México sin AMLO

Opinión de Silvia

Hace unos años, cuando amlo era solo una añoranza para el pais, los mexicanos vivíamos en medio del miedo y la incertidumbre.

Temíamos por todo. Por lo nuestro , nuestra casa, nuestra familia, nuestra propia vida. Salíamos a la calle, sin tener la certeza de regresar. Nuestros niños iban a la escuela, pero no sabíamos si los veríamos volver. Los jóvenes eran arrebatados de sus familias con tal saña como si fueran ellos los enemigos del mismo Estado. Los niños crecieron en medio de la cultura de la violencia, pues esta inundaba no solo las calles, sino los medios, las familias y hasta los juegos.

Fue así como a los jóvenes de hoy les robaron su tierna infancia, convirtiéndola en un sueño efímero de armas y dinero. Un sueño donde era la muerte la protagonista, sin tener ellos, aquellos niños, la más remota idea de lo que jugaban, lo que vivían. Y crecieron deseando ser los dueños de la plaza y de la mansión del patrón.

Mayor crimen no puede cometer un Estado hacia su propio pueblo. Destruir la inocencia y convertirla en un juego mortal donde el de arriba jamas perderá y los de abajo jamás gozarán.

Los daños a la sociedad causados toda esa etapa fueron gigantescos. Fue una agresión económica, politica y social que se exponenció al convertirla en guerra; un ataque directo al pueblo. El derramamiento de sangre fue equiparado al de muchas guerras en el mundo.

Cientos de miles de familias rotas que aún siguen llorando a su hermano, a su hijo, a su padre o a la joven “levantada” o al niño desaparecido. Casi tres décadas fue México una tumba. Casi tres décadas soportamos lo impensable.

¿Habrá alguien en este país que pueda decir que esas tres décadas México vivió la paz de otros tiempos? Existirá un mexicano que pueda decir que esa triste etapa no sufrió la violencia en este amado país?No, nadie puede decirlo. Porque tanto buenos y malos estuvimos bajo fuego.

Los malos iniciaron todo. Sí, los vestidos con traje caro, con zapatos lujosos y relojes de oro. Ellos, los desalmados, los que juegan con el futuro y se sienten dueños de él, por ambición, capricho y arrogancia destruyeron al México que con tanto trabajo, con tantas luchas, nuestros padres y abuelos habían forjado.

Lapidaron un México que soñaba y reía, que vivía sus tradiciones y sus fiestas nacionales con gloriosa alegría. Un México que el neoliberalismo intentó desculturizar, importando pensamientos y costumbres contrarias a las nuestras. Tuvieron la vileza de exponer a nuestro pais como materia de venta ante los capitales extranjeros, ofreciéndolo al mejor postor.
Y fue así como el “cuerno de la abundancia” quedó diezmado de sus vastas riquezas.

Imponer un pensamiento materialista, pero a su vez, debilitar la economia familiar fue una de las tareas mejor logradas para los enemigos del pueblo. Aumentaron sistémicamente el hambre en el pueblo, hasta llevarlo a la desesperación y una vez acorralado en la pobreza extrema, le vendieron oropel, mostrándole una vida ilusoria. Haciéndole creer que siendo matón o “mula” o trabajador de la mafia podría tener toda la riqueza anhelada. Miles de jóvenes y hombres trabajadores, campesinos y obreros escogieron el camino mas escarpado. Un camino que a pocos beneficiaba y a muchos mataba.

La etapa neoliberal trajo consigo la destrucción del México que amábamos. Hasta que llegó un hombre. Con un corazón tan gigante como México. Un hombre que se identificaba con el pueblo. Porque de él nació y con él se forjó. Un hijo de campesinos de una región históricamente abandonada.

Un niño de pensamientos libres y sueños altos. Y al igual que nuestros héroes de antaño, creció pensando en ayudar a los demás y poder algún día darle a su Patria lo que otros le habían arrebatado.

Fue en el verano del 2018 cuando la lucha de ese hombre tabasqueño le regresó al pueblo mexicano la dignidad y la esperanza que años atrás se había perdido.

La felicidad de ese triunfo no cabía en nuestro pecho. Cantábamos, bailábamos y reíamos como décadas atrás no se reía. Un gozo colectivo.
Por primera vez nos sentíamos libres. Por primera vez salimos todos a abrazarnos y compartimos tan inexplicable sentimiento.

Un mar de esperanzas llenaron las plazas, glorietas, avenidas de este México olvidado, de este territorio que llegó a ser el mas temido, el mas violento, el mas derruido, el más desprotegido.

Volvimos a creer en nosotros, volvimos a pensar en el futuro, volvimos a respirar la paz y la alegría. Nuestro lider había cumplido, nos regresaba nuestro país y nos ofrecía un futuro.

No existe hoy un México sin la palabra pausada y certera, sin la idea valerosa, sin el acto honorable, sin la verdad expresada de ese lider que hace latir el corazón de los mexicanos.

Hoy, después de conocerlo, de verlo trabajar incansablemente, de caminar con él los pueblos más remotos y escarpados, de seguir sus pasos a cada rincón de nuestra nación y ver las lagrimas de ancianas, mujeres, niños regresándole al lider un cachito de cariño a cambio de la entrega total e incondicional.

Hoy podemos decir: NO existe un México sin AMLO!!

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

Salir de la versión móvil