semejantes dichos y embates, tampoco es imperante confrontarnos con las granjas de bots y odiadores, a sueldo o no, que pululan en las redes sociales. Su fuerza es inversamente proporcional a la atención que les otorgamos, el alcance de los golpes que pretenden asestar se mide por la cantidad de gente que les responde.

Tal vez, lo más inteligente a realizar para las personalidades de la izquierda gobernante en el país sería, no enfocar sus fuerzas a responder los ataques de la oposición conservadora, sino en unificar a sus seguidores, robustecer sus bases, depurar sus filas, tarea por demás NECESARIA, evitar la división de sus allegados; es decir, no propagar el odio entre sus distintos partidarios, sobre todo los de aquellos candidatos con miras a la presidencia de la república.

En años pasados, una de las causas que generó la división y al final la derrota de los movimientos de izquierda fue la falta de unidad en sus altos mandos. Con lo poco que falta para que se lleven a cabo las elecciones que definan a quien será el próximo presidente, existe suficiente tiempo para llevar a cabo las tareas que permitan tener un movimiento sólido, que otorgue a sus votantes y al pueblo en general las herramientas para seguir construyendo el cambio que inicio en 2018. La derecha no dejará de hacer todo lo que sabe para poner piedras en el camino, la izquierda necesita seguir limpiándolo.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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