Palabras libertarias

Los cambios sociales implican revoluciones culturales. Revolución en las ideas, 
en la sensibilidad, en la manera de vivir, en las formas de relación. Lo más
urgente para que la reforma se realice plenamente, aparte de lo puramente político, 
es hacer una reforma de las actitudes fundamentales de los mexicanos.

Octavio Paz: El poeta en su tierra

Para la 4T, este 2024 es “Año de Felipe Carrillo Puerto, benemérito del proletariado, revolucionario y defensor del Mayab”. 

Nombrar así a este año es un justo homenaje al gobernador socialista revolucionario que defendió y promovió el progreso de los mayas y por eso mismo atrajo el odio de la llamada Casta Divina yucateca –los “50 reyes del henequén” que poseían más de “100 mil esclavos”, según informa John Kenneth Turner en México bárbaro -, que lo mandó fusilar junto con tres de sus hermanos. Ah, la derecha de toda la vida, siempre tan proclive a la violencia, que si con su odio se fundaran escuelas tendríamos las mejores del universo.

Más allá de este acto de justicia para rescatar a un personaje olvidado, llama la atención los términos con los que está construido el enunciado: “benemérito” (como llamó el Congreso de Yucatán a Carrillo Puerto), “proletariado” y “revolucionario”. Son palabras que cayeron en desuso mientras avanzaba la corruptísima noche neoliberal que se robó todo lo que encontró a su paso, desde los utensilios de cocina y los clavos de las paredes que había en la casa presidencial de Los Pinos, hasta los rituales patrios y el lenguaje.

En efecto, en la construcción narrativa de un mundo idealizado para construir el andamio ideológico desde el cual adormecer a la mayoría, el modelo neoliberal introdujo en el lenguaje cotidiano palabras como “excelencia”, “resiliencia”, “competitividad” y nos acostumbró a la existencia de enfermedades psicológicas de reciente cuño como el TDAH (trastorno de déficit de atención con hiperactividad) que vinieron a sustituir a la muy humilde depresión que nos cargamos. Todo sea por Dios.

Mentiras todas esas palabras. ¿Pedirle “excelencia” en su labor al obrero del calzado en León que trabaja sin estar afiliado al Seguro Social en jornadas de diez horas diarias, rodeado de solventes inhalantes como thinner, pegamento, cemento y agua de celaste, que bien pueden ser el primer paso hacia las adicciones?¿Pedirle “excelencia” a los mineros de El Pinabete, en Coahuila?

¿Con qué cara se le pide “resiliencia” (“proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas”) a una población empobrecida acostumbrada a sobreponerse a las dificultades diarias impuestas por las políticas económicas neoliberales? Esa sí que es “resiliencia” y no teatro guiñol para aletargar a clasemedieros aspiracionistas que consumen conferencias de Miguel Ángel Cornejo y libros de autosuperación y fórmulas de ensueño para el enriquecimiento estilo Padre rico, padre pobre.

Qué bien que el lema de este año recupera la expresividad de un lenguaje del que se nos había enajenado. Se une a la palabra “Patria” para nombrar a la vacuna contra el Covid. A las expresiones “con el pueblo todo, sin el pueblo nada”, de Benito Juárez, y “el pueblo bueno y sabio”, ambas usadas repetidamente por el presidente López Obrador.

Lenia Batres Guadarrama, recién nombrada ministra de la Suprema Corte de Justicia, afirmó sin rodeos ni circunloquios: “(…) quien crea que puede ridiculizarme por provenir de este pueblo mexicano, no sabe la fuerza y la grandeza que me está atribuyendo, fuerza y grandeza que recibo con esa dignidad. Ministra del Pueblo me han dicho y es un enorme halago, una misión grande que acepto con honor y con la responsabilidad que merece”. Ministra del pueblo. Y no tiene miedo a decirlo.

Proletariado, patria, revolucionario y pueblo son las palabras con las que la 4T construye la narrativa y se impone sobre las falsedades neoliberales. La revolución de las conciencias, sin duda, es deudora del lenguaje. Sutiles, sencillas y sin propaganda, las palabras suman a la megafarmacia, el Tren Maya, y a la transformación liberadora emprendida en este periodo presidencial.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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