¿Por qué el recalentado de Navidad sabe mejor?

El recalentado navideño sabe mejor gracias a procesos químicos que intensifican el sabor y la textura de los platillos tras el reposo. La ciencia explica por qué pavo, bacalao y romeritos alcanzan su mejor versión al día siguiente, siempre que se sigan medidas de seguridad alimentaria.

Para muchos hogares mexicanos, la verdadera cena de Navidad no ocurre la noche del 24 de diciembre, sino la tarde del 25, cuando el tradicional recalentado navideño se convierte en protagonista. 

Lo que durante años fue visto como una simple práctica de ahorro hoy es reconocido como un fenómeno culinario respaldado por la ciencia

No se trata de nostalgia ni de percepción subjetiva: existen razones químicas y moleculares por las que el pavo, el lomo, el bacalao o los romeritos saben mejor después de reposar una noche en el refrigerador.

La clave está en una serie de reacciones químicas post-cocción

Cuando los alimentos se enfrían y reposan, las proteínas se relajan, las fibras musculares se estabilizan y los jugos internos se redistribuyen, logrando una integración más uniforme de sabores. 

Ingredientes como ajo, cebolla, chile y especias contienen compuestos aromáticos volátiles que, tras el primer calentamiento, continúan reaccionando con las grasas y proteínas, intensificando el sabor umami, considerado el quinto sabor básico.

Desde el punto de vista científico, durante el reposo ocurre la retrogradación del almidón y la estabilización de las emulsiones, procesos que mejoran la textura y profundidad del platillo. 

En preparaciones tradicionales como el bacalao, la vizcaína o los romeritos, el colágeno de las carnes se gelifica al enfriarse, atrapando moléculas de sabor. Al recalentarse lentamente, estas estructuras se rompen de forma controlada, liberando una explosión de sabor difícil de lograr en una cocción apresurada.

En términos culinarios, el recalentado es una auténtica maduración del platillo.

Además, estudios en gastronomía molecular señalan que el reposo prolongado permite una mayor difusión de compuestos hidrosolubles y liposolubles, lo que explica por qué los guisos, moles y salsas complejas alcanzan su mejor versión al día siguiente. Por ello, chefs profesionales coinciden en que muchos platillos están diseñados, sin saberlo, para saberse mejor recalentados.

No obstante, disfrutar del recalentado implica hacerlo con seguridad alimentaria

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que las bacterias se multiplican rápidamente entre los 5 °C y los 60 °C, conocida como la zona de peligro. Por esta razón, la comida no debe permanecer más de dos horas a temperatura ambiente antes de refrigerarse y debe conservarse por debajo de los 4 °C

Al momento de recalentar, los alimentos deben alcanzar al menos los 74 °C en su interior, temperatura suficiente para eliminar patógenos y evitar riesgos a la salud.

El arte del recalentado también exige técnica. 

Se recomienda evitar el microondas en piezas grandes de carne, ya que calienta de forma irregular y puede resecar las proteínas. El uso de fuego bajo, una tapa para conservar la humedad y la adición de un poco de caldo, vino o salsa permiten recuperar la textura original sin perder jugosidad. 

Así, el recalentado deja de ser sinónimo de sobras y se convierte en la versión perfeccionada de la cena navideña, donde la ciencia y la tradición se encuentran en el plato.

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