El estilo personal de ciertos personajes de la derecha en tribuna, tanto en la Cámara de Diputados como de Senadores, ha asesinado el debate. De por sí numéricamente la oposición no tiene trascendencia; sin embargo, se le otorga la voz ya que el voto no lo tiene consigo.
En las sesiones del Congreso, una vez discutidos los temas se insiste en que debe manifieste unánimemente si se debatió completamente el asunto, para no dejar afuera a la oposición, esto es una cortesía de Morena que nunca ejerció otro partido con mayoría aplastante en el Legislativo.
La estrategia legislativa que llevó a la derrota electoral a la derecha se intensifica. Ya no es sólo la estridencia de Kenia, Margarita, Lilly y Xóchitl sino la bronca callejera de Alito y el senador de Chihuahua, cuyo nombre todos queremos olvidar.
Estos personajes con otros de comparsa expertos en peleas callejeras e insultos que se dedicaban a mostrar carteles al fondo o de impedir que se tome la palabra con educación y derecho, asesinaron el debate parlamentario den México.
Panistas, priistas y emecistas, sabedores de que sus grupos parlamentarios no tendrían trascendencia, habilitaron un estilo de trabajar las leyes que sólo recuerda a aquellos diputados de hace 100 años, quienes debían portar pistola para resguardar su integridad ante el peligro que representaban sus colegas.
La revolución acababa de terminar y para algunos seguía viva, hubo quienes creyeron que la gesta bélica continuaba en las curules, tal y como ahora sucede, violentamente. El debate es secuestrado hace 100 años, tal y como ahora sucede.
La violencia antecedía los enfrentamientos a balazos en el recinto, ahora la violencia se anuncia próxima ante la muerte del debate parlamentario. Al ser asesinado el debate, secuestrado y ultimado por la derecha, lo que sigue es más violencia e ilegalidad, juegos extrapolíticos de exterminio que nada tienen que ver con una vida legislativa que goce de buena salud.
Ante esta situación puede esperarse cualquier cosa, magnicidios, golpes de Estado suaves o militares, invasión de fuerza internacionales de ultraderecha en formación, etc.
Patrocinados desde luego, por gobiernos establecidos, quienes negarán su intervención en dichas injerencias armadas. Estados unidos necesita sacudirse la responsabilidad de encabezar golpes de Estado contra regímenes democráticos y seguir autodenominándose el país más democrático del mundo, requiere de un grupo paralelo, al interior de los países, que realice delitos contra la democracia a través de intervenciones a la usanza del viejo oeste.
Se trata de una guerra fría donde el diálogo debe estar muerto y sepultado para poder operar de manera violenta. Antes esta tensa condición la protagonizaban dos polos políticos, ahora son varios, algunos de ellos en América Latina, donde las oligarquías ya no quieren más que gobiernos de derecha. Y el triunfo de la izquierda en Uruguay lo aleja de sus propósitos y los muestra ante el mundo como débiles, frágiles, perdedores, etc.
Para derribar estos regímenes deben dejar de practicar el dialogo como parte de una vida parlamentaria que encierra la esencia de su democracia. Así, sin diálogo no hay democracia, lo cual allana el camino hacia la intervención.
Lo homicidas mexicanos del debate parlamentario desconocen, en su mayoría, lo que su actividad representa en la política, simplemente le dan rienda suelta a su patología destilando odio, resentimiento y traición.
El diálogo es el idioma de la gente, de la mayoría de quienes caminan juntos con destino común, no de quienes dividen ni los que separan o polarizan, de ahí su desprecio por la palabra cotidiana. La derecha nada tiene que decir, por eso recurre al insulto y a la estridencia.
Matar el diálogo en el Poder Legislativo y a la verdad, en los medios de comunicación compensa la falta de un Poder Judicial incondicional a las intenciones golpistas de la derecha.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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