Pemex de la corrupción al rescate de la soberanía energética

“… Es necesario hacer cambios en Petróleos Mexicanos, sobre todo en el área de refinación, para evitar su ruina… hay que controlar las pérdidas en esta área, ya que lo que va a acabar es que, si no hacemos algo, Pemex va a quebrar y se va a llevar al país de por medio… modernicen las plantas y evitar tirar el dinero… Las finanzas públicas de México están en riesgo. Es más, hay una calificadora que quiere que se cierren todas las refinerías. O sea, esa es mucho más, más radical, porque se pierden 780 mil millones de pesos en Pemex Refinación…”

Xóchitl Gálvez. Candidata a la presidencia de la República de la coalición Fuerza y Corazón por México. Conferencia 12 de marzo 2024.

Así de inconsistente como lo muestra su “postura” en el epígrafe es la señora X. La “ingeniera” no tiene ni idea de lo que dice cuando pretende dar puntos de vista sobre cualquier tema. Pero cuando intenta abordar el de Pemex y los energéticos a lo único que “atina” es a hacer descalificaciones a lo hecho por el gobierno actual o de plano a ofrecer a los intereses privados extranjeros los recursos de todos los mexicanos.

Pero esta narrativa no es nueva. Ha sido esgrimida desde décadas atrás para crear un sentido común, entre la sociedad mexicana, en el que Pemex debía ser privatizada por segmentos, es decir exploración, producción, comercialización, petroquímica, etc., desmembrando a la que fue hace décadas una de las primeras 10 empresas del mundo.

El otrora desarrollo alcanzado por la petroquímica nacional, en cuyo marco incluso fue creado el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), visita obligada cuando petroleros venían a México o del que sus especialistas eran invitados a países como Arabia Saudita, Irán, Qatar y otros, con el fin de intercambiar experiencias con ese centro de investigación mexicano e incluso suscribir convenios de colaboración bilateral fue devastado, aunque en los últimos años ha comenzado a recuperar su dimensión.

Entre los “megaproyectos”, llevados a cabo por los neoliberales, el destruir la soberanía energética nacional, para venderla en retazos, centró su atención en Pemex. Durante los más de 36 años de neoporfirismo, como lo califica López Obrador, gradualmente fue promovida la corrupción en la paraestatal. Abandonaron el mantenimiento de las instalaciones petroleras. Suscribieron contratos leoninos favoreciendo negocios privados en detrimento del interés institucional. Remataron plantas e instalaciones a precios de “chatarra”. Así, descapitalizaron a la petrolera mexicana, aunque no la destruyeron del todo.

Sobre ello, hoy conocemos muchos ejemplos de diversa magnitud. Desde el más reciente dado a conocer acerca del fraude cometido por la “impoluta” Amparo Casar, presidenta de Mexicanos contra la corrupción y colaboradora del semanario Primer Plano transmitido en Canal Once, por más de 31 millones de pesos por conceptos del cobro de un seguro de vida y de una pensión mensual, desde 2004, que no le correspondía. Hasta la construcción, por una empresa privada, de un gasoducto por el cual nunca corrió ni un solo litro del energético desde el norte de Veracruz al estado de Hidalgo y cuyo costo mensual al erario era multimillonario, o la planta chatarra comprada por Pemex a AHMSA, que no producía urea, por casi 250 millones de dólares.

Solo por citar tres casos, los cuales por cierto ya fueron judicializados por Octavio Romero Oropeza. Pero en la Conferencia Matutina del 3 de mayo pasado el titular de Pemex proporcionó amplia información acerca de otros procesos que muestran cómo se está combatiendo la corrupción en la paraestatal. Al respecto se puede revisar el siguiente enlace, a partir del minuto 50:55 hasta 1.11.21, para conocer más detalles. https://youtu.be/3AI4MfCtD6w

Todo de lo que hoy acusa la derecha, nacional y extranjera, a Petróleos Mexicanos ocurrió durante esa larga noche para la soberanía nacional. Fue resultado de aquellos sexenios, de aquellos propósitos privados de beneficiarse con los recursos públicos; por cierto, todo ello fue enfrentado por innumerables movilizaciones populares, reprimidas por el sistema dominante en su conjunto, por los poderes: partidista, mediático, jurídico, empresarial, transnacional. Aunque la organización nacionalista frenó en ocasiones esos objetivos, no fue suficiente para evitar su concreción. Sin embargo, López Obrador ha tenido ese tema, desde sus épocas de luchador social, entre sus principales causas.

El “diagnóstico” neoliberal de Pemex fue expresado por Peña Nieto cuando presentó la iniciativa de reforma energética el 12 de agosto del 2013. Llama la atención su acento en lo que califica de rigidez o de restricciones constitucionales. Marco en el cual se justificarían las modificaciones a nuestra Carta Magna a través de la compra de votos de decenas de legisladores para llevar a cabo los cambios requeridos en la venta y subasta de nuestros recursos naturales.

Entonces afirmaba que mientras Estados Unidos y Canadá se habían convertido en potencias energéticas, “…Nuestro sector energético, en cambio, dada la rigidez del régimen constitucional, perdió dinamismo y, más grave aún, competitividad… Conforme los generosos yacimientos se han ido agotando, y no obstante las multimillonarias inversiones que realiza Pemex cada año, nuestra producción ha decaído sustancialmente… Contamos con vastos recursos que se encuentran en yacimientos no convencionales; es decir, en aguas profundas… Para (aprovecharlos) se requiere de tecnologías de vanguardia, conocimientos especializados, pero, sobre todo, se necesita una reforma energética de fondo…”

De esa reforma se derivaron todas las acciones que pusieron al servicio de los capitales transnacionales hasta las gasolineras, las cuales hoy nos venden a los mexicanos gasolina importada con recursos nacionales. Así fueron establecidas en la constitución la facultad del Estado para celebrar Contratos de Utilidad Compartida; la reestructuración de Pemex, para reorganizar sus subsidiarias en dos divisiones: exploración y producción, enfocada en la extracción de petróleo y gas y la transformación industrial, dedicada al procesamiento del petróleo y del gas en combustibles, petrolíferos y petroquímicos. Es decir, se convertiría a Pemex en una empresa ya no rectora de la soberanía energética sino en la facilitadora de los negocios privados.

Según Peña Nieto, cabeza visible de los promotores extranjeros de la reforma, con todo lo anterior se restituirían las reservas probadas de petróleo y gas, se incrementaría la producción petrolera de 2.5 millones de barriles diarios (mdbd) a 3 mdbd para 2018 y a 3.5 para 2025. Asimismo, la producción de gas pasaría de 5 mil 700 millones de pies cúbicos diarios a 8 mil millones en 2018 y a 10 mil 400 millones en 2025.

Como sabemos, la reforma incluyó aspectos relacionados con la energía eléctrica y la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Menciono solo algunos aspectos relevantes, pues en este artículo me refiero a Pemex. Continúo citando el mensaje de Peña: “Actualmente un tercio de la energía eléctrica del país ya es producida por la iniciativa privada. Sin embargo, debido a las restricciones constitucionales, esta energía, normalmente de menor costo, sólo puede ser utilizada por las grandes empresas… con la reforma propuesta habrá una mayor oferta de electricidad y a menor costo, para beneficio de todos los usuarios, incluyendo los hogares de las familias mexicanas… el Estado mantendrá en exclusividad el control del Sistema Eléctrico Nacional, así como el servicio público de las redes de transmisión y distribución, garantizando el acceso de todos los productores de electricidad a ellas”. De nuevo una empresa pública, la CFE en este caso, al servicio de los privados. A partir de la reforma éstos podrían acceder a las redes instaladas por la paraestatal sin haber invertido ni un centavo en las mismas. https://www.gob.mx/epn/prensa/palabras-del-presidente-enrique-pena-nieto-durante-la-presentacion-de-la-iniciativa-de-reforma-energetica

En contraste con la reforma peñista, la política sostenida por más de cinco años de gobierno de la 4T, ha devuelto el foco al interés nacional, a la recuperación de nuestra soberanía energética, a la rectoría del Estado sobre nuestros recursos naturales, tal y como lo ha mostrado en diversos informes tanto Pemex como el ejecutivo federal.

En la misma mañanera del 3 de mayo, Romero Oropeza rindió un informe de cómo va Pemex a la fecha, mostrando algunos interesantes indicadores. Destaco los siguientes por su relación con lo contenido en la reforma peñista, citado párrafos arriba.

Reservas probadas. Cayeron de 14 mil millones de barriles de petróleo en 2009 a 7 mil en 2018. En esta administración han subido a 7.5. La estrategia de gobiernos anteriores basada en la exploración en aguas profundas y no convencionales pasó a la estrategia actual de exploración en aguas someras y en tierra. ¿Esto en que se tradujo? El sexenio de Peña incorporó a la producción 8 campos, el gobierno de AMLO lleva 51 campos y habrá otros.

La refinación en México es de 1.8 millones de barriles de petróleo diarios (mdbd), es decir la producción requerida para el abasto nacional. O sea, ya no se venderá en el extranjero petróleo sin procesar. López Obrador definió como tope de producción 1.85 mdbd, en congruencia con las necesidades del consumo nacional, solo producir lo que necesitamos. Para más detalles sobre el informe puede revisarse el enlace a partir de 1.11.21 hasta 1:53.00 https://youtu.be/3AI4MfCtD6w

Como vemos el discurso de los candidatos reaccionarios, porque quieren volver atrás a los tiempos idos de sus privilegios, es solo narrativa, rollo mentiroso y sinvergüenza. En el Pemex de hoy se combate la corrupción, se ha hecho eficiente la administración de la empresa, obtenido ahorros multimillonarios como consecuencia de la combinación de esos dos factores. Optimización del desarrollo de los nuevos campos petroleros. Para extraer el petróleo del mar se han diseñado nuevas estructuras que resultan más ligeras y eficientes ahorrando costos en instalación y en su reutilización en otros pozos.

En cinco años y medio se han construido 39 plataformas, 24 en el sexenio pasado. 167 ductos, con la reforma energética solo 39. La 4T ha construido mil 367 kilómetros de ductos contra 418 de la administración pasada. En materia de refinación, en estos cinco años y medio, se ha pasado de poco más de 500 mil barriles a 1.24 millones de barriles diarios en las seis refinerías que se han modernizado y en la de Deer Park, cuyo costo ya fue cubierto en su totalidad.

En cuanto a las gasolinas. Cuando empezó el gobierno actual se producían 300 mil barriles y se importaban 927 mil barriles de gasolinas, turbosina y diésel. ¡Cuando concluya el sexenio solamente se importarán 85 mil barriles! En cuanto a la producción de fertilizantes, al final del sexenio se habrán modernizado dos plantas de amoniaco y urea con lo cual se tendrá disponible el 100% de los requerimientos de fertilizantes gratuitos para el campo mexicano.

Hay más información. Toda ella demuestra con datos incontrovertibles la transformación de Pemex. Sigamos buscando más evidencias que cuestionen las mentiras e infundios de los “relatos” derechistas. No hay nada más claro que confrontar los dichos con los hechos. La mentira frente a la realidad. Una fuente indispensable para conocer más de lo que se ha hace a diario en el gobierno de López Obrador es sin duda La Mañanera, espacio que hoy por hoy enfrenta la censura de las instituciones electorales, pero que sin embargo se sigue sobreponiendo a todos los impedimentos conservadores contra la 4T.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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