Pido perdón a los lectores por los spoilers
Hace unas semanas se estreno Napoleón (2023), la nueva película del cineasta británico Ridley Scott, reconocido por películas como Alien. El Octavo Pasajero (1979), Blade Runner (1982) y Gladiador (2000). La película es protagonizada por Joaquín Phoenix como Napoleón Bonaparte, Vanessa Kirby como Josefina de Beauharnais, Rupert Everett como Arthur Wellesley (el Duque de Wellington), Matthew Needham como Luciano Bonaparte y Tahar Rahim como Paul Barras, quien fuera el jefe ejecutivo del Directorio durante la Revolución Francesa. La trama nos retrata algunos de los momentos importantes en la vida del Gran Corso, sus inicios como teniente de artillería durante la revolución, su expedición a Egipto, el golpe de Estado del Dieciocho Brumario, su coronación como emperador, sus batallas (en Tolón, Austerlitz, Borodino y Waterloo) y sus últimos días en la isla de Santa Elena. Pero la más importante es su relación con Josefina que es mostrada como tormentosa y destructiva. Las actuaciones de Phoenix y Kirby son magistrales y sobre todo ofrece un espectáculo militar de primera magnitud recreado, detalle a detalle y de forma tan rotunda, algunas de las batallas más grandes de la historia libradas en suelo europeo como Austerlitz y Waterloo, para ello, Scott filmó con 11 cámaras al mismo tiempo en cada una de estas escenas de batalla. La película dura dos horas y media, pero muy pronto veremos en AppleTV+ una versión extendida con un montaje alternativo de cuatro horas.
Sin embargo, la película recibió críticas menos positivas por parte de académicos y en especial del público francés. Patrice Gueniffey, historiador y autor del libro Bonaparte. 1769-1802, señaló que “era una película muy antifrancesa y muy probritánica”. Por otra parte, Jean Tulard, historiador de la Soborna respondió a la película “Escamotea el paisaje político”, “me ha decepcionado la ambientación”, “en la batalla de Austerlitz, no se entiende nada”, “Admiro a Ridley Scott, pero como profesor de Historia en la Sorbona desaconsejaría ver esta película”.
¿Por qué este film molestó y preocupó a los historiadores profesionales franceses? Tolstoi afirma “que la suma de voluntades humanas produjo la Revolución y Napoleón, sólo la suma de estas voluntades los sostuvo, primero, y destruyo, después”. Es decir, que la voluntad del héroe histórico no conduce los hechos de las masas, sino que el caudillo mismo depende del movimiento de esta fuerza. Gracias a esta suma de voluntades, Bonaparte no solo formó un imperio que abarcaba gran parte del continente europeo, remodeló la administración, la educación y el sistema legal; reformó la economía francesa al organizar el Banco de Francia y estabilizar la moneda; fundó la Legión de Honor; llenó los museos franceses con el botín traídos de sus triunfos militares; y sobre todo fundó el Código Napoleónico que sería la base de todas las constituciones en el mundo occidental.
No obstante, abarcar su extraordinaria figura desde un único punto de vista es difícil. Hay que recordar que el cineasta Stanley Kubrick trató de inmortalizar a Napoleón en un film que no pudo filmar a pesar de haber dedicado más de tres décadas de su vida, estudiando sus archivos personales y reuniendo la abundante documentación que éste había recopilado. Según R. J. Raack, “las imágenes son más apropiadas para explicar la historia”, mientras que la historia escrita convencional “es tan lineal y limitada”, que se muestra incapaz de mostrar el mundo complejo y multidimensional de los seres humanos. Desde hace mucho tiempo, los films históricos molestan y preocupan a los historiadores profesionales. Porque estas producciones han despertado el interés por el pasado a través de cautivadoras imágenes, personajes y diálogos atractivos alterando e inventando personajes y hechos. Sin embargo, no logran satisfacer del todo las exigencias de certeza y verificabilidad de los historiadores.
A pesar de que no se debe clasificar a las personas como buenas o malas en la historia, hay que destacar sus logros como gran estratega militar hasta ser derrotado en Waterloo y exiliado en Santa Helena hasta su muerte. Ridley Scott mostró lo que pudo en una película de dos horas y media a través de seductoras imágenes y diálogos atrayentes para dar una cierta idea de la historia del emperador francés, es decir, una interpretación que ha despertado una vez más el interés por este personaje.
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