La Asamblea General de Naciones Unidas ha aprobado una resolución que, en teoría, busca poner fin a la ocupación israelí en el territorio palestino. Sin embargo, la realidad demuestra que el organismo internacional sigue mostrando una tibieza alarmante ante la situación, mientras Israel continúa con su expansión y políticas opresivas.
La resolución presentada por Palestina pide a Israel que en un plazo de 12 meses ponga fin a su “presencia ilegal en el territorio palestino ocupado”. Además, insta al Estado israelí a cumplir “sin demora” con sus obligaciones bajo el Derecho Internacional, incluyendo las decisiones de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) respecto a la Franja de Gaza. Entre las exigencias, se incluye la retirada de las fuerzas militares, el fin de los asentamientos ilegales y el desmantelamiento del muro que Israel ha construido en territorios palestinos.
La resolución fue aprobada con el apoyo de 124 países, entre ellos España, lo que parece un triunfo diplomático para Palestina. No obstante, 43 países se abstuvieron y 14 votaron en contra, destacando Estados Unidos e Israel, quienes históricamente han ignorado este tipo de resoluciones. La ONU vuelve a aprobar un documento que carece de mecanismos reales para forzar su cumplimiento, lo que solo alienta a Israel a seguir actuando con impunidad.
Exhortaciones sin consecuencias
Entre los puntos más importantes del texto, se pide la devolución de tierras y bienes incautados desde la ocupación en 1967, incluyendo bienes culturales. También exige que los palestinos desplazados puedan regresar a sus hogares y que se repare el daño causado. Pero, una vez más, estas peticiones quedan como meros deseos, sin que haya medidas efectivas para su implementación.
Pese a la condena de muchos países y organizaciones internacionales, Israel sigue contando con el respaldo incondicional de potencias como Estados Unidos, Argentina y varios países insulares. Este apoyo contribuye a la perpetuación de una ocupación que viola flagrantemente el Derecho Internacional, lo que la ONU parece incapaz de frenar.
El texto también exhorta a las naciones a evitar cualquier tipo de relación económica o diplomática con Israel que pudiera legitimar su presencia en los territorios ocupados, incluidos los asentamientos en Jerusalén Este. Sin embargo, estas medidas no van más allá de la retórica diplomática. Israel sigue siendo un socio clave para muchos países que, a pesar de condenar su ocupación, continúan manteniendo lazos comerciales y estratégicos.