Durante todo el período de dominación de los tecnócratas neoporfiristas sobre las políticas públicas en materia industrial, toda la actividad industrial y comercial se centraron en la maquila y la imitación de algunos procesos productivos. La falta de capacitación y profesionalización del trabajo inhibió la creatividad de la fuerza de trabajo, porque además, las instituciones de educación superior centraron sus esfuerzos en la creación de técnicos con mínimo conocimiento, para ejemplo baste un botón.
Hace unos días, platicaba con un ingeniero que trabaja y dirige una pequeña empresa que en algún momento pudo crecer y que fue líder en su mercado. Ellos enfrentaron varios problemas financieros durante el periodo neoliberal, en primer lugar, porque los créditos que requerían para operar, establecían tasas muy altas, en tanto que la banca de desarrollo no los consideraba sujetos de crédito por el tamaño de la empresa.
Estos créditos y la retención de los pagos en varios estados del país durante los sexenios de Vicente Fox Quezada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto y, en especial en Tabasco durante los gobiernos de Manuel Andrade Díaz, de Andrés Granier Melo y de Arturo Núñez Jiménez, obligó a la empresa a generar más deuda y a reducir su tamaño, viéndose obligada a vender una buena parte de sus activos consistentes en patentes, a lo que posteriormente se sumó la pandemia de Covid-19 y provocó que retrasaran el pago de sus impuestos, pues priorizaron el pago de salarios al de sus acreedores. A esta empresa, el SAT le dio plazos, con condiciones casi leoninas, para liquidar su adeudo bajo la amenaza de ir a la cárcel.
Ellos contaban con varias patentes internacionales y con la distribución exclusiva de varios instrumentos en su ramo, al igual que eran los únicos autorizados para el mantenimiento de esos equipos. Por otro lado, estaban asociados y dieron origen a los fabricantes mexicanos de los equipos en que se usan esos instrumentos. Eran, además, una empresa en la que la creatividad, la capacitación y los salarios, siempre fueron muy atractivos para su personal; sin embargo, se encontraron con la pésima capacitación de las personas a quienes contrataban, el problema era tal, que había que enseñarles qué papel hacía un componente en un equipo para que pudieran comprender el funcionamiento del mismo y así fueran capaces de reparar una falla o incluso mejorar la operación del instrumento.
La capacitación deficiente de la fuerza productiva del país, es producto directo de las políticas públicas, tanto educativas como industriales, porque se entregaron a la terrible dependencia de la tecnología de la industria transnacional. Se olvidaron por completo del echar mano del proverbial ingenio y creatividad del pueblo mexicano y de la tremenda capacidad de educativa de la UNAM y el IPN, orientando a sus estudiantes a convertirse solamente en una especie de operarios, como si de autómatas sin inteligencia se tratara.
Hoy se recibe con esperanza el giro que están dando las secretarías de Economía y de Hacienda, la banca de desarrollo y una buena parte del sector privado a la política industrial de México, tal como lo consigna el documento “Rumbo a una política industrial” del que informa el Diario La Jornada en su edición electrónica de “Últimas Noticias” (https://www.jornada.com.mx/notas/2022/09/25/opinion/politica-industrial-cambio-de-paradigma/) cito a continuación, “el documento con el que se busca trazar la hoja de ruta para fomentar el desarrollo sostenible de la industria y el fortalecimiento del mercado interno a través de la innovación digital, el aprovechamiento de las tendencias tecnocientíficas, la formación de capital humano, la promoción de contenido regional y encadenamientos con las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPyMES). Los esfuerzos de esta iniciativa se concentrarán en los sectores estratégicos: agroalimentario, eléctrico-electrónico, electromovilidad, servicios médicos y farmacéuticos e industrias creativas.”
El giro es altamente esperanzador y al mismo tiempo muy oportuno porque se da en medio de una coyuntura internacional de crisis económica producto de la pandemia de COVID-19 y de la guerra entre Rusia y Ucrania, que pretende liberar del régimen fascista al Pueblo Ucraniano, conflicto éste, que es generador de la necesidad de relocalizar a las empresas productivas hacia lugares más cercanos al destino de las mercancías y de que se requiera diversificar las cadenas globales de suministro, lo que pone en ventaja a México, especialmente dado el desarrollo de los nuevos corredores industriales, de comunicaciones y energéticos de toda la región del Istmo de Tehuantepec, el sur y el sureste del país.
Se espera que esta nueva política genere alrededor de medio millón de nuevos empleos y cadenas locales de suministros más dinámicas, activas y eficientes. El problema que enfrenta esta nueva política industrial, es el mismo que enfrentó la empresa a que hago referencia renglones arriba, los altísimos costos del crédito, la deficiente capacitación de los trabajadores y habrá que agregar el altísimo nivel de explotación a que son sometidos las trabajadoras y trabajadores, en prácticamente todas las ramas industriales. Sería conveniente que este cambio de esquema, contemple una política salarial equiparable a la de aquellos que venden su fuerza de trabajo en los países en los que se producen o producían esos mismos bienes y mercancías de las que ahora se trate, esto queda a recaudo de la, hasta ahora, poco eficaz gestión en la STyPS.
Sigo afirmando que la 4T tiene una deuda con la fuerza laboral de nuestro país y con la educación pública y su adaptación a la realidad de las familias, tema que será de una futura entrega. Reitero, “con los trabajadores todo, sin los trabajadores nada”.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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